Hoy toca dos en uno. Este relato es para dos retos. Para la propuesta juevera de esta semana que nos convoca NEOGEMINIS con el tema de los "secretos", y para el concurso mensual (fuera de concurso), de EL TINTERO DE ORO. Para ambos me paso de palabras, pero mucho mas para los jueveros
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―¿Te vienes a lo de Balty?
―Vale. No tengo otra cosa que hacer. ―Ambos indigentes salieron
del albergue y se dirigieron a la funeraria―. ¿Qué es lo de Balty?
―Su funeral. ―Hubo un silencio.
―¿Balty ha muerto? ¿Estaba enfermo o algo?
―No. Lo han matado.
―¿Cómo que lo han matado? ¿Quién? ¿Por qué?
―No se sabe. Ni se sabrá. Nosotros no le importamos una
mierda a nadie. ―Esta vez el silencio se alargó casi una manzana.
―¿Y a donde vamos exactamente?
―A lo de Nathan. Balty se había pagado lo de Nathan. ―En
esta ocasión el silencio se alargó dos manzanas más, hasta que se cruzaron con
otro indigente que venía de frente:
―¿Vais a lo de Balty? No hace falta que vayáis. Está
cerrado. Tiene un precinto de la policía.
―Pero ¿Balty está dentro?
―No se sabe. Ni se sabrá. Nosotros no le importamos una
mierda a nadie. Pero hay un huevo de gente esperando. Casi todos compis, pero había
alguno que no conocía; así bien vestido. Igual tenía familia ―contestó el que
venía de allí.
―A lo mejor está precintado porque la policía está
investigando…
―Jajaja ―rieron los otros dos creyendo que lo decía en
broma. El que venía de la funeraria siguió su camino.
―¿Cómo es que todo el mundo se había enterado menos yo?
―No se sabe. Como no lo sepas tú… Demos la vuelta. Si está cerrado
para qué vamos a ir. Tengo una botella de vino en el albergue. La cojo y nos
vamos al parque.
―No. Guárdala para la tarde. Vamos al bar ese de ahí. Tengo
para unas birras.
―¿Nos van a dejar entrar con estas pintas?
―Es un barucho de mierda. ¿Por qué no nos van a dejar entrar?
Entraron, pidieron, pagaron por adelantado y se sentaron en
una mesa. El bar estaba prácticamente vacío excepto por los que acababan de
entrar, el barman, que se llamaba Harry, y la televisión: «Ayer fue detenida
por la policía de Los Ángeles la familia Fisher por un presunto delito de
estafa agravada…»
―¿Ves como no ha dicho nada? Además, no vamos tan mal
―Ambos echaron un vistazo fugaz al local―. Oye, ¿tú también te has pagado eso
de Nathan?
―Claro. Solo son 30$. Por 30$ tiene uno donde caerse
muerto. ―De pronto, se rebuscó en el bolsillo del gabán. Sacó un monedero muy
abultado, más por papeles que por billetes, rebuscó entre ellos y encontró uno que desplegó repetidamente hasta que adquirió el tamaño de un folio―
¿Ves? Es un contrato, con firma y sello. Es legal. Si algún día me pasa algo,
cuando me encuentren esto, ya saben adónde llevarme. Es agradable saber dónde
vas a acabar.
―¿No tienes nada de familia?
―No. ¿Y tú?
―Como si no la tuviera.
Al fondo, la televisión, a pesar de que nadie la escuchaba,
seguía vomitando en bucle las ultimas noticias: « …el repulsivo crimen. Su modus operandi consistía en sustituir,
en el momento de la cremación, el ataúd que había escogido la familia por otro
de menor coste. Para ello, cambiaban el cadáver de uno al…»
―¿Y tú no te has pagado lo de Nathan? Pues deberías hacerlo.
En el tablón de anuncios del albergue hay un anuncio…
―Sí, ya lo he visto. Pero eso tiene que ser un timo. ¿Cómo
va a costar 30$ un funeral completo? Con eso no cubre ni el gas de la
cremación. Es imposible. Cuando murió mamá ―el otro levantó la mirada,
inquiriendo―… Eso fue hace mucho tiempo… ―el que hablaba miró al vació e hizo
una pausa― Bueno, a lo que iba… era imposible encontrar algo por menos de 5.000$.
El ataúd no valía menos de 2000. ¿Qué hacen? ¿Nos queman a lo vivo? ¿Sin caja?
―Aquí pone con caja ―le corrigió señalando un punto
concreto del desplegable.
Harry atendía detenidamente la conversación, mientras la televisión
seguía, incansable: «―¿Y usted cómo se enteró de que era una víctima?
―Yo
por la prensa. Mi marido murió hace diez años, y le compramos un ataúd que nos
costó 6.000$. Y ya entonces mi madre me dijo que el ataúd que habían quemado no
era el mismo que habíamos escogido, pero como era vieja, no le hicimos mucho
caso. A veces los viejos..»
―No es una estafa, tío. ¿Has visto como a Balty… ―se
interrumpió― …Bueno, esta vez porque debe haber pasado algo… pero yo ya he ido al funeral de varios compis, lo que pasa que tú no te enteras de nada. Sullivan, el
encargado de las tardes, me ha dicho que casi todos los del albergue están apuntados…
―Pero ¿no ves que es imposible? ¿De dónde va a sacar tanta
pasta?¿Tú sabes la pasta que tendría que poner él de su bolsillo?
―Y Sullivan también me ha dicho que Nathan, hace muchos
años también estuvo en el albergue. Una temporada, antes de casarse y montar el
negocio.
―Es que no me cuadra…
―¡Pues no te apuntes, coño! ―gritó levantándose bruscamente
el que sí tenía donde caerse muerto― Si por 30$ prefieres no tener donde caerte
muerto…
―Joder, no te enfades, tío ―farfulló mientras el otro se
levantaba, se iba hacia la puerta y salía el primero.
En el bar quedaron Harry y la inagotable televisión: « …”Y ¿qué
más da si se va a quemar todo? Les compran esos ataúdes tan caros porque se
sienten culpables; porque en vida los han tratado mal”, declaró el repugnante,
repulsivo e impresentable estafa… presunto estafador».
Días después, el que no tenía donde caerse muerto se plantó
delante del tablón de anuncios, sacó su móvil y marcó el número del anuncio:
323 555 5666. “El número que usted ha marcado ha sido definitivamente
desconectado”, fue la respuesta que obtuvo. Sullivan, que desde su mostrador no
había perdido detalle, recordó lo que tenía que hacer aquella tarde, se
levantó, se dirigió al tablón, arrancó bruscamente el anuncio, hizo una bola
con él y lo arrojó a la papelera.