Esta semana nos convoca MAG, y nos insta a hacer una intervención en la historia, mediante una heróica y mágica aparción, en un momento crucial de ella. Primeramente, pido perdón por el título facilón, pero Mag es una provocadora y no me he podido resistir.
Seguidamente, debo detallar que soy consciente de que el tema invita a reflexiones filosóficas y morales, que en esta ocasion no he atendido, porque me ha salido esto.
Posteriormente debo informar de que el hecho histórico al que me refiero en esta texto, es poco conocido por el público en general. Podría darse el caso de que algunos duden de su rigor histórico e incluso de su veracidad. Para gustos los colores.
Casifinalmente debo recordar que la semana pasada no me pasé de 350. Lo siento, Mag.
Finalmente, informaros que podéis y deberíais visitar al resto de participantes, cuya lista encontrareis AQUÍ
―…Chas! Y aparezco a tu lado ―terminé, bajando un poco la voz al final, para no hacer el ridículo más de lo estrictamente necesario, apareciera donde apareciera.
El sitio en cuestión era una enorme instalación de suministro de agua con unas cañerías gigantes. Yo sabía que tenía que impedir una acción pero no tenía claro exactamente cuál. Unos metros delante de mí, había una chica oriental de 12 años. No aparecí exactamente a su lado, así que habría que reformular el conjuro. En realidad, el conjuro tiene alguna deficiencia más que detallaré a su debido tiempo. Tanto la chica como yo estábamos de pie en una pasarela con suelo de rejilla metálica y barandilla a ambos lados. Una incalculable cantidad de metros nos separaba de suelo firme. Estaba todo oscuro, excepto por una luz que había junto a ella. En cuanto la vi comprendí lo que tenía que hacer.
―¡Detente, malandrina! ―le grité.
―Pero ¿cómo me has descubierto? ―contestó la chica muy segura de sí misma.
―Muy fácil. “Cui bono”.
―No hablo inglés ―me contestó en un perfecto español. Se notaba que había ido a escuela de pago―. No sabes con quien te estas metiendo ―continuó mientras se apresuraba a desenroscar la tapa de un cilindro metálico, del tamaño de uno de pastillas efervescentes, pero de aspecto más sofisticado; aluminio mate y eso… con una lucecita roja que se encendió una vez lo hubo abierto. Luego lo acercó a una tolva del mecanismo principal de la instalación dispuesta a verterlo allí.
―¡Que te detengas, te he dicho! ―le grité con una determinación desconocida hasta para mí mismo, al tiempo que le apuntaba con el dedo, dispuesto a disparar.
Entonces empezó a salir un humillo del tubo, y la chica comenzó a toser violentamente y a convulsionar. Cayó en pocos segundos. El líquido que salió del cilindro comenzó a corroer el suelo de rejilla. Había una inscripción en el tubo. “Servicio anticapitalista revolucionario y social. Compuesto operativo versión 1”. Bueno, no ponía todo eso; el tubo no era tan grande. Lo ponía en abreviatura. Me acerque y empuje con la punta del pie, tanto a la chica como al tubito. Tardaron casi cinco segundos en tomar tierra.
El otro defecto del conjuro ―supongo que AlexyCristina ya lo saben, pero la convocante del reto, igual no― es que solo tiene billete de ida. De modo que me quede allí, sin saber ni dónde ni cuándo estaba, aunque tenía alguna sospecha. Siete años después, apareció detrás de mí otra chica oriental, de 19 años, con mascarilla:
―…Chas! Y aparezco a tu lado. ―Ella no bajo la voz; muy al contrario. Sonaba amenazante. Me apuntó con el dedo―. ¿Conque “cui bono”? Te vas a enterar. Aparta o disparo.
Me di cuenta de que ese era el momento de la verdad, y me agarré con ambas manos a la barandilla, obstruyéndole el paso a la tolva. Ella no amenazó ni advirtió más. Directamente me disparó una uña de porcelana emponzoñada. Caí al suelo herido de muerte. Pasó por encima de mí; ni siquiera llevaba falda, iba con pantalón. Bueno, si hubiera llevado falda no me habría fijado en lo que ponía en el tubito que llevaba en la otra mano, y no habríamos sabido cómo termina la historia. Ponía lo mismo que en el otro tubito, pero acabado en 2.