Esta semana nos convoca MAG desde su blog LA TRASTIENDA DEL PECADO con el tema de los sueños de un famoso. Justo antes de publicarlo he vuelto a leer las consignas y me he aproximado sorprendentemente a casi todas, menos a la extensión.
Podéis encontrar el resto de sueños AQUI
―¡Esa gorra! ―gritó alguien del público que no podía ver el espectáculo. Napo se iba a girar a soltarle algo, pero entre que metido entre el público de un circo romano, que no era precisamente su ambiente, y que justo en ese momento, en la grada de enfrente, Bruto estaba matando a César, no lo hizo. Además era el punto de su pesadilla recurrente en que siempre se despertaba. Estaba obsesionado con la traición, y sus ultimas campañas, no muy exitosas, estaban acercando de forma alarmante su llegada.
Aquella noche, contrariamente a lo acostumbrado, volvió a dormirse.
―¡Esa gorra! ―gritó alguien del público que no podía ver el espectáculo. Napo se iba a girar a soltarle algo, pero entre que metido entre el publico de una sala oscura, que aún era menos su ambiente porque aquella parte del sueño era nueva, que el tal Harry no estaba cometiendo traición al matar a aquel depravado, y que algo le llamó poderosamente la atención de aquel individuo, no lo hizo. Aquella pistolera invertida, sujeta por correas bajo el sobaco del tal Harry, era sorprendente, y le permitiría sacar su pistolón con gran rapidez cuando llevara la mano metida en la casaca como acostumbraba.
Cuando Harry terminó de matar a todos, la luz de la sala se encendió y todo el mundo fue saliendo en manada silenciosa. Ya fuera, Napo iba pasando por delante de las tiendas pero ninguna era una armería. Aunque todo lo que veía era nuevo, él tenía un objetivo concreto: la pistolera. Pasó por delante de una librería y no pudo dejar de observar la promoción de un libro: “El arte de la guerra de Sun Tzu”; “la herramienta imprescindible para ganar una guerra”. Después de pasar por cinco librerías y ninguna armería, comenzó a sospechar que querían venderle algo. La frase promotoria cambiaba un poco: “la herramienta imprescindible para no perder una guerra”, “o como ganar siempre las discusiones”, “o cómo conquistar el mundo”, pero el título siempre era el mismo: “El arte de la guerra de Sun Tzu”. Pensó que en Sun Tzu había habido una guerra que él desconocía. Entró en la sexta librería y ojeó el libro. Por lo visto Sun Tzu era una persona, y Napo no tenía dinero, así que se metió el libro junto con la mano dentro de la casaca, como acostumbraba.
―Eh, el de la gorra ―inquirió el librero; y Napo se despertó. Se levantó de la cama, cogió una moneda de oro y se volvió a acostar.
―Eh, el de la gorra.
―Veo que está usted atento, joven. Tenga… ―y le entregó la moneda de oro; y a partir de entonces la Historia cambió.