Este mes EL TINTERO DE ORO nos invita a explayarnos con un texto referido a Italo Calvino y su novela El vizconde Demediado. Se trata básicamente de dividir al hombre en dos, la parte buena y la mala. Yo he segregado una parte de cada uno de los protagonistas y lo que ha quedado ha sido lo malo; lo bueno, o más bien lo que equilibraba a lo malo, como pasa con las noticias, carecía de interés. AVISO a navegantes, que lo menos escatológico de este texto es el título.
Podéis encontrar el resto de aportes AQUI
Michael y Larry eran mulatos; al menos ayer.
No se conocían; al menos ayer.
Ambos vivían en Boston; al menos ayer. Pero hoy las cosas van a cambiar. Y además hay elecciones.
Esta mañana, nada más levantarse Michael sufrió un apretón que lo llevó presurosamente al wáter. Después de evacuar y antes de tirar de la cadena vio que su zurullo había aterrizado en el plano inclinado, retorciéndose y rompiéndose caprichosamente para formar algo parecido a un muñeco. Un muñeco blanco. Michael era demócrata. Al girarse, y antes de consultar en internet qué patología conducía a cagar blanco, vio en el espejo del baño que ya no era mulato. Era negro. Pero negro que te cagas. Como el chocolate del 99%.
Larry también sufrió su correspondiente apretón, pero su muñeco era negro. Pero no de un negro normal. De un negro oscuro como si se hubiera bebido un cubo de tinta de calamar, pero sin habérselo bebido. Larry era republicano y su reflejo en el espejo era el de un blanco; resultaba un poco raro ver sus facciones de mulato en un rostro blanco. Además era un blanco de tono nórdico, no un blanco cualquiera. Como una tableta de Milkybar.
Michael, libre de todo mestizaje, se dirigía resuelto y confiado al colegio electoral. Sin ninguna de las dudas que ayer le constreñían respecto al sentido de su voto. Hoy ya tenía plena confianza en su presidente y en su reelección. Todas la habladurías sobre la escasa capacidad del máximo mandatario de su país habían dejado de tener sentido.
Larry, libre también de todo mestizaje, se dirigía también a votar. Exento ya de toda duda, que ayer se centraban en los esfuerzos que había hecho el actual presidente por nivelar las desigualdades interraciales, había decidido mantenerse firme en su decisión de votar republicano. Las desigualdades le traían al pairo; ya no era mulato. A pesar de su peinado afro, seguro que mañana le subirían el sueldo.
Han ganado los demócratas y, primero los resultados electorales, y luego los disturbios que arrasaron todas las grandes ciudades, eclipsaron cualquier noticia sobre el color de las evacuaciones matutinas de los ciudadanos del país.
―Apaga de una puta vez la tele y ponme un whiskey, Wayne ―ordenó Larry al camarero―. Estoy hasta los cojones de ver al puto viejo paralítico ese que no se acuerda ni de cómo se llama.
―Tranquilízate, Larry. Hay más gente que quiere verlo. ―Wayne, aunque había cagado blanco esa mañana, era republicano.
―Los cojones, me voy a tranquilizar. ¿Tú te crees que vamos a aguantar cuatro años más al subnormal este alzheimerico, que seguro que lleva pañales porque ya no se debe ni poderse aguantar los pedos? ―vociferó para que todos los del bar lo escucharan―. Wayne, ¿no me jodas que has votado demócrata?
―Un poco de respeto, que también es tu presidente ―dijo una voz desde el rincón más oscuro del bar. Era Michael, que se mimetizaba con las sombras. Los ojos le delataron.
―Los cojones, mi presidente. Será el tuyo, negro de mierda.
“Negro de mierda” se lo habían dicho muchas veces cuando era mulato, pero nunca le había afectado demasiado. En cambio ahora, sin pararse a pensar si lo que había cagado por la mañana podía influir en su comportamiento, se lanzó como una furia contra Larry, derribándolo del taburete. Luego cogió una botella de la barra, la rompió contra el borde y cuando se la iba a clavar a Larry en el cuello, Wayne disparó por debajo de la barra. El frontal de madera amortiguó la bala pero no lo suficiente para perdonarle la vida a Michael. Larry se levantó y recolocó su taburete un poco más allá, porque el sitio donde estaba antes, ahora estaba ocupado.
―¡Que desperdicio! Imagínate que los demócratas hayan ganado por el voto de este desgraciado; que además, ahora se ha librado de tener que aguantar su gobierno. Te lo podías haber cargado antes de votar.
―Es que nunca había venido por aquí.
―Lástima... ―Luego miró a ambos lados para cerciorarse de que no había nadie lo bastante cerca―. Oye, esta mañana me ha pasado algo un poco raro…
Afortunadamente, todavía hay mucha gente que caga marrón, aunque cada vez menos.
Tremendo tu relato! No sé que me gusta más, si lo escatológico del tema o lo políticamente incorrecto en varios aspectos! En cualquier caso genial! Tienes razón que cada vez hay más gente con ideas radicales y menos moderadas, aunque sus deposiciones no me atrevo a decir si marcaran su color político también! Ja, ja! Un abrazote y mucha suerte en el concurso Gabi!
ResponderEliminarEl color político no, porque Wayne caga blanco y es republicano. Lo que se va por el wc es lo que les equilibra antes de hoy. Tanto de color como de actitud, sobre todo la actitud, el color no es tan importante, pero hss visto exactamente lo que quería expresar. Los colores son una excusa.
Eliminarbesoooo, amiga
Pues menos mal que ninguno de los dos se puso de color naranja.
ResponderEliminarSalud.
Me has recordado a un capítulo de South Park, sólo me ha faltado ver a los zurullos haciendo un duo musical :)
ResponderEliminarMadre mia, has hecho de la mierda, nunca mejor dicha un buen relato donde se mezcla muchas cosas y todas en forma de humor.
ResponderEliminarAdemás, interesante saber que de color cagas, asi estará tu intestino ajajja.
Un besote.
Solo puedo decir que el chocolate al 99% es delicioso, aunque solo se consiga en línea.
ResponderEliminarMe has hecho pensar si -según qué situaciones- pudiera cambiarse el color de la piel, ¿cómo reaccionarían unos y otros?
Podriamos haber llamado el cuento: "El Visconde Desmierdado" pero creo que Don Calvito... digo Calvino no se hubiera aguantado tanta blasfemia.
ResponderEliminarOriginal forma de botar lo bueno por la alcantarilla....y solo quedarnos con lo malo que es al final la parte divertida.
Escatológico o no, es un tratado real de cómo el color de la piel puede ser un factor importante a la hora de votar, aveces determinate. Lo mejor sería ser todos marrones :-).
ResponderEliminarUn diálogo brillante, con su aspecto sucio, eso sí :-). Un fuerte abrazo, amigo.
Ahhhhh!!!
ResponderEliminarQué bruto!!!
Abrazo!!!
Un relato demoledor con una dosis de crítica tremenda tras esa situación tan peculiar que dibujas. Muy original y muy potente esta historia, Gabiliante.
ResponderEliminarHola, Gabiliante. Un relato muy potente, con crítica y sarcasmo. Muy bueno
ResponderEliminarUn abrazo
No hay palabras en ningún idioma que pueda describir mi sorpresa de este enfoque tan original al reto, que me ha sacado unos carcajadones enormes de antología. Me encanta el humor y confieso que la idea de sacar lo bueno o lo malo de ese modo que describes es completamente posible.
ResponderEliminarCuando un relato va del color de las heces, mal de tripa parece... Jeje. Curioso relato. Suerte y un abrazo
ResponderEliminarUn bello color, otoñal, con mala prensa... inevitable. Una vez más tu relato me divirtió.
ResponderEliminarAbrazo hasta vos.
Hola, Gabiliante. Qué cantidad de mierda hay en un país, sobre todo en vísperas de elecciones. ¿Verdad? Los extremismos están a la orden del día y nuestros dirigentes, en vez de buscar el equilibrio para gobernar a todo el pueblo, se dedica a contentar a la mitad, enfrentándose a la otra mitad.
ResponderEliminarA ver si conseguimos de una vez que todos carguemos marrón.
Escatológico, divertido y muy triste por la realidad que trata. Felicidades.
Tu sentido de la ironía es acojonante. La escatología en esta ocasión viene a cuento. Y es que la política y los tejemanejes de los que mueven los hilos del mundo es una mierda, desde luego. Habrá que investigar de que color la tienen la del ku klux klan.
ResponderEliminarDe diez y medio, colega, y sobre todo, Gabi liante, políticamente incorrecto, como tiene que ser.
Hola Gabiliante.
ResponderEliminarNegros, blancos, mulatos... el color es lo de menos... lo que importa es el carácter de cada ser humano. Queda claro en esa frase tan precisa: "Negro de mierda se lo habían dicho muchas veces cuando era mulato, pero nunca le había afectado demasiado. En cambio, ahora..." ¡Irónico, escatológico, excelente!
Un abrazo.
Marlen
¡Hola. Gabiliante! El inicio del relato es fantástico, logras con ese "al menos ayer" crear una expectativa en el lector que le hace irresistible continuar. Lo que viene es pura delicia escatológica, una metáfora muy bukowskiana sobre esta estupidez de dividir a la humanidad en blancos, negros, azules, rojos, hombres, mujeres... algo que sin duda les viene muy bien a los políticos por aquello de segmentar el mercado electoral y fidelizar votantes, pero que tanto daño hace a la convivencia, como bien muestras en el relato. Gracias a Dios, la gente de la calle tiene mucho más sentido común que la casta política, sino tendríamos trincheras en lugar de calles. Un abrazo!
ResponderEliminar¡Uy! Coincidimos en lo del comienzo... Es que destaca mucho.
EliminarLas tres frases primeras son magistrales: Invitan, o mejor empujan sin posibilidad de dar marcha atrás, a seguir leyendo…
ResponderEliminarUna parodia de impacto. Descoloca por su verismo dentro de una fantasía. Lo de cagar y sacar la parte opuesta para crear razas puras podría ser un experimento extraterrestre para observar el comportamiento humano sin gradaciones (es broma). No lo explicas, pero ese misterio es la chispa, el descolocante misterio que hace que se lea pegado a la pantalla.
Muy bueno, salvaje, simbólico, provocador y con el humor (negro al 99) para poder reírnos de una realidad demasiado dura que ya nos rodea.
Abrazote :)
Hola, Gabilante,
ResponderEliminarTu relato es un ejemplo de lo que yo entiendo como reciclaje, siendo capaz de sacar una historia buenísima de una mierda con todas sus letras.
Sencillamente magnífico.
Mucha suerte en el concurso.
Un fuerte abrazo.
Muchas gracias, Gabiliante, por participar con este relato en el homenaje a Italo Calvino y el El vizconde demediado. ¡Suerte!
ResponderEliminarHola Gabiliante. Con lo que me gusta a mi el chocolate negro, ya se me están quitando las ganas de comerlo! Coincido con lo que apuntan David y Maite, esas tres frases iniciales son fantásticas, un ejemplo de como se crea tensión narrativa y se incita al lector a seguir leyendo. El relato ahonda en lo escatológico sin cortapisas ni vergüenzas, pero utilizándolo sabiamente para plantear un tema más trascendente. Y es que es cierto que cada vez más se nos adoctrina para dividirnos en buenos y malos, negros y blancos, azules o rojos, fachas o progres, hombres o mujeres y un largo etcétera; cuando uno se adscribe a una doctrina tiende a tragar con todo lo que venga de ese lado, aunque sean barbaridades. Y esa es la forma de manipularnos y conseguir movernos en grupos de ideología cerrada, sin matices. No hay más que darse una vuelta por las redes sociales para ver como está el patio; unos (seguramente muchos pagados para ello, o buscando una visibilidad que nos les daría ser mas moderados) lanzan una consigna radical en un sentido y automáticamente va toda la recua de fieles ovejas a reforzar su mensaje, a ver quien demuestra ser más papista. A mi modo de ver, ser capaz de encontrar el punto de razón en tu adversario es un signo de madurez. En fin, una crítica ácida y magistralmente formulada del rumbo que lleva nuestra sociedad. Es curioso que un relato titulado Vaya Mierda sea, a mi parecer, uno de los mejores que te he leído, Gabiliante. Te felicito por ello. Un abrazo.
ResponderEliminarHola... Pues una manera muy interesante de sacar a flote el trasfondo escatológico de la política y los procesos electorales... Excelente relato. ¡Saludos!
ResponderEliminarHola, Gabiliante, Por supuesto que la 💩 marrón que como se vuelva negra o blanca ya vemos lo que pasa, pero a partir de leerte miedo me dará mirar. Tu excelente crónica de los hechos aquí nos puede sonar irónica, pero en USA debe ser el credo de muchos extremistas; con jueces de paz, como Wayne, detrás de cualquier barra de bar.
ResponderEliminarSaludos y suerte.
Muy escatológico y real como la vida misma, y con un toque sarcástico y de crítica muy fuerte.
ResponderEliminarTu toque humorístico es de diez .Un saludo
Puri
Es mucho relato tu relato, mucho contenido. Mezclar lo escatológico con la dulzura del chocolate y fusionar los asuntos políticos con maestría, me parece un gran logro. No lo veo fácil. Te felicito, Gabiliante. Un fuerte abrazo.
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