miércoles, 31 de agosto de 2022

SERENDIPIA

Esta semana nos convoca NEO... Ay, no. Perdón. DOROTEA nos convoca esta semana, con un tema aledaño al cuento de "Cenicienta". Este texto esta cogido un poco por los pelos, pero en esencia encaja perfectamente con lo que representa ese mito, aunque a veces no sea por méritos, sino por casuaidad. Además, para los nombres que salen, me he tenido que documentar, . Si no se sabe la anecdota del origen del protagonista (que es publica y notoria), quizás no se entienda.demasiado el texto.

Podeis encontrar el resto de aportes AQUI

 

 

          15 junio 1998

          Otra vez soy el único. Aquí deben ir conmigo al menos cincuenta, pero como yo ninguno. Cuatro o cinco de Bose, otros cuatro o cinco Diltia, y hasta ocho o diez de la vieja Nitro. Cuando nos metan dentro del cajón ya estoy oyendo el cachondeo:

          ―¿Qué, Silde? ¿Otra vez solito? No vales ya pa na. En cuatro días te retiran. ―La puta Nitro; que rabia me da… con lo vieja que es. Así reviente…

          ―¿En cuatro días? Yo creo que la próxima semana no viene ni uno. ―Esta es la guarra de la Warfa. Una recién llegada y ya se mete conmigo, y como de ella vienen seis me tengo que callar.

 

          22 junio 1998

         

 

          29 junio 1998

          ―Hombre, Silde. Otra vez por aquí. Pensábamos que ya no te veíamos más. Como la semana pasada no vinisteis ni uno… pensábamos que ya te habían jubilado. La Warfa acertó de pleno. ¡Cómo nos reímos la semana pasada…! Además ha venido una nueva: la Tadala, que por menos precio da mejor…

          ―Déjalo ya, Nitro ―me defendió la Tadala.

          ―Pero, ¿tú qué te has creído? Nueva aquí, y dando órdenes…

          ―¡Que te calles ya, Nitro! ―cortó Sintrón―. Siempre estás dando pol culo. A ti sí que te van a jubilar cualquier día, anciana. ―Sintrón es el rey, aquí. Todas las semanas vienen más de treinta. En tono serio me preguntó―: ¿Es verdad que han salido mal los ensayos que te han hecho?

          ―Eso dicen, pero yo lo hice lo mejor que pude…

          ―Ya. Pues lo siento, chico. Ya sabes que esta gente lo que quiere son resultados… por eso tienen tanta pasta.

          ―Ya, gracias…

 

          6 junio 1998

          ¡Walla…! No he podido hablar hasta ahora que nos han colocado, porque veníamos apretujados más de cincuenta. Jaja. Todos se han quedado con dos palmos de narices. Lástima que no voy a poder reírme de ellos, porque ya no nos ponen en el cajón de “hipertensión y circulatorio”. Nos han puesto en un cajón nuevo; pero nuevo, nuevo. Ahora estamos en “disfunción eréctil”. Hasta nos han cambiado el nombre. “Viagra”, nos llamamos ahora.

 

viernes, 26 de agosto de 2022

LOS PRINCIPIOS DEL AHORA INEVITABLE CAMBIO CLIMATICO

Hola , mando otro para el reto de esta semanade NEOGEMINIS. Se trata de hacer un texto con principio sugerido. Yo he elegido el mismo, el del tren.Esta historia la escribí en 1978, de ahi la mentalidad del narrador, y la morfologia del tren  aunque ya sabía de cambio climatico. Sorprendentemente, el inicio coincide exactamente, letra por letra, con el propuesto por la Convocante.

Podéis ver el resto de entradas AQU


 

        "La vieja estación se alzaba en medio de la llanura. Las vías paralelas señalaban un preciso punto de referencia más allá del ocre de las espigas." Un ocre mismamente igual que el de la boquilla del cigarro que se estaba fumando aquel señor. Había salido del departamento,  porque un “pesao” de los siete que viajaban con él, decía que “le molestaba el humo”. «¡Gilipollas!», pensó. Pero no lo dijo, Aún quedaban muchas horas de tren hasta Sevilla, y no era cuestión de ir todo el viaje de mal rollo. Así que salió al pasillo y cerró la puerta corredera del departamento, “no fuera cosa que cambiara el viento y entrara un poco de humo”.

            Sacó el codo de la mano de fumar por la ventanilla, y de este modo su extremidad entró en un horno más caluroso aún, que el del interior del tren. En el lado del pasillo daba el sol, así que aquel cigarrillo iba a ser un “quicky. Miró el paisaje: «Este trigo está más tostao que seco. Como no lo cosechen pronto…», pensó. El fumador era un urbanita recalcitrante, sin la menor idea de las tareas agrícolas.

            ―Ah ―exclamó sin demasiada convicción, al notar que alguien había tropezado con él. Se giró y había un niño llorando en el suelo, aunque no hizo amago de ayudarlo a levantarse. Estaba mal de las lumbares―. ¿Qué te pasa, renacuajo? ¿Estás bien? ―Afortunadamente el niño se levantó como un resorte.

            ―Aúpame para mirar por la ventana ―exclamó desde detrás de sus gafas redonditas de empollón.

            Finalmente el fumador tuvo que agacharse, aunque con el niño de pie, el esfuerzo ya no era el mismo. Dejó el cigarro en el borde de la ventana y aupó al niño:

            ―Todo eso que se ve es trigo. Eso se muele y se hace pan ―explicó haciendo un alarde de cultura, pero el chaval se limitó a sacudir repetidamente un palito de madera que llevaba, conjurando cosas en una lengua muerta. «Debe de ser extranjero», pensó―. ¡Hala, venga!  A correr por ahí. ―Lo dejó en el suelo y sorprendentemente el niño obedeció, aunque por iniciativa propia.

Luego se incorporó y el cigarro no estaba. Se asomó, miró hacia atrás y ya se había formado un pequeño fuego en el trigo. Se alarmó. Miró a un lado y otro del pasillo. Nadie miraba. En un momento de lucidez, tiró de la maneta del freno de emergencia, que estaba adornado con un SOS gigante y una parrafada en la que destacaban “peligro” y “multa”. El tren pasó en un breve espacio de tiempo de los 40 km/h que solía viajar, a cero. Todo el mundo empezó a gritar y a salir al pasillo. El fumador se asomó a la ventanilla pero ya no se veía ningún fuego. El tren estaba trazando una curva hacia el exterior cuando se accionó el freno, de modo que desde la ventanilla ya no se veía el pequeño ―de momento― fuego.

―¿Qué ha pasado? ―preguntó el revisor. Todos miraban al fumador, pero únicamente porque era el que más cerca estaba del freno de emergencia. No había tenido la precaución de alejarse de allí. No obstante haciendo alarde de unos sorprendentes reflejos contestó:

―Nada… Un niño con gafas y un palito, que me ha dicho que lo aupara para mirar por la ventanilla, y se ha colgado de la anilla. ―Hubo un clamor de decepción entre el público, por lo poco emocionante de la anécdota―. Tenía una cicatriz muy fea en la frente ―especificó, pero la descripción cayó en saco roto y el viaje se reanudó. Nadie iba a buscar al niño. Total, era un niño.

Días después en la televisión dijeron que el incendió, que había quemado cien hectáreas, se había originado por la rotura de una botella lanzada desde un tren, sobre cuyos trozos el sol incidía de tal manera que…bla…bla…bla.


lunes, 22 de agosto de 2022

MAGIA DE LA BUENA 2

 Felicitando por anticipado a Mónica por tener la paciencia de aguantarnos, y el coraje necesario para batir el record de convocatorias seguidas de jueveros (dato no contrastado, pero probable), me sumo con este texto, que ha resultado que traiciona ampliamente el espiritu agroferroviario de la propuesta, pero el tren se desbocó.

Encontraréis el resto de propuestas por AQUI

  

 

          La vieja estación se alzaba en medio de la llanura. Las vías paralelas nos señalaban un preciso punto de referencia más allá del ocre de las espigas, y cuanto más se empinaban las vías más alto se situaba el punto. Cada vez a menos velocidad debido a la pendiente, nos íbamos acercando a la estación que contrariamente a lo previsto, no aumentaba de tamaño, sino que conservaba el mismo que cuando estábamos lejos de ella. De este modo, al llegar a su altura, vimos que era una construcción megapequeña, infinitamente mínima. Solo cabía una persona, de modo que para entrar otra, su predecesora debía saltar al tren, ya que no había andén. Subieron cinco personas que se colocaron delante de nosotros.

          Una vez acondicionados, el tren reanudó la marcha, pero la pendiente cambió hacia abajo, como si la estación hubiera estado en la cima de una campana de Gauss. El campo de trigo desapareció del horizonte y nos hundimos en lo que alguien dijo que era un túnel, pero que a mí me pareció más bien un agujero. Una vez adentrados en la oscuridad, el paisaje cambió a noche estrellada. Los astros iban quedando atrás, incluso adelantamos a la luna, cuando, de golpe y porrazo, una escoba salió de la nada y desnucó al que se había colocado justo delante de mí. Al otro extremo de la escoba había una bruja del tamaño de Sansón, que no paraba de reír, como si la cosa tuviera gracia. El siguiente “viaje” le cayó al que iba primero en el tren ―mi abuela siempre me decía que no me pusiera ni el primero ni el último; siempre en un punto intermedio; ¡Cuánta razón tenía!―, con resultado de fractura múltiple de cráneo, con pérdida de masa encefálica. La bruja se reía más fuerte que antes. ¿Saben esa risa contagiosa? Pues esta no era de esas.

          Entonces el tren cogió una curva pronunciada que casi nos echa del vagón; buena parte de la masa encefálica la ignoró, y siguió en línea recta. Un poco antes pasar bajo un puente, apareció sobre él Harry Potter disfrazado de médico, blandiendo su barita de sauco, y nos escupió: “Renucatis”, e inmediatamente después, justo pasando por debajo él: “Craneus Repara”. Los dos lesionados se recuperaron por arte de magia.

          Una vez nos apeamos, nosotros nos alejamos no sin cierta premura, mientras Torticolis y Cabezahueca exclamaban al unísono:

          ―¡¡Wallaaa!! ¡Qué guay! Yo me quiero subir otra vez.     

 

miércoles, 17 de agosto de 2022

POR FIN

    


 Esta semana he hecho un "dos en uno". o un "uno para dos". El final es uno de los Mnpuestos en el reto de NEOGEMINIS, y el relato esta inspirado en una de las fotos del reto trimestral de GINEBRA.

De las opciones de final propuestas he escogido la primera, que es la mas socorrida, pero que me ha conducido perfectamente el final. De las fotos inspiradoras he escogido la de abajo.

El resto de aportes de Monica, los podeis encontrar AQUI, y los de Ginebra, AQUI.


          Por fin me he decidido. Hay acabaré de una manera u otra. Hay una subida del rio y corre desbocado. No me encontraran en mucho tiempo, quizás nunca. Ya nada me ata. A nadie le importo. Los amigos están para las ocasiones, pero no para todos.

           Con vencer el cuerpo un poco hacia delante y mantenerlo rígido, esta barandilla tan baja hará el resto. El agua baja vertiginosamente; da miedo. Si cierro los ojos… Nada; la tromba de agua es atronadora; no me atrevo. La gente pasa a mi lado como si no existiera. Para las mujeres soy un fantasma. Los hombres solo me miran el culo.

          Si me pongo de puntillas, cierro los ojos y vuelvo intentarlo. Me inclino un poco, me pongo rígida…

          Y entonces noté como alguien me pisaba los talones…

          ―¿Qué haces, tía? ―Una voz de chico atiplada me regañó al oído. Pegó su cuerpo al mío, y noté sus pechos en mi espalda, al tiempo que su brazo me rodeaba la cintura. Pisó más fuerte hasta que me obligó a bajar los talones. Su abrazo era firme. Entonces su mano libre se apoyó en el dorso de la mía y la apretó con delicadeza.

          Por fin… A partir de entonces, todo cambió para siempre.

  

 

martes, 9 de agosto de 2022

LA ANTORCHA DE KRAUS

 Esta semana nos convoca Monica en su blog NEOGEMINIS con un reto original y que puede dar mucho juego.

Un relato basado en el titulo de un blog que nos resulte curioso.

Yo he elgido el que da titulo a la entrada

Podeis ver el resto de aportes AQUI

 

 

          Kraus tenía el fuego. El fuego era algo muy importante en una sociedad cavernícola en la que siempre llovía. Llovía continuamente agua negra desde que se fueron Los Pueblos de las Estrellas. Los Pueblos de las Estrellas lo destruyeron todo, los sitios y la gente; no conquistaron las tierras, ni se llevaron personas ni animales; solo dejaron la lluvia negra para siempre. Eso fue hace muchos siglos.

          Kraus repartía el fuego por las cavernas, y esa era la única luz que veían sus habitantes porque la lluvia negra no dejaba pasar la luz del sol. Nadie sabía cómo lo hacía; ese era su secreto y por eso era tan popular. Lo intercambiaba por carne y grasa para las antorchas. Aunque los cavernícolas, todos ellos cazadores, intentaban con la grasa animal mantener vivo el fuego el mayor tiempo posible, Kraus tenía que pasar a reponerlo de vez en cuando.

          Él necesitaba mucha grasa porque su cueva era muy grande. Tenía repartidos por toda ella gran cantidad de dibujos enmarcados que encontró una vez en un edificio muy raro de las ruinas. A Kraus le gustaba mucho ir por las ruinas, aunque era peligroso; allí se refugiaban los animales, y allí iban a cazar los cavernícolas, pero ellos iban en grupo, y Kraus siempre iba solo. Se llevó todos los que pudo, incluso volvió varias veces para traerse los más bonitos. También había estatuas, pero pesaban mucho para traerlas.

          La suya era una de las cuevas más grandes; tenia 515 m² y necesitaba mucha grasa para iluminarla ―le gustaba mucho contemplar los dibujos―. Por ejemplo, La Convocante, ―que nadie llamaba así, porque nadie era capaz de pronunciar más que monosílabos― que también era alguien muy popular, tenía una cueva de 485 m²­. En cambio Marifelita, que era una cazadora nueva que había llegado a las cavernas, tenía una de solo cuatro metros cuadrados; aunque a través de una grieta, se veía detrás un espacio vacío, de modo que si picaba la piedra, podría agrandar la cueva. Era una práctica común, pero para ella era urgente.

          Kraus se fijó en Marifelita, pero como ella no le llamaba ―posiblemente porque aún no tenía nada para intercambiar―, se decidió a acercarse a su cueva y hacerle una oferta de lanzamiento: “El primer fuego, gratis”. Ella, curiosamente, tenía una tea preparada. Kraus se dispuso a hacer su magia, pero su magia falló: “Zippo. Nunca falla” ponía en la caja que lo encontró. “Nunca” había llegado. Instintivamente agitó el encendedor junto a su oreja, pero no se escuchó aquel líquido que otras veces había oído. Necesitaba gas al precio que fuera, así que decidió ir a donde lo encontró hace años. Allí debía estar la solución.

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