Nuestro Regaloa de Neogeminis

miércoles, 20 de abril de 2022

MANAZAS

Este jueves nos convoca Mónica en su blog NEOGEMINIS con una propuesta que ha titulado           "Vuelo simbolico". Se trata en dejar fluir a partir de una ilustracio, entre varias a elegir. Yo he escogido esta:

 

El título no va a ser muy original, porque el tema de todas las fotos es bastante común.

Podeis encontrar el resto de aportaciones AQUI


            Aquella mañana le despertó el dolor. La noche anterior, cuando se durmió, tenía las mismas manos blancas, pequeñas y delicadas que había tenido siempre. No hacían juego con el resto de su cuerpo, que si no musculado, sí era al menos fibroso.

          Rita lo conoció en el gimnasio, y enseguida intimaron. Sus “repasos visuales” por la sala de pesas eran conocidos por todos. Sin embargo, no miraba glúteos, ni pectorales ni deltoides. Ni siquiera cuádriceps y bíceps. Miraba las manos.

          Ánder no frecuentaba la sala de pesas. Se desconoce porque llamó la atención de Rita. Era una anomalía en sus parejas, incluso las ocasionales.

          Rita era consciente de que aquello suyo era prácticamente un fetiche. La esencia de la masculinidad era para ella las manos. Había leído en internet de la obsesión de algunas mujeres por las manos. Fibrosas y venosas eran las que más éxito tenían. Sin embargo para ella todo eso palidecía ante el tamaño.  Unas manos grandes, que cogieran del brazo sus cincuenta kilos y los manejara como un trapo, que la sujetaran por la parte alta de sus muslos sin que la dejaran ni soñar con escaparse, que la rodearan del cuello y la aplastaran contra la pared… Esas manos encarnaban una masculinidad superior. Pero su gran ilusión era…

          El día que Ánder le organizó su cumpleaños, lo pidió al soplar las velas: «Un hombre capaz de cogerla por su estrecha cintura y llevarla con una sola mano, como si fuera un fardo, un objeto, en definitiva, una posesión».

          Tres meses después Ánder y Rita dejaron la relación. El ángel de los deseos de Rita, con las restricciones de personal, se tenía que ocupar de un cincuenta por ciento más del personal que tenía asignado por contrato, y no se enteró de esta circunstancia. Cuando le llegó el deseo pensó: «¿Ahora me voy a poner a buscarle un tío nuevo, además tan difícil de encontrar, con esas manazas? Pues le arreglo el que ya tiene, y ya está». Tres horas después de despertarse, el palmo de Ánder medía ya cuarenta centímetros.

miércoles, 13 de abril de 2022

EL CALEFACTOR

 

 Esta semana nos convoca Mag para ensimismarnos en ensoñaciones despiertos.

Ha hecho una preciosa introduccion del tema, es su blog LATRASTIENDADELPECADO pero un poco larga y no he llegado a la parte donde pone limite de palabras😜

Podeis leer otras aportaciones mas cortas AQUI


 Estaba yo teletrabajando para la multinacional que me paga, cuando sonó el timbre. Me quite las dos mantas, bajo las que nos obligaba a trabajar la ola de frio que ya duraba dos años, y salí a abrir la puerta. Era el de Amazon, dentro de un traje de nieve.

­―¿Es usted el Sr. Newman? ―preguntó sin atreverse a sacar las manos de los bolsillos. Yo asentí y él le dio una patada a la caja que había en el suelo haciéndola entrar en mi apartamento­―. Adiós.

Venia de mi multinacional. “Calefactor de altas prestaciones” ponía en la etiqueta. Abrí la caja. Era una chica vestida, o eso representaba. Japonesa y pequeñita. Aunque, así plegada, resultaba difícil  calcular su altura, no debía pasar de 1,50. Los ojos eran de japonesa de “manga”, no de japonesa real. La toqué, y la textura tenía  una humanidad sobrada de colágeno, increíble. Ojeé las instrucciones. “Conectividad: Habla”. “¿Cómo que habla? Es un calefactor, ¿no?”, pensé. Desplegué el poster. Ahí estaba sin ropa y se parecía más a una chica que a cualquier otra cosa, pero no tenía tetas, ni siquiera minitetas, pero en compensación, lucía dos manos en cada brazo, y dos pies en cada pierna, cuya funcionalidad era un misterio. Desplegué a la… al calefactor, y ,efectivamente, venía con esa dotación. Seguí leyendo: “Puesta en marcha: Plug and Play. Siéntese en su puesto de trabajo y accione el interruptor.” Arrastré la caja hasta el ordenador, me senté frente a él y pulse un botón que tenía en la nuca. Se puso en marcha como un resorte, y dio un vistazo a mí y al apartamento, como procesando la información. Luego, con su plan trazado, se quitó la ropa, me apartó del ordenador y me quitó las botas, los tres pares de calcetines y los guantes. Luego se sentó sobre mí. Tetas no tenia, pero el resto de atributos femeninos estaban en perfecto orden. Envolvió mis manos entre sus manos dobles, e igualmente hizo con mis pies. Apretó su espalda contra mi pecho y encajó su coronilla bajo mi barbilla. Emanaba un agradable calor toda ella; o sea, él; o sea, el calefactor.

Su mano inferior derecha funcionaba como ratón, conectada no sé cómo a mi ordenador. Cuando no escribía a dos manos, y solo usaba el ratón, acostumbraba a apoyar  mi mano izquierda sobre el interior de mi muslo, pero como ella estaba sentada encima, me vi obligado a apoyarla sobre el de ella. Su pelo olía como humano, de lavado el día anterior. Me separé del calefactor para contemplar la nuca que su pelo corto dejaba al descubierto. Cuando ya traspasé la línea en la que ya no eres dueño de tus actos, me abalancé a morder la nuca del calefactor, pero el botón de encendido me cortó el rollo. No obstante, el artilugio ya había detectado la revolución dentro de mis pantalones. Supongo que estaba entrenado para ello.

­―Está usted muy tenso, Sr. Newman. ―Ya estamos, la primera palabra que suelta, una crítica. Yo estaba extremadamente avergonzado, pero no sabía cómo disculparme, ni si debía hacerlo, al fin y al cabo era un objeto, ¿no? Entonces ella apoyó su mano sobre mi entrepierna―. No se puede rendir adecuadamente con esta tensión acumulada ―sentenció. Luego se arrodilló, me desabrochó el pantalón y me liberó de mi tensión―. Mucho mejor así, ¿verdad? ―preguntó retóricamente. Yo no me atreví a llevarle la contraria. Sabía hacer más cosas que hablar y calentar.

Seguí, seguimos  teletrabajando cuando pasado un ratito, le susurré al oído: “Tengo frio en los hombros”. Inmediatamente, afloraron de su pecho dos largas y planas tetas que se desplegaron por detrás de ambos y cubrieron mi espalda. Calentar calentaban, pero eran un evidente error de diseño, como la ubicación del interruptor. Cualquier inminente intentó de revolución dentro de pantalones, quedó abortada en aquel momento.

La alteración del día, hizo que no me pudiera concentrar en el trabajo, y el rendimiento, a pesar de los alicientes, fue mínimo.

―Mañana… ―empecé a balbucear cuando ella, ―Caly, la había bautizado, aunque aún no me había atrevido a decírselo―, me interrumpió. 

―Mañana, yo me levantaré un rato antes, y te llevaré el desayuno a la cama. Si durante la noche no te has liberado de todas tus tensiones, lo arreglaremos, y luego nos pondremos a trabajar duro.

Pues ya estaban contestadas todas mis preguntas. A las nueve de la noche, antes de cenar pensé en llamar a mi novia:

―Cari… ―Se escuchaba un ajetreo tremendo para la hora que era.

―Ahora no puedo, luego te llamo ―consiguió articular entre lo que parecían jadeos…

―¿A ti también te han enviado un calefactor? ―Pero Cari ya había colgado. Caly preguntó:

―¿Era tu novia? ―No sé si el verbo en pasado era por orgullo propio, o `por alabar a las prestaciones de su compañero, el calefactor de mi novia.

―Eso creo. Por lo menos lo era ―balbuceé fijando la mirada embobada en la pared.

―No te preocupes, no la necesitas.

Mientras Caly preparaba la cena, inspeccioné la caja donde había venido. “Made in China”. Deben haber inundado el país de calefactores optimizadores de rendimiento. Ya sé porque China apoyó a Puttin cuando decidió cortarnos el suministro de energía. Frio en vez de pandemia y negocio seguro.

Me quité las dos mantas, bajo las que nos obligaba a trabajar la ola de frio que ya duraba dos años, y salí a abrir la puerta. Era el de “la Sirena”. Había dejado la bolsa de congelados en la puerta y no se había esperado ni a que le firmara.

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jueves, 7 de abril de 2022

EL VIAJE A JERUSALEN

 

Esta semana nos convoca MYRIAM, con unas frases a partir de las cuales crear un texto. yo he elegido la novena, porque ya nos ponía en situacion. El titulo TRIP TO JERUSALEM es un poco raro, pero es ese uno de los nombres de lo que describe el texto. Y convocando quien convoca...

 Podeís encontrar el resto de textos AQUI

 

 

 

               Cuando llegó, vio un furgón policial en el exterior del estadio, pero no parecía haber nadie saliendo o entrando.

          De repente, el vehículo empezó a moverse como si alguien estuviera dando saltos dentro. Segundos después, se paró, las sirenas comenzaron a sonar, y la luces azules a refulgir. Por la puerta lateral salió un policía enfadado, y las puertas traseras se abrieron y escupieron una silla, antes de volver a cerrarse. En el estadio se escuchó el clamor que produciría un córner. Las estridencias cesaron y el furgón comenzó a moverse otra vez.

          Pasados unos segundos, otro policía salió cabreado por la puerta lateral y otra silla por la trasera. En el estadio se oyó algo parecido al rumor que produciría el lanzamiento de un libre directo sin éxito. Las sirenas volvieron a sonar y los destellos volvieron a aparecer.

          Luego cesaron y volvió el traqueteo del furgón, que acabó con el mismo resultado: otro policía fuera y otra silla lanzada desde dentro. El clamor ya se acercaba al que originaría un árbitro pitando un penalti.

          Ocho policías y otras tantas sillas después, el estadio estalló como si hubieran marcado un gol. El video en streaming que mostraban las pantallas, dejaba ver a un único policía sentado en una única silla, en el interior del furgón, alzando los brazos en actitud de victoria. El público lo aclamó y lo aplaudió. Poco después, los jugadores volvían al campo para iniciar la segunda parte del partido.

 



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