miércoles, 28 de diciembre de 2022

EL VERDADERO ORIGEN DE PAPÁ NOEL

 Esta semana juevera nos convoca por última vez esta año Inma desde su blog MOLI DE CANYER, con una serie de fotos de las navidades pasadas, sin duda mas ilusionantes que las actuales. Vease para ello la antepenultima foto, que no es sobre la que he escrito, porque no hay modo mas bello y poetico y mágico de representar la ilusión.

He escrito sobre la que veis mas abajo, que podía resultar mas de mi estilo.

Podeis ver el resto de propuestas AQUI

 

 

 

          Ya lo sabía yo, que iba a pasar esto. ¿Quién me mandaría a mí? Si es que esto no podía funcionar en la vida. Un tío vestido de rojo con barbas , más flaco o más gordo, en la puerta de no importa cuánto de grande sea la tienda…

          Ocho niños han venido a hablar conmigo. La mayoría se me quedaba mirando, pensando si sería abusar mucho pedir regalos en dos ocasiones. Eso los que sabían quién era, que la mayoría no lo sabían, pero así, disfrazado de rojo, ¿quién no se va a para a mirar?

          Empezando por los que me han visto llegar, bajarme de la moto y sentarme en el trono, o lo que sea la paradita esta que me han puesto.  Y como he aparcado delante, otro drama para irme cuando acabo mi horario; dándome unos paseos arriba y abajo, para disimular ―”tariro-tariro, mirando hacia arriba, con las manos atrás, como hace Miliki”―, hasta que no miraba nadie, subirme a la moto y salir pitando. Así ¿quién se va a creer nada?

          . . .

          «Queridos Reyes Magos:

Este año he sido muy bueno, y hasta he conseguido un trabajo para ayudar en casa, aunque es de pocos días. Así que, a modo de inversión, para el año que viene, me gustaría que me trajerais nueve renos y un trineo, y también instrucciones para la conducción de renos, y además…»

martes, 6 de diciembre de 2022

ME CAGO EN TO

 Esta semana nos convoca Mag en nustra entrañable cita de lo jueves, desde su blog LA TRASTIENDA DEL PECADO. Y nos invita a relatar algo relacionado con un olvido lo mas clamoroso posible. Esta vez me he inclinado por un relato romantico. Aviso de que los no romanticos, puede ser que no lo entiendan.

 

Podéis encontrar el resto de aportes buscando por AQUI


          A Darío le gustaba ir al lavabo del piso de arriba. Le gustaba la tranquilidad. Allí no había servicio mixto, pero daba igual porque en el piso de arriba no trabajaba nadie. En la planta baja donde estaban las oficinas la cosa era diferente.

          Darío bajaba por la escalera después de ingresar un importante depósito en la “Banca de loza Roca”. Le extrañó cruzarse en mitad del segundo tramo con Amelia, su amor secreto:

          ―¿Adónde vas? ―le preguntó despreocupadamente, así como aquel que no está enamorado.

          ―Al lavabo de arriba. En el de abajo está Tina, que lleva media hora llorando y no quiere salir.

          ―Ah ―comentó Darío, y siguió su descenso hasta que al llegar al descansillo, una duda le asalto: «Me cago en to. ¿He tirado de la cadena?». El frenazo fue como cuando caes desde un quinto piso y frenas contra el suelo. Las ondas de choque originadas por aquella detención petrificante sorprendieron a Amelia:

          ―¿Qué pasa?

          ―Nada… O sea, sí. ―El magín le trabajaba como el día del examen de selectividad. Por fin articuló―: No hay agua. En el lavabo, quiero decir. No hay agua. Mejor que esperes abajo.

          ―¡Anda ya! Como que no hay agua si me acabo de lavar las manos abajo. ―Y siguió su camino ascendente.

          ―¡Y tampoco hay luz! En todo el piso de arriba no hay luz. La han dado de baja. No subas, no te vayas a tropezar con algo y te hagas daño.

          ―¡Anda ya! ―Y continuó sin hacerle caso.

          Darío se lanzó escaleras abajo, saltando los peldaños de tres en tres, se apresuró al cuarto de contadores y cortó primero el agua y después la luz del primer piso. Luego se asomó al hueco de la escalera, se puso la mano en la oreja ampliando su pabellón auditivo, y esperó unos segundos, pero no oyó nada. Tras un par de minutos más de impertérrito silencio, se dirigió a su puesto en la oficina.

          ―No hay agua ―exclamó Tina saliendo del lavabo de planta baja.

          ―No. Es vedad ―la apoyó Darío―. Habrá que llamar a un fontanero.

          En ese momento Amelia reapareció en la oficina:

          ―No hay agua. ―Y volvió a sentarse en su sitio, al lado de Darío.

          ―Sí, eso mismo decía Tina ahora mismo ―observó el chico, evitando por todos los medios decir aquello de “ya te lo había dicho”.

          ―Y han dado de baja la luz del piso de arriba. ―Aquí no recibió apoyo alguno. Darío metió la cabeza y toda su atención en el monitor del ordenador.

          ―¿Cómo van a dar de baja la luz de piso de arriba? ―exclamó alguien.

          ―Pues no hay luz ¿verdad, tú? ―inquirió golpeando el muslo de Darío. Y luego bajó la voz de forma que solo él la oyera―: Y podías haber tirado de la cadena…

          ―Pero si no había agua ―le susurró al oído.

          ―Es verdad no hay agua ―aclaró alguien que había entrado al lavabo para comprobarlo―. Voy a llamar a un fontanero.

          ―Pero el tanque estaba lleno ―susurró esta vez ella al oído de él. Darío dejo caer su cara sobre el teclado―. Pero no te preocupes. Tu secreto está a salvo conmigo. Y mejor no subas ahora, al menos hasta que alguien vuelva a tirar de la cadena. ―El chico volvió a levantar la cabeza y la miró sorprendido, mientras ella se acomodaba en su asiento y volvía a fijar la mirada en su monitor―: Al menos el asiento estaba aún calentito.

          Entonces fue cuando Darío se dio cuenta de que su amor era correspondido.

 

 

 


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