Este jueves nos convoca CECY con un tema que a muchos apasiona:
LOS CABALLOS. Esta que sigue es mi aportación,
y podeis disfrutar del resto de ellas justamente AQUI
“Este caballo está entrenado para servirte. Lo
tienes que querer como él te quiere a ti, si quieres ser digno de él”. Eso fue
lo que le dijo su entrenador antes de entregárselo. Empleo más de dos años en
adiestrarlo. Le cobró a su padre veinticinco mil euros; era el mejor entrenador
de caballos de Europa.
―Pues
mi caballo, una vez me tiró cuando estábamos cruzando una carretera, y viéndome
indefenso en el suelo cuando llegaba un coche a toda ostia, se puso delante
para protegerme.
―Ya,
pero mi yegua es más resistente. Puede recorrer al galope…
―Una
polla, va a ser más resistente… ―le interrumpió Narciso antes de que Modesto
pudiera alardear de las proezas de su yegua―. Mi caballo es más rápido, más
resistente, más fiel y más obediente. ¡Ya te digo…!
―Que
no , hombre que todo el mundo sabe que la raza de mi yegua es más resistente.
El tuyo es más rápido. Es un pura sangre, pero de resistencia… Es como Carl
Lewis y un marat…
―Que
te lo crees tú. ¿Qué te juegas?
―Que
no es cuestión de jugarse nada, es una cosa…
―Ahh…
Te rajas ¿no? A ver si tienes huevos de jugarte la yegua. Venga, va… Tu yegua
contra mi caballo. Mi caballo vale veinte veces más. ¿Qué digo veinte?
Doscientas. Venga… ¿Tienes huevos o no?
―Que
no me voy a jugar nada. Que no hace falta..
―Aahh
, te rajas. “Poc a poc… poc a poc” ―tarareó aleteando los codos, imitando a una
gallina.
Modesto
debía tener huevos, aunque no fuera para apostar, porque aquella escena se los
estaba tocando bien. Finalmente, más por darle una lección, que por quedarse
con el caballo, aceptó, seguro de su triunfo:
―Vale
“bocas”. Que eres un puto “bocas” ―contestó ya cabreado―. ¿Cómo quieres
hacerlo?
―Güay…
Por la playa, ahora que esta vacía. Hasta el siguiente pueblo y volver, y así sucesivamente
hasta que uno se raje, que vas a ser tú. Jaja. Pero al galope todo el rato,
¿eh? Nada de trote, y tienes que ponerte a mi altura más o menos.
Modesto
no pensaba quedarse con el caballo, pero estaba ansioso por darle una lección.
Cuando
llevaban tres idas y venidas al pueblo de al lado, la yegua daba muestras de
estar llegando al límite, pero el caballo seguía a buen ritmo; se distanciaba.
Modesto
acució al límite a la yegua, jodido porque veía que iba a perder la apuesta,
pero ella agotada, viendo que no podía más, se paró.
Narciso
acució al límite al caballo, contento porque veía que iba a ganar la apuesta,
pero él agotado, viendo que su amo aún no estaba satisfecho, continúo hasta
reventar un kilómetro más allá.
Narciso
se quedó mirando como agonizaba tendido en la arena. Se arrodillo a su lado y
le acarició el cuello:
―Te
has portado bien. ―Estuvo allí hasta que llegó Modesto con su antigua yegua, al
paso. Entonces se levantó como un resorte―: ¡Toooma! ¿Qué te dije? Venga, bájate
de mi yegua. ¿Cómo se llama? Da igual… la llamare… Bueno, ahora no se me ocurre
nada .―Se montó y empezó a acuciarla para que galopara, pero ella siguió al
paso―. ¡Vaya mierda de bicho! ―protestó―. Me has engañado. ¿Cómo se hace para
que esto corra?
Modesto
los vio alejarse. Luego miró al caballo tendido en la arena, que ya no
agonizaba.