Esta semana nos convoca Mag desde su blog LA TRASTIENDA DEL PECADO con un relato de jálogüin y aledaños locales. Yo tenia por cierta una leyenda o saber popular, pero como me la desmintieron, me la he reinventado.
Ilario va sin hache en italiano
Podeis encontrar el resto de aportes AQUI
―¿Dolcetto o scherzetto? ―espetó Ilario en cuanto le abrieron la puerta―. Atchiss. Perdón. ¿O castagnetto? ―continuó tras estornudar.
―¡Jesús! ¿Castagnetto? ¿Qué son? No somos de aquí. ¿Castañas? ―contestó la señora como si fuera gallega, aunque no lo era.
―¿Quién es, Laia? ―voceó alguien desde dentro.
―Sí, castañas. Castagnetto es para que rime ―contestó Ilario.
―Un chico. Pide dulces. O castañas. O la venganza será terribleeee ―contesto ella incrementado el tono de miedo a medida que ofrecía las posibilidades.
―¿Castañas? ¿Pide castañas? ¿Es costumbre por aquí? ―preguntó Cristóbal mientras se acercaba a la puerta.
―Atchiss. Perdón. No, no es costumbre pero ya ve cómo estoy de constipado. Mi abuela Ilaria siempre dice: “Castañas en el bolsillo contra el resfriado”
―Pues castañas sí que tenemos. Sácale un puñado, Laia. Porque dulces no tenemos ―aquí cambió a tono tenebroso― y el terrible scherzettoooo tampoco nos haría gracia. Es un poco tarde, no…?
―Ilario. Me llamo Ilario, Es un nombre muy familiar. Sí, es un poco tarde, pero aún falta para anochecer.
―¿Vives cerca?¿Quieres que llame a tus padres?
―Soy de Spiazzo. Sí, cerca. ¿Estas casas pertenecen a Spiazzo o a…
―Toma ―interrumpió Laia―. Abre el bolsillo, que te las echo. ―El chico sacó una.
―¿Esto son castañas?
―Siiií. Asadas y peladas. En nuestra tierra se asan por “todoslossantos”.
―¿No tiene crudas? Mi abuela no me dijo si asadas hacen el mismo efecto. At… ―se contuvo, no se sabe si por arte de magia.
―¡Vaya! Pues parece que funciona. Me apunto el remedio ―apuntó Laia.
―Sí . Es que mi abuela… Pues muchas gracias, señores. Que pasen un feliz Halloween
―Igualmente. Ve con cuidado. Y no te entretengas ―contestó Cristóbal.
Ilario comenzó a caminar en dirección a casa. En Spiazzo hay un microclima único en todo el valle Rendena. Toda la zona es ventosa, pero en Spiazzo se producen frecuentemente ráfagas aisladas muy intensas, y aquella tarde estaban arreciando.
Entre el hambre del chico y los efluvios que salían de su bolsillo, las castañas fueron disminuyendo en cantidad, mientras las ráfagas de viento, intentaban , sin éxito por el momento, levantar al niño del suelo. Aceleró el paso, y también aumentó la velocidad con que disminuían las castañas. Cuando solo quedaba una, Ilario se la echó a la boca, al mismo tiempo que una ráfaga lo levantó en volandas
―¡Atchís! ―Se acabó la magia justo cuando el chico ya viajaba por encima de los árboles del camino. No obstante, tuvo el buen tino y la buena suerte de atrapar la castaña disparada por el estornudo. En ese momento, la lucidez le inundó, y se la metió en el bolsillo. Inmediatamente, el chico comenzó a descender con delicada suavidad hasta aterrizar en el camino. El viento siguió lanzándole sus ráfagas, pero el chaval volvía a ser inmune. En cuanto llegó a casa lo explicó a su madre, que también se llamaba Ilaria, y a su abuela.
―Y el resfriado ¿cómo va? ―preguntó la primera generación.
―Bien. Con solo una castaña asada en el bolsillo, ya no he estornudado más ―contestó la tercera.
La segunda generación era la directora del AMPA del colegio del pueblo, y esparció entre todas las madres la buena nueva. Algunas no lo creyeron pero al día siguiente, todos los niños llevaban castañas asadas en el bolsillo.
Y ahí nació la leyenda local de que las castañas asadas en el bolsillo, evitan ser llevados por el viento. Lo de las castañas crudas y los refriados ya lo sabía todo el mundo.