viernes, 24 de septiembre de 2021

EL PRECIO DE LA REALIDAD

 

 

ESTE JUEVES NOS CONVOCA MAG CON UN SUPERINTERSANTE TEMA IMPOSIBLE DE DESARROLLAR EN 350 PALABRAS, PERO CONTRA TODO PRONOSTICO HE HECHO LO IMPOSIBLE.

PODEIS ENCONTRAR EL RESTO DE RELATOS PARTICIPANTES AQUÍ


 

 

          ―Entonces quedamos en que el coche verde de matrícula…

          ―Nooo. Tú no tienes por qué saberte la matrícula ―le interrumpió el abogado―. ¿Tú vas aprendiéndote las matrículas de los coches que ves?

          ―Tiene razón. Entonces digo que el coche verde se saltó el semáforo rojo. Ya hacía más de tres segundos que había cambiado de verde a rojo. La Sra. Martínez, en su furgoneta blanca salió del semáforo en verde y se vio embestida…

          ―En realidad… ―interrumpió la señora.

          ―Shhhhh…―cortó el abogado―. Aquí, ¿a quién le interesa la realidad? La realidad es aburrida y prosaica. La realidad es que usted fue embestida por un energúmeno. Y cuando ganemos el juicio, será la realidad oficial.

          ―Bueno, perdón. En realidad quería decir que es Sra. Martín, no Martínez.

          ―Ah, bueno. Eso da igual. Usted no tiene que hablar nada, solo cuando le pregunten. Y no se olvide de ponerse el collarín. Ya tendría que llevarlo siempre, aunque haga calor. Y, perdone que le pregunte, esa cojera que tiene…

          ―Es de la polio… ―respondió ella. El abogado se cogió la barbilla, pensativo:

          ―¡Vaya por Dios! Por ahí nos iban a pillar. ―Cambió de tema, y se dirigió al testigo―. A ver, continúa “el coche verde embistió…”

          En ese momento sonó el móvil del testigo:

          ―Diga…

          ¿Quién es?...

          Ya. Pero ¿Quién es?

          Del gabinete ¿qué?

          ¿“Tracy & Spencer”? ―preguntó mirando inquisitorio al abogado. Este levantó enérgicamente el pulgar en señal vehementemente aprobatoria.

          Sí.

          Ya.

          Bueno eso depende de las sesiones y de la importancia del juicio. 50 por sesión y hora. 500 si el juicio es importante y sale en la prensa o la tele. Si es asesinato o violación, hay que hablarlo.

          ¿Cóoomooo? ―preguntó indignado―. ¿Cómo que sin IVA? Oiga usted, que uno es un profesional.

            

 

 

 

 

miércoles, 15 de septiembre de 2021

ASÍ COMO DICIENDO:

 

 

 Esta semana nos convoca monica desde su blog NEOGEMINIS. Nos convoca por sorpresa creyendo que nos va a pillar sin nada preparado, así que hemos tenido que improvisar.

El tema: La improvisacion.

el resto de participaciones podeis encontrarlo AQUI

 

 

 

               ―Dániel y Biork, a escena.

          Ambos se miraron. Estaban a cuatro asientos de distancia. Se levantaron al unísono; la silla de Biork estuvo a punto de volcarse, la de Dániel solo se corrió un poco.

          ―¿Tratamos de algún tema concreto? ―preguntó Dániel al profesor Constantín, que sacudió las manos, así como diciendo: “a vuestro aire”. Luego se levantó para puntualizar―: Primero os sentáis, y cuando la cosa se caliente, tenéis que continuar de pie.

          Dániel no entendió exactamente qué significaba “cuando la cosa se caliente”, pero prefirió no preguntar. Tenía un rollo con Biork que nadie conocía, y menos que nadie Kate, su novia, que también se había apuntado al curso de interpretación y estaba allí presente. Finalmente subieron a la tarima y se sentaron uno a cada lado de la mesa.

          ―¿En serio te llamas Biork?

          ―De sobra lo sabes.

          ―No sabía ni que fuera un nombre…

          ―…Aunque la primera vez que follamos, aun no lo sabias.

          A Dániel no le gustaban ni poco ni mucho ni nada los derroteros que estaba tomando la conversación, y no llevaba más que tres frases. Las improvisaciones eran de cinco minutos.

          ―A ver, déjame ver tu carnet. ―Biork se sacó un papel doblado del bolsillo trasero del pantalón:

          ―Ten ―dijo, e hizo ademán de entregárselo, pero antes de que lo cogiera lo apartó―. Pero tú déjame ver tu móvil. ―Dániel no llevaba encima ningún objeto que pudiera entregarle como “avatar”. Solo tenía el móvil. Miró primero a su novia como pidiendo ayuda. Kate se extrañó de que la mirara. Luego miró al profesor, que le devolvió la mirada, así como diciendo: “Apáñatelas”. El profesor no hablaba mucho. Era ruso. Utilizaba los gestos de la jerga “así como diciendo”, que se ve que es común a todos los idiomas. Dániel pensó que Biork, mientras estaban esperando el principio de la clase, había estado un poco borde. Un poco más de lo habitual. Sacó “nada” de un bolsillo en que no llevaba nada, e hizo gesto de entregárselo. Biork negó con la cabeza―. Dame el móvil. ¿Qué pasa? ¿Que no tienes contraseña? ―Kate confiaba plenamente en Dániel y este lo sabía, de modo que no tenía contraseña. Y Kate sabía que no tenía contraseña. Biork también sabía que no tenía contraseña, porque durante su último encuentro le cogió el móvil a escondidas. Dániel no sabía que Biork era patológicamente celosa. Nadie de los presentes sabía nada de todo esto. Los focos calentaban a Dániel mucho más que cualquier otro día, aun sin seguir las instrucciones del profesor, que había ordenado que la situación se calentara. A pesar de todo esto, la que estaba roja como un tomate era Biork―: ¿Acaso crees que una no tiene derecho a ver el móvil de su novio? ―A Kate le dio una punzada en la boca del estómago al sentir que le quitaban el novio aunque fuera por un momento―. ¿Acaso tienes algo que ocultar? ―terminó mientras seguía con la mano extendida moviendo los dedos, ansiosa de que cayera algo en ella.

          Dániel se levantó, sacó el móvil del bolsillo y se lo entregó a Biork, que rápidamente desbloqueo la pantalla, pero antes de que llegara a localizar el icono del whatsapp, él se lo quito de las manos de un zarpazo:

          ―Ehh…¿qué haces? ―Esto aún no se sabe si formaba parte de la improvisación, o pertenecía a la vida real. Todo lo anterior, tampoco.

          ―¿Quién es Charlize? ―escupió Biork. Lo que antes fue una punzada en la boca del estómago de Kate, se convirtió en patada con bota militar. Charlize era una amiga de Kate. Una amiga de la infancia. Una amiga cuyo chat con Dániel había revisado Biork el día que le cogió el móvil. El chico no pudo reprimir una mirada furtiva a su novia. La mano de la chica cortó el aire a una velocidad inusitada, y la galleta estalló en toda la cara de Dániel, como un crochet le llega a un boxeador por el lado del ojo, que tiene ya cerrado. El “Plass” resonó por toda la sala. Tras unos segundos de silencio, los siguientes “plases” que sonaron, provenían de los explosivos aplausos de Kate, que acababa de levantarse haciendo volcar la silla hacia atrás. Todos se la quedaron mirando, y tras un par de segundos de duda, también se levantaron y comenzaron a aplaudir. Hasta el profesor Constantín aplaudió, así como diciendo: “¡Qué bueno!”

 

miércoles, 1 de septiembre de 2021

UNA MUERTE MENOR

 

Este jueves nos convoca Imma desde su blog MOLI DEL CANYER, con un tema que quizas sea más un ejercicio de estilo, puesto que el tema es libre, que consiste en la alternancia de tiempos. Creo que lo que yo he hecho no se ajusta exactamente. He relatado desordenadamente un episodio, con la esperanza de que se entienda a pesar de no ser lineal en el tiempo.

Podéis leer al resto de participantes en la propuesta AQUI 

 

 

            La mancha de sangre en la pared calificaba aquella sala como “escena del crimen”.

          «Ffiiuu», exclamó para sus adentros el pastel aun entero, a modo de onomatopeya liberadora ―así como diciendo “de buena me he librado”―, y al mismo tiempo descriptiva, cuando el matamoscas pasó rozando la guinda que lo coronaba.

          ―¿Has visto, papá? La he pillado al vuelo. Ni siquiera he rozado el pastel.

          «Ummm… Esta parte que parecen vidrios rotos esta aún más rica que lo blanco», pensó la mosca mientras xuclaba con fruición el azúcar glasé del pastel de nata. «Eeehh…¿qué es eso que viene?», pensó sorprendida.

          ―Niño, deja ya el matamoscas. A ver si te cargas el pastel de tu hermano.

          «Ufff», pensó la mosca intentando calcular qué podría ser peor, si el impacto del matamoscas, o el aparedizaje posterior, a mucha mayor velocidad de la que la prudencia recomienda.

          ―Vale. Muy bien niño. Pero deja ya el matamoscas.

          ―¡Papá, papá! ―requirió el niño ilusionado― ¿Cómo de pequeño tiene que ser un animal para que no importe matarlo? ―preguntó el niño con una raqueta de tenis en la mano.

          El canario miró de reojo, contento de estar enjaulado.

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