Esta semana nos convoca monica desde su blog NEOGEMINIS. Nos convoca por sorpresa creyendo que nos va a pillar sin nada preparado, así que hemos tenido que improvisar.
El tema: La improvisacion.
el resto de participaciones podeis encontrarlo AQUI
―Dániel
y Biork, a escena.
Ambos se
miraron. Estaban a cuatro asientos de distancia. Se levantaron al unísono; la
silla de Biork estuvo a punto de volcarse, la de Dániel solo se corrió un poco.
―¿Tratamos
de algún tema concreto? ―preguntó Dániel al profesor Constantín, que sacudió
las manos, así como diciendo: “a vuestro aire”. Luego se levantó para
puntualizar―: Primero os sentáis, y cuando la cosa se caliente, tenéis que
continuar de pie.
Dániel no entendió
exactamente qué significaba “cuando la cosa se caliente”, pero prefirió no
preguntar. Tenía un rollo con Biork que nadie conocía, y menos que nadie Kate,
su novia, que también se había apuntado al curso de interpretación y estaba
allí presente. Finalmente subieron a la tarima y se sentaron uno a cada lado de
la mesa.
―¿En serio
te llamas Biork?
―De sobra
lo sabes.
―No sabía
ni que fuera un nombre…
―…Aunque
la primera vez que follamos, aun no lo sabias.
A Dániel
no le gustaban ni poco ni mucho ni nada los derroteros que estaba tomando la conversación,
y no llevaba más que tres frases. Las improvisaciones eran de cinco minutos.
―A ver, déjame
ver tu carnet. ―Biork se sacó un papel doblado del bolsillo trasero del pantalón:
―Ten
―dijo, e hizo ademán de entregárselo, pero antes de que lo cogiera lo apartó―.
Pero tú déjame ver tu móvil. ―Dániel no llevaba encima ningún objeto que
pudiera entregarle como “avatar”. Solo tenía el móvil. Miró primero a su novia
como pidiendo ayuda. Kate se extrañó de que la mirara. Luego miró al profesor,
que le devolvió la mirada, así como diciendo: “Apáñatelas”. El profesor no
hablaba mucho. Era ruso. Utilizaba los gestos de la jerga “así como diciendo”,
que se ve que es común a todos los idiomas. Dániel pensó que Biork, mientras
estaban esperando el principio de la clase, había estado un poco borde. Un poco
más de lo habitual. Sacó “nada” de un bolsillo en que no llevaba nada, e hizo
gesto de entregárselo. Biork negó con la cabeza―. Dame el móvil. ¿Qué pasa? ¿Que
no tienes contraseña? ―Kate confiaba plenamente en Dániel y este lo sabía, de
modo que no tenía contraseña. Y Kate sabía que no tenía contraseña. Biork también
sabía que no tenía contraseña, porque durante su último encuentro le cogió el móvil
a escondidas. Dániel no sabía que Biork era patológicamente celosa. Nadie de
los presentes sabía nada de todo esto. Los focos calentaban a Dániel mucho más
que cualquier otro día, aun sin seguir las instrucciones del profesor, que había
ordenado que la situación se calentara. A pesar de todo esto, la que estaba
roja como un tomate era Biork―: ¿Acaso crees que una no tiene derecho a ver el móvil
de su novio? ―A Kate le dio una punzada en la boca del estómago al sentir que
le quitaban el novio aunque fuera por un momento―. ¿Acaso tienes algo que
ocultar? ―terminó mientras seguía con la mano extendida moviendo los dedos,
ansiosa de que cayera algo en ella.
Dániel se
levantó, sacó el móvil del bolsillo y se lo entregó a Biork, que rápidamente
desbloqueo la pantalla, pero antes de que llegara a localizar el icono del whatsapp,
él se lo quito de las manos de un zarpazo:
―Ehh…¿qué
haces? ―Esto aún no se sabe si formaba parte de la improvisación, o pertenecía
a la vida real. Todo lo anterior, tampoco.
―¿Quién es
Charlize? ―escupió Biork. Lo que antes fue una punzada en la boca del estómago
de Kate, se convirtió en patada con bota militar. Charlize era una amiga de Kate.
Una amiga de la infancia. Una amiga cuyo chat con Dániel había revisado Biork
el día que le cogió el móvil. El chico no pudo reprimir una mirada furtiva a su
novia. La mano de la chica cortó el aire a una velocidad inusitada, y la
galleta estalló en toda la cara de Dániel, como un crochet le llega a un boxeador
por el lado del ojo, que tiene ya cerrado. El “Plass” resonó por toda la sala. Tras
unos segundos de silencio, los siguientes “plases” que sonaron, provenían de los
explosivos aplausos de Kate, que acababa de levantarse haciendo volcar la silla
hacia atrás. Todos se la quedaron mirando, y tras un par de segundos de duda, también
se levantaron y comenzaron a aplaudir. Hasta el profesor Constantín aplaudió, así
como diciendo: “¡Qué bueno!”