Navidad 23 por Neogeminis

Navidad 23 por Neogeminis
Navidad 2023 por Neogeminis

miércoles, 28 de diciembre de 2022

EL VERDADERO ORIGEN DE PAPÁ NOEL

 Esta semana juevera nos convoca por última vez esta año Inma desde su blog MOLI DE CANYER, con una serie de fotos de las navidades pasadas, sin duda mas ilusionantes que las actuales. Vease para ello la antepenultima foto, que no es sobre la que he escrito, porque no hay modo mas bello y poetico y mágico de representar la ilusión.

He escrito sobre la que veis mas abajo, que podía resultar mas de mi estilo.

Podeis ver el resto de propuestas AQUI

 

 

 

          Ya lo sabía yo, que iba a pasar esto. ¿Quién me mandaría a mí? Si es que esto no podía funcionar en la vida. Un tío vestido de rojo con barbas , más flaco o más gordo, en la puerta de no importa cuánto de grande sea la tienda…

          Ocho niños han venido a hablar conmigo. La mayoría se me quedaba mirando, pensando si sería abusar mucho pedir regalos en dos ocasiones. Eso los que sabían quién era, que la mayoría no lo sabían, pero así, disfrazado de rojo, ¿quién no se va a para a mirar?

          Empezando por los que me han visto llegar, bajarme de la moto y sentarme en el trono, o lo que sea la paradita esta que me han puesto.  Y como he aparcado delante, otro drama para irme cuando acabo mi horario; dándome unos paseos arriba y abajo, para disimular ―”tariro-tariro, mirando hacia arriba, con las manos atrás, como hace Miliki”―, hasta que no miraba nadie, subirme a la moto y salir pitando. Así ¿quién se va a creer nada?

          . . .

          «Queridos Reyes Magos:

Este año he sido muy bueno, y hasta he conseguido un trabajo para ayudar en casa, aunque es de pocos días. Así que, a modo de inversión, para el año que viene, me gustaría que me trajerais nueve renos y un trineo, y también instrucciones para la conducción de renos, y además…»

domingo, 11 de diciembre de 2022

EL EVENTO

 

 

Este mes el concurso del TINTERO DE ORO esta dedicado a la ciencia ficcion, y a los androides en un homenaje a uno de sus autores miticos Philip K. Dick.

Podeís ver e resto de aportaciones AQUI 

 



        Hola. Soy Fina, de nombre y de piel. El resto de mis amigos , a los veinte ya empiezan a arrugarse. Los de treinta ya tienen la misma apariencia que sus padres. Parecen una familia de todo hermanos. Eso ya está empezando a provocarme problemas, de bullying y eso. Es una de las cosas que no cuadran.

        Ayer hubo un evento Miyake; la primera fase. Nunca en la historia conocida había pasado . Dentro de un rato llegara la oleada fuerte. Ya no funcionan ni los wisephones ni los ordenadores. Casi no me acuerdo cómo se escribía a mano. Abajo esta toda la familia, abuelos y tios, como en Navidad, aunque en este caso no es una celebración, pero nos hemos reunido igual; no se sabe bien por qué. ES un evento excepcional, mejor estar juntos. Van a morir todos los androides y máquinas no inteligentes. Las listas ya murieron ayer. Según dicen será como un  P.E.M. supersuper.

        Nuestro androide se llama Adriano. Se tiene que llamar parecido a papá, que se llama Adrián. Mi madre se llama Neva y los androides se construyen a imagen y semejanza molecular―  de la cabeza o el cabezo de familia. Adriano nos cuida, aunque su función primigenia fue reproductiva. Adriano es un androide raro; es muy tocón. Cuando me explica algo me coge del brazo si es algo importante, o me toca el hombro si no. Y muchas veces lo pillo mirándome. Dice que es una protección preventiva.

        Los androides valen un pastizal. Los compran las familias que quieren procrear. Los hombres hace veinte años que son estériles; el 99%. El 1% está recluido para investigar una cura. Adriano me explicó un día que era por llevar tanto tiempo los wisephones en el bolsillo; por la radiación , tan cerca de los genitales, y eso. Pero luego se lo pregunté a papá y me dijo que no, que se lo había inventado, y que deberíamos llevarlo a revisar; que los androides no deberían inventar.

        Esto lo escribo para meterlo en una capsula temporal. Para que alguien lo encuentre y compare con lo que explicaron desde el ministerio de post-verdad. Jaja. El “post” lo añado yo. No existe esa palabra; la he buscado y no existe, aunque una vez consulté a Adriano, y me preguntó enfadado que de dónde había sacado esa palabra, pero no me explicó nada. Los androides no deberían enfadarse.

        Para tener un hijo ―o sea, yo― ,se compra un androide, se carga con el semen del padre, el androide lo procesa y la noche de la fecundación, es el androide el que copula con la hembra. Una sola vez; no hay fallo posible. Los espermatozoides naturales tienen pico aviar, cuernos bovinos y cola de cerdo ―de lo que se come, se cría , y claro, con esa cola de sacacorchos no se pueden impulsar. No sé si en el futuro hay ironía, pero si no la hay, vaya mier…

        El efecto secundario de este tipo de fecundación es el envejecimiento prematuro; lo que le pasa a mis amigos. Esto me lo explicó una vez Adriano, pero no sale en internet ni en los libros. Cuando le pregunté que porque a mí no me pasaba, y no salía en internet, dijo que preguntara a papá. Y papá, como siempre, dijo que había que llevar a Adriano a algún sitio para que lo revisaran, que no funcionaba bien.

        ―Niña, baja ya, solo faltan diez minutos.

          Voy a bajar. ¡Cómo se me ha pasado el tiempo! Todos están sentados a la mesa. Los androides también. Adriano y tres más, cada uno al lado de su respectiva familia. Los androides comen, procesan la comida y la convierten en biomasa. No se pueden desconectar, por eso van a morir en unos minutos. Las luces están encendidas , pero también unas velas, para cuando llegue el evento. Todos los electrodomésticos están desconectados, pero dicen que se derretirán igual. Papá ha conectado una televisión analógica que tenía guardada de recuerdo. Empezamos a comer cuando en las noticias dicen que faltan ocho minutos. Me siento al lado de papá. A su otro lado está mamá, y a la izquierda de ella, Adriano, que no para de mirarme; su protección preventiva que por desgracia no se alargará mucho. Es él quien necesita protección ahora, y no podemos dársela.

          Dos minutos antes de lo previsto, un ruido creciente se aproxima, cada vez más agudo. Cuando llega, se convierte en un chirriar semejante al de las uñas arañando la pizarra, los dientes se resecan, los pelos se erizan. Mi melena sube y se enreda con la lámpara, las bombillas explotan, la tele también. Cada electrodoméstico hace su correspondiente chispazo, proporcional a su tamaño. Esta tensión se mantiene durante diez segundos. Los tres androides foráneos caen sobre sus platos. Papa también. Me apresuro a socorrerlo, pero no reacciona. Adriano sigue sentado. Todos flipan menos Adriano y mamá. Adriano se levanta:

          ―Veréis… Tengo que explicar algo…

          Me doy cuenta de que ahora todo cuadra. Salto por encima de la mesa para abrazarlo con todas mis fuerzas:

          ―¡Papá!

          Mi papá es del 1%.

 

 


 

         

 

 

martes, 6 de diciembre de 2022

ME CAGO EN TO

 Esta semana nos convoca Mag en nustra entrañable cita de lo jueves, desde su blog LA TRASTIENDA DEL PECADO. Y nos invita a relatar algo relacionado con un olvido lo mas clamoroso posible. Esta vez me he inclinado por un relato romantico. Aviso de que los no romanticos, puede ser que no lo entiendan.

 

Podéis encontrar el resto de aportes buscando por AQUI


          A Darío le gustaba ir al lavabo del piso de arriba. Le gustaba la tranquilidad. Allí no había servicio mixto, pero daba igual porque en el piso de arriba no trabajaba nadie. En la planta baja donde estaban las oficinas la cosa era diferente.

          Darío bajaba por la escalera después de ingresar un importante depósito en la “Banca de loza Roca”. Le extrañó cruzarse en mitad del segundo tramo con Amelia, su amor secreto:

          ―¿Adónde vas? ―le preguntó despreocupadamente, así como aquel que no está enamorado.

          ―Al lavabo de arriba. En el de abajo está Tina, que lleva media hora llorando y no quiere salir.

          ―Ah ―comentó Darío, y siguió su descenso hasta que al llegar al descansillo, una duda le asalto: «Me cago en to. ¿He tirado de la cadena?». El frenazo fue como cuando caes desde un quinto piso y frenas contra el suelo. Las ondas de choque originadas por aquella detención petrificante sorprendieron a Amelia:

          ―¿Qué pasa?

          ―Nada… O sea, sí. ―El magín le trabajaba como el día del examen de selectividad. Por fin articuló―: No hay agua. En el lavabo, quiero decir. No hay agua. Mejor que esperes abajo.

          ―¡Anda ya! Como que no hay agua si me acabo de lavar las manos abajo. ―Y siguió su camino ascendente.

          ―¡Y tampoco hay luz! En todo el piso de arriba no hay luz. La han dado de baja. No subas, no te vayas a tropezar con algo y te hagas daño.

          ―¡Anda ya! ―Y continuó sin hacerle caso.

          Darío se lanzó escaleras abajo, saltando los peldaños de tres en tres, se apresuró al cuarto de contadores y cortó primero el agua y después la luz del primer piso. Luego se asomó al hueco de la escalera, se puso la mano en la oreja ampliando su pabellón auditivo, y esperó unos segundos, pero no oyó nada. Tras un par de minutos más de impertérrito silencio, se dirigió a su puesto en la oficina.

          ―No hay agua ―exclamó Tina saliendo del lavabo de planta baja.

          ―No. Es vedad ―la apoyó Darío―. Habrá que llamar a un fontanero.

          En ese momento Amelia reapareció en la oficina:

          ―No hay agua. ―Y volvió a sentarse en su sitio, al lado de Darío.

          ―Sí, eso mismo decía Tina ahora mismo ―observó el chico, evitando por todos los medios decir aquello de “ya te lo había dicho”.

          ―Y han dado de baja la luz del piso de arriba. ―Aquí no recibió apoyo alguno. Darío metió la cabeza y toda su atención en el monitor del ordenador.

          ―¿Cómo van a dar de baja la luz de piso de arriba? ―exclamó alguien.

          ―Pues no hay luz ¿verdad, tú? ―inquirió golpeando el muslo de Darío. Y luego bajó la voz de forma que solo él la oyera―: Y podías haber tirado de la cadena…

          ―Pero si no había agua ―le susurró al oído.

          ―Es verdad no hay agua ―aclaró alguien que había entrado al lavabo para comprobarlo―. Voy a llamar a un fontanero.

          ―Pero el tanque estaba lleno ―susurró esta vez ella al oído de él. Darío dejo caer su cara sobre el teclado―. Pero no te preocupes. Tu secreto está a salvo conmigo. Y mejor no subas ahora, al menos hasta que alguien vuelva a tirar de la cadena. ―El chico volvió a levantar la cabeza y la miró sorprendido, mientras ella se acomodaba en su asiento y volvía a fijar la mirada en su monitor―: Al menos el asiento estaba aún calentito.

          Entonces fue cuando Darío se dio cuenta de que su amor era correspondido.

 

 

 

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