miércoles, 13 de julio de 2022

SUPERFECUNDACION HETEROPATERNAL

 

Esta semana nos convoca Inma desde su blog MOLI DEL CANYER con una propuesta curiosa.

Abrir un libro que nos guste (yo confieso que este lo heredé de una amiga y no lo he leido), abrir por la pagina 29, escoger un parrafo y continuar a nuestro aire.

Tambien pedia una foto del ejemplar, pero yo he puesto una de la web , porque con una foto propia se colgaba blogger

Podéis ver el resto de apoartes aqui

PRIMAVERA NEGRA by HENRY MILLER: Bien Encuadernación de tapa blanda (1979)  1ª edición | Libreria HYPATIA BOOKS 

 

                En otra habitación mi tía dio a luz un par de gemelos. Cuando oí gemelos: siendo ella tan flaca e infecunda, me dije: ¿Por qué gemelos? ¿Por qué no trillizos? ¿Por qué no cuatrillizos? ¿Por qué pararse? Ella era tan flaca y huesuda y la habitación era tan pequeña –con paredes verdes y un sucio lavabo de hierro en el rincón–. Sin embargo, era la única habitación en la casa que podía producir gemelos... o trillizos, o asnos.

               El diagnostico “gemelos” era cuando menos aventurado. Una vez lavados en aquel inmundo lavabo, lo que quedó patente fue que eran supervivientes, además de diferentes. Uno de ellos, el mas colorao, tenía dientes, uñas y dos ojos. El otro, el más blanco, también tenía unas y dientes pero un solo ojo. Esta ausencia, diagnosticaron los entendidos, que era más accidental que genética. Y el color se atribuyó a que uno, el más colorao, había tardado más en llorar después de salir de la flaca. Yo creo que más bien fue por el flujo de hostias que le mandaron hasta que se arrancó.

               Pesaron casi tres kilos cada uno ―el más blanco unos gramos menos que el otro―. Independientemente de que la báscula midiera bien, lo cierto es que resultaba inverosímil que mi tía hubiera alojado a aquellos dos engendros durante tanto tiempo. Inmediatamente la comadrona se puso a cortarles las uñas, obviamente tarde para el más blanco. 

               La diferencia de color aún se mantenía unos meses después, si bien el colorao se fue tornando en moreno. Los de la taberna se reían tanto de mi tío, que tuvo que ir a un médico de pago para que le asegurara que unos gemelos no podían ser de distinto padre; y aun así se quedó con la mosca detrás de la oreja. Luego el más listo de la taberna planteó ―con estas mismas palabras― que “dada la diferente tonalidad de la piel de los niños, cabía la posibilidad de que no fueran gemelos sino mellizos”. Aquella fue la primera vez que mi tío oía aquella palabra, y no le pareció que pudiera ser nada bueno, así que rompió la jarra de cerveza en la cara del más listo de la taberna, y no volvió por allí, hasta que la duda dejo de tener objeto.

               Esto ocurrió al cabo de un año, cuando los niños comenzaron a andar, y coincidió con la tercera vez que el más blanco de los gemelos empujo por la escalera abajo al más colorao. Las dos primeras sobrevivió. Los médicos dijeron que, al ser tuerto, el angelito superviviente no calculaba bien las distancias; de ahí la insistencia. Pero, a saber… Algunos no se conforman con el "ojo por ojo".

 

 

 

 

 

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