Este jueves nos convoca Dorotea con el tema de la vejez.
Yo tengo que decir que me he escapado un poco por la tangente, ya que lo ultimo que escribi
ers un poco tetrico y no queria hurgar en la herida. Pero he sido bueno y me he pasado muy poquito de las 350 palabras (esto ya lo he puesto en numeros para no hurgar mas en la herida.
Podeis encontrar el reto de participaciones para esta convocatoria AQUÍ
―Diga…
―Hola.
Soy yo.
―Ah, hola.
¿Cómo va?
―Se ha
muerto mi hijo Julián.
―Ah,
vaya. Era el último que te quedaba, ¿no?
―Sí. ¡Joder, tía! ¡Qué rabia…
¡Ay, perdón! ―Y se persignó―. Ave María Purísima…
―Sin
pecado concebida. Pues
parece que no te ha sentado muy bien. ¿Cuánto querías que viviera? Ya debía tener
noventa …
―Ochenta
y cinco. Es que la familia de allí se ha quedado hecha polvo.
―¿No se
lo esperaban?
―Siií. Tenía
un tumor cerebral con metástasis en los huesos, pero aun así… Ya sabes cómo va
por allí. Mi nieta Rosario, la que lo cuidaba, se ha quedado hecha polvo. Los
otros seis hijos, no tan mal, pero jodidos también… ¡Ay, otra vez, perdón! ―Y
se volvió a persignar―. Ave María Purísima…
―Sin
pecado concebida. Tú parece que estés haciendo puntos para una prórroga.
―Ya. Es
que se me escapa. La costumbre, que es más fuerte que el amor…
―¿Quieres
decir?
―Hombre,
claro. Lo dice una canción… Bueno, que ya te digo que es más bien por la
Rosario, y los nietos, porque él ya no tenía ganas de vivir. Desde que se murió
su mujer, decía que estaba de sobra. Ya puedes contar. Todos sus hermanos
muertos… Amigos ya le quedaban no más de tres, y en caída libre. Pensaba que
solo estaba para estorbar. Medio día se lo pasaba llorando, cuando no le veían…
Pero ya sabes que por allí tienen miedo. Y no sabía qué era peor
―Pero ¿no fuiste a verlo?
―Noo.
Que va. Hace unos años lo intenté. Un par de veces. La primera vez se asustó muchísimo.
Y la segunda, le dio un telele. Yo creo que el tumor le salió de eso. Pero no
lo sé seguro. Lo he preguntado, pero no me lo quieren decir. O sea que seguro…
―¿Y
venir él?
―Nooo. Él
era muy bueno…
―Y lo
tuyo, ¿cómo va?
―Pues no
lo sé. No me dicen nada.
―Pero tú,
¿de qué quinta eres?
―Yo del
noventa y ocho.
―Os…
¡Uff! Casi se me escapa. Pero, hija, es que tú tienes una lengua…
―Ya,
pero me dijeron que en quince o veinte años, ya estaba.
―Pues mira,
yo soy del dos mil catorce y el mes que viene ya subo al cielo. ¿Quieres que le
diga algo a tu hijo?
―Bueno,
dile que lo quiero. Y que tengo muchas ganas de verlo.