martes, 26 de diciembre de 2023

DESENCADENADO

 Esta semana juevera MAG nos reta a construir un texto incluyendo las cuatro palabras fruto de otras tantas adivinanzas. Para finalizar el año con un reto "facilito"...

Aqui dejo mi propuesta esperando haber acertado con las palabras, aunque alguna tenga algun error de transcripción (malapropismo del protagonista (esto de los malapropismos da mucho juego)), y alguna otra cambiada por su conjunto en lugar de por la unidad.

Podéis encontrar el resto de aportaciones AQUI


          Marcelino era un monaguillo de reciente incorporación a la catedral de Santiago. Ya había ejercido esa labor en otras iglesias pero no de la importancia de esta.

          Llegó el día en que por primera vez tuvo que hacer uso del botazumeiro. Obviamente esta era una parte de la liturgia que nunca se había encargado de preparar. Sabía que el referido artilugio era el encargado, sino de eliminar, sí de disimular el olor que la acumulación de peregrinos, adornados de los efluvios propios de un intenso esfuerzo físico, desprendían. Con buen criterio dedujo que el zumo que mejor podía disimular el olor intenso era el de limón.

          Prefirió no preguntar con qué fuente de calor se alimentaba aquel aparato, para no parecer tonto. Así que por su cuenta decidió usar unas piedras basálticas de calentamiento, de alto rendimiento y liberación prolongada. De este modo se aseguraba que el zumo no se evaporara hasta finalizada la misa. Cargó generosamente el artilugio con zumo natural en vez de con Fanta, que era su primera opción, porque estaba dispuesto a lucirse en su estreno.

          La misa comenzó, pero al cabo de pocos minutos, dado el bajo punto de ebullición del zumo de limón, aquello empezó a hervir. Los vapores de limón comenzaron liberarse con mayor rapidez e intensidad de lo previsto por Marcelino. Cada balanceo del artilugio regaba de vapores cítricos un extremo y otro de la catedral. Las burbujas más pequeñas generadas por la ebullición conseguían salir por las rejillas pero las mayores no cabían. La tensión superficial propia de las burbujas de zumo de limón, impedía que las más grandes explotaran y quedaban atrapadas en el cúpula del botazumeiro. Las que conseguían salir al exterior explotaban y comenzaban a estimular los lagrimales de los asistentes más sensibles.

          Transcurridos diez minutos la acción antigravitatoria de las burbujas acumuladas en el interior del artefacto lo liberaron de sus cadenas, y en el último de sus balanceos salió volando a través de uno de los ventanales de la puerta principal, coincidiendo con el inicio de un llanto generalizado entre todos los asistentes al acto.

          La celebración fue calificada como la más sentida y emocionada de los últimos ciento cuarenta años. Nadie atribuyó el éxito a Marcelino pero tampoco se le culpó. De hecho, hasta ahora nadie sabía lo verdaderamente ocurrido aquella jornada.

          Del botazumeiro nunca más se supo. Los gases acumulados, sin duda, le permitieron llegar al océano. La pérdida fue silenciada y actualmente se usa una imitación bastante digna.

          La evidencia del vidrio roto en la cristalera de la entrada fue atribuida a Ronaldinho, que aquellos días rodaba un anuncio del Xacobeo 2004 justo en aquella entrada, demostrando sus habilidades futbolísticas.

         

         

         


jueves, 21 de diciembre de 2023

SI MARIO SALIERA

 Este jueves convocamos los de "EL VICI SOLITARI" de la mano de MARIFELITA con el tema de "los siete magnificos pecados capitales", que es el tema del libro que compondremos este año si no hay novedad. Yo aporto en este caso mi relato sobre la ENVIDIA, el mas capital de los pecados.

Este relato continúa inmediatamente otro que ya publiqué sobre LA LUJURIA hace unos meses.

Me disculpo porque todavía no ha venido el informático para arreglarme el contador de palabras del ordenador. 

Podéis encontrar el resto de aportes AQUI

 

 

 

          Mario salía de su piso cuando se detuvo al oír que llegaba el ascensor. No quería bajar con nadie, así que echó una ojeada por la mirilla antes de salir. Era alguien que llegaba. Salió una chica menuda con unas cerradas gafas de sol, guiada por un perro lazarillo. Una ciega, sin duda. Se plantó delante de la puerta de Aurelio y empezó a desnudarse. Mario recolocó su ojo en la mirilla acercándolo tanto que hizo ventosa. Pero eso no le impidió admirar el espectáculo. Después de desvestirse completamente la chica se colocó una falda que apenas le llegaba a media nalga y llamó a la puerta de Aure. Empujaba la puerta con denuedo, como si así pudiera meter más aun el ojo en la mirilla.

          “Reglas nuevas. Del moño para abajo”, creyó oír que decía la chica mientras le entregaba a Aurelio el extremo de una cadena de mascota. El lazarillo llevaba un manubrio de esos que suelen llevar, así que no era su cadena. Los tres desaparecieron tras a puerta.

          «Pedazo de novia que se ha echado el tontito», pensó Mario saliendo de su piso. Se dirigió a la puerta de su vecino. «Lástima que las mirillas no funcionen en las dos direcciones». A falta de otra cosa, acopló el oído a la mirilla. A los pocos segundos la acción ya había comenzado. «¡Qué hijo de puta! Anda que ha necesitado preliminares». Volvió a meterse en su piso y se dirigió a la terraza que colindaba con la de Aurelio, pero al asomarse no pudo ver nada, porque habían bajado la persiana, así que tuvo que conformarse con la banda sonora. «¡Que hija de puta! ¡Cómo grita la muy zorra, con lo pequeñaja que es! Y este cabrón de Aurelio es un cabron, cabron, cabron… Qué callado se lo tenía»

          ―Brrrrr… ¡Qué cabroooooon..! ―Esto último tuvo que decirlo aunque fuera en voz baja. Ya no le cabía más rabia dentro.

          Con el paso de los días y sus labores de espionaje averiguó que el nombre de la zorrita, como él la llamaba, era Verónica. Lo del espectáculo previo solo fue el primer día, por desgracia para él. No estaba muy seguro de que fuera ciega aunque siempre iba con esas gafas y el perro guía; los primeros días atinaba sin dificultad al timbre, y luego, cuando Aure le dio la llave, también abría sin dificultad. Eso complicaba su plan. Llevaba una colonia muy penetrante; penetraba por la mirilla; en cuanto ella se metía en el piso, Mario Salía inmediatamente al rellano para bañarse en el aroma que dejaba a su paso; se llamaba “Eau de soumisse unisex”; lo averiguó con una aplicación del móvil que identifica los aromas. Venia martes, jueves y luego se quedaba todo el fin de semana. Aquello era imposible de soportar: «Pero ¿cómo puede ser? ¡Todo el santo día dale que te pego, dale que te pego, sin parar. Y anda que se reprime la muy zorra», pensaba todo el fin de semana sin parar. La verdad es que entre las muchas virtudes que la adornaban no estaba la discreción. Al final tomó una determinación: Mario salía el sábado por la mañana en dirección a casa de su novia y no volvía hasta el domingo por la tarde. Aun así tenía que tragarse cuatro o cinco asaltos. En casa de su novia lo único que hacía era pensar en la suerte que tenía el cabrón de Aure.

          Un día se hizo el encontradizo en el rellano a la hora que Aure regresaba del trabajo. El aroma del perfume nunca abandonaba del todo aquel trozo de escalera:

          ―Aure, vente a casa un momento. Te invito a un café que quiero proponerte algo. ―El anfitrión fue a la cocina y pasados un par de minutos Mario Salió con los cafés.

          ―¡Que gusto más raro! Es descafeinado ¿verdad?

          ―Sí, es que no tenia de otro ―se excusó. «Descafeinado y endulzado con diacepam, que engorda menos», pensó exultante de rabia. «Venga, cabrón, tómatelo, que hoy sí que te la voy a clavar. A ti, y sobre todo a tu novia, cabrooooon».

          ―¿Qué decías que querías proponerme? ―La rabia le podía tanto que no se pensó mucho lo que iba a decirle. Confiaba en que el medicamento hiciera su efecto rápido.

          ―Pues había pensado en comunicar nuestras terrazas. Voy a poner una pequeña piscina y como yo los fines de semana no estoy, tu novia podría pasar a bañarse; Tu novia y tú, por supuesto. ―Se lo estaba inventando sobre la marcha, pero a medida que avanzaba la cosa iba tomando cuerpo. Tenía unas minicámaras que no había usado nunca y de pronto les encontró utilidad. Pensaba en Verónica en bikini saliendo de la piscina, o igual sin biquini sabiendo que él no estaba; las gotas resbalando por aquella piel brillante, untada de crema solar, reflejando el sol, mientras se dirigía a cámara lenta hacia la hamaca, envuelta en aquella música vaporosa...

          ―No. Tiene fotofobia.

          ―Ah ―«Vaya cortada de rollo», pensó. «Sí que tarda el puto medicamento este. A ver qué coño le cuento ahora… Y la zorrita está a punto de llegar. No me va a dar tiempo a prepararme―. Pues podías usarla tú… Aure, Aureee ―De golpe y porrazo se quedó sobado. Le rebuscó en los bolsillos y sacó las llaves de su piso. Dejó a Aure en el sofá y fue a su casa a esperar a Verónica. Una vez dentro desconecto los diferenciales y lo dejo todo completamente a oscuras. Todo aquel piso olía a “Eau de soumisse unisex”. Por todos lados, todos los objetos. Se desnudó y se echó en la cama. A los pocos minutos llego Verónica.

          ―Yu-huuu… ―reclamó Mario deformando la voz.

          ―Tranquilo, cariño. Hoy me tengo que preparar; voy al baño― Mario, tras dos minutos ya se impacientaba. Ella salió, se acercó a la cama y, a tientas, le fue indicando como debía ponerse. Lo colocó boca abajo con las piernas y los brazos abiertos. Luego: Raca, raca, raca. Le endilgó tres fustazos en el trasero que sonaron como tres relámpagos cuando parece que se raja el cielo.

          ―¡¿Qué haces, loca?! ―Mario se levantó como un muelle cogió su ropa y apretó a correr hacia su casa

          ―Pero ¿tú quién eres? ―preguntó sorprendida Verónica

          El perro lo siguió con la mirada cuando pasó a su lado. Mario salió del piso. El lazarillo le miró el culo mientras corría a su casa: «Parece del Atleti», pensó. Mario abrió la puerta y se metió dentro, justo un segundo antes de que se abriera el ascensor y apareciera su novia.

          ―¿Sabes dónde está Aure? ―gritó Verónica desde la puerta, enfundada en su traje sado, de cuero rojo, con las gafas de sol cerradas y la fusta en la mano.

 

 

 

viernes, 15 de diciembre de 2023

CURIOSO

 Este jueves nos convoca MAG desde su blog LA TRASTIENDA DEL PECADO con otro reto superoriginal: ¿Y SI...? y nos ofrece varias POSIBILIDADAES, a elegir. Yo he escogido una y media. En este texto todo es inventado, menos lo más inverosímil, que es real. Y los nombres también son reales.

Llego un pelín tarde, (2 dias) y además el contador de palabras del ordenador se me ha roto.

AQUI podeis leer el resto de POSIBILIDADES


 

          Óscar entró en el jardín secreto donde cada planta tenía un poder mágico y se agacho frente a un delicada margarita; cuando trató de acariciarla sus pétalos fueron vencidos por la gravedad y pivotaron hacia abajo desde su nacimiento, dando la impresión de formar una flor llorona. Desilusionado fue hacia un girasol esplendoroso; cuando trató de acariciarlo, se giró para mirar a la luna, aunque realmente lo hizo para dar la espalda a Óscar.

          Entonces sintió una caricia en el muslo. Era un gato de esos egipcios sin pelo.

          ―Hola ―dijo el minino. En ese momento se dio cuenta de que se había equivocado de posibilidad, y de que en realidad se había levantado con la capacidad de hablar con los animales.

          ―Hola, lindo gatito. ―Pero el bicho apartó la cabeza disgustado. Óscar pensó en si quizás se había vuelto a equivocar de posibilidad―. No soy un “lindo gatito”. Eso Silvestre. Soy un perro. ―Entonces se puso a jadear sacando la lengua, pero no le salía muy bien―. Te perdono porque parezco un gato, pero en realidad soy un perro encerrado en el cuerpo de un gato.

          ―Te estas quedando conmino, ¿no? Vale que hables, pero de ahí a…

          ―Es verdad ―cortó el gato, mientras echaba a andar―. Hace muchos años la reina de Egipto aquella… ¡bah!... no me acuerdo cómo se llamaba, como nuestra raza le cayó en gracia, ordenó a su mago que nos concediera un deseo. Mi antepasado pidió que quería ser un perro. “Deseo concedido”, contestó el imbécil. Resultó que era un mago transformador de actitudes, no de cuerpos. ―El gato se paró junto a un árbol, levantó la pata y no meó apenas nada porque no tenía ganas, y siguió andando―. Y ahora vivimos encerrados en vuestras casas, aburriéndonos terriblemente, con la única ocupación de no hacer nada, y lo peor de todo: no nos dejan salir a la calle. El otro día tuve que tirarme por la ventana para salir un rato. Ahora soy un perro con seis vidas. Y si nos escapamos, cuando volvemos…―Entonces cambió el tono de apenado a ilusionado―. Oye, podrías quedarte conmigo, adoptarme quiero decir; tú al menos me entiendes y podría decirte lo que quiero. Quiero un bozal para Navidad. ¿Tú regalas para Santa o para Reyes? Serías mi amo y yo te obedecería.

          ―Ya veremos. Ibas por cuando volvéis…

          ―Cuando volvemos, agitáis así la mano abierta, como si nos fuerais a pegar… y encima no nos pegáis.

          ―¿Es que preferiríais que os pegáramos?

          ―Ya te digo… Pero bien pegados. No un manotazo despreciativo o una patada.

          ―No me lo puedo creer. ¿Y cómo es bien pegados? Si se puede preguntar...

          ―Siéntate en el banco ese. ―El gato se subió de pie sobre sus muslos― Dame ahí en el lomo, cerca de la cola. ―Óscar le dio unas palmaditas― Ahí, ahí. ―Siguieron las palmaditas. Un par de segundos después, el gato giró la cabeza para mirarlo a los ojos― ¿Estamos esperando a alguien, o te da miedo que te estén grabando?

          ―¿No es así?

          ―Más rápido y más fuerte, ¡coño! ―Óscar obedeció―. Más, más… ―Y treinta segundos después apareció el vigilante del parque, mientras el gato ponía los ojos en blanco y decía rendido―: Yá tá.

          ―¡¡Cerdo!! ―exclamó Óscar.

          ―¿Qué me ha llamado?―preguntó el vigilante.

          ―Tú lárgate que nadie te ha dado vela en este entierro ―ordenó el gato. El vigilante, que no había escuchado nunca hablar a un gato, obedeció estupefacto.

          ―¡Te has corrido! ―observó Óscar.

          ―Y ¿qué esperabas?

          ―¡Me has manchado el pantalón!

          ―Es una mijita de ná. Pues si hubiera sido un cerdo hubieras visto. Esos sí que manchan. ―Y tras una pausa―: Entonces ¿qué? ¿Te quedas conmigo? Cuando me porte mal, podrás pegarme así. ¿Me comprarás el bozal?

          ―De momento te conformarás con una correa de paseo.

          Entonces el gato le dio la garra como un perro bien amaestrado:

          ―Trato hecho. Me llamo Buba.

 


martes, 12 de diciembre de 2023

LOS MALAPROPISMOS Y SUS CONSECUENCIAS

 Este mes, EL TINTERO DE ORO, de la mano de BRUNO nos reta a crear un relato de 900 palabras relacionado de alguna manera con la saga de Harry Potter. Dada la extraordinaria dificultad, tuve que apoyarme en un post de hace unos días de ESTER, que me inspiró esto. En un principio se me fue a 1200; así que tuve que recortar la parte erótica, por eso parece que por mitad del texto le han dado un tajo, pero casi no se nota.

Podéis encontrar el resto de magia AQUÍ

 

 

       ­­­­­―Hola, Harriet. Cuanto tiempo…

          ―Hola, Dudley. Ya sabes, un año ―contestó ella. «Vaya, cómo ha cambiado mi primo en un año», pensó.

          ―¿No viene tu madre?

          ―No. ¿Por…? ¿No te sirvo yo?

          ―Pues ahora ya no. Y tu madre, supongo que tampoco ―se lamentó. «Vaya, cómo ha cambiado mi primita en un año», pensó.

          ―Y eso ¿qué significa? ―Y tras un silencio valorativo― ¡Ohhjjj! Eres un cerdo. ¡Que es mi madre!

          ―Eso este año ya no puedes negarlo ―replicó mirándole ostentoreamente las tetas.

          ―¡Bahh…! Después de tan cordial bienvenida… ¿Dónde están los tíos?

          ―No vendrán hasta la noche. Soy todo para ti.

          ―Más quisieras…

          ―Oye, y ¿este año ya podrás explicarnos qué se estudia en ese sitio donde te pasas la vida, o sigue siendo secreto?

          ―¡Que chinchón estás! Otros años no me haces ni puto caso. ¿Qué pasa? ¿Te estimula mi… “crecimiento”? ―replicó sacando pecho.

          ―Nooo. Ya te he dicho que ya no estás a mi alcance. Ya tengo dieciocho. Y tú ahora tienes quince, ¿no?

          ―Seguramente… Seguramente será por eso. ―Y tras un silencio―: Entonces mi madre sí que está a tu alcance, cerdo. Te informó, por si no lo sabias, que sigue sin novio.

          ―Te pondrías celosa. Además es un amor platónico de adolescencia. Ahora ya soy mayor; de edad, jaja. Pero aun así no creo que yo le interese. Y luego está el problema no menor de la cadena de amores no correspondidos.

          ―¿Qué cadena de qué?

          ―La teoría que dice que tú quieres a alguien que no te quiere, ese quiere a otro que tampoco le quiere a él y tal y tal, y así se forma una cadena que comunica a todos los integrantes de una población. Por ejemplo, a ti te intereso yo pero yo paso de ti porque a mí me interesa tu madre, pero ella pasa de mi porque a…

          ―Sí, ya… Pobrecito… ―se compadeció acercándose y acariciándole el pelo mientras apoyaba un pecho contra su brazo. Luego, se dio de golpe la vuelta, y él no le dio una palmada en el culo―: Me voy a descansar. El viaje es muy pesado.

          ―¿Qué viaje? Si no sabemos de dónde vienes. ¿Cómo está de lejos el colegio ese?  

          ―¡Chincha! Y tengo que practicar…―Subió la escalera y antes de cerrar la puerta dijo―: Se llama Hogwarts.

          A Dudley le estaba entrando un ansia loca por averiguar qué estudiaban en aquel colegio. Llevaban cuatro años alojando a la niña en verano y no sabían ni a donde iba. Varias veces se habían ofrecido a llevarla pero nada. Buscó Howards en internet y había muchas escuelas pero ninguna con nada especial. Un rato después oyó que ella daba voces y se puso a escuchar a través de la puerta:

          “Expelliarmus”, y acto seguido se escuchó caer al suelo un colt 38.

          “Expelliarmus”, se escuchó caer una katana.

          Otra vez “Expelliarmus” y cayó un tomahawk. Fue a por una libreta para apuntárselo. Cuando volvió había cambiado: “Expecto Patronum”, y se escuchó una musiquilla bucólica. Y por lo visto la repetición trae la perfección, así que se aburrió pronto.

          El día siguiente ella salió y él aprovecho para colarse en su cuarto, pero lo único raro que encontró fue un palo de veintiocho centímetros de acebo por fuera y pluma de fénix por dentro. Lo cogió y leyó en su libreta: “¿Expeliemus?”. Una luz salió de la punta del palo, dio vueltas por la habitación y finalmente se apagó. Aquello sorprendió mucho a Dudley. Luego bajó al jardín y repitió con más decisión: “Expeliemus”. Otra luz salió; esta vez fue directa a su gato. Era un sphynx, uno de esos egipcios sin pelo, al menos hasta ese momento; entonces se convirtió en un angolés, de esos muy peludos. El gato se volvió loco en primera instancia; empezó a dar saltos como un poseso y luego murió de calor; era agosto. Dudley repasó su latín y por fin comprendió: “Ex”, algo de afuera, exterior; “peliemus”, algo del pelo. «¡Coño! Es una varita mágica», pensó no sin razón. Luego se aplicó. Como el gato ya no servía de mucho siguió con él: “Aspecto Petronius”. El gato, pelos incluidos, se convirtió en piedra; Había quedado patas arriba, de modo que los finos pelos de piedra del lomo no soportaron el peso del gato pétreo y se hundieron.

          El duende transpondedor de hechizos era un viejo incluso para ser duende. No le gustaba el ajetreo y dos hechizos nuevos en un día era mucho más que ajetreo. Interpretar las intenciones del mago al lanzar un hechizo nuevo era lo más estresante ―había que hacerlo en el momento de pronunciarlo―, pero aquel chaval le estaba resultando entretenido, así que le dio cuartelillo.

          Dudley fue hacia el salón donde estaba su padre tirado en el sofá viendo la tele. Apuntó: ”Expeliemus”. El padre era calvo profesional desde los veintipocos. Además era visitador médico y futuro multimillonario.

          El primer día del nuevo curso, en el comedor, cinco minutos antes de que Harriet corriera a su habitación y abriera el estuche vacío de su varita, una lechuza dejo caer a su lado un ejemplar de “El profeta”. Había un anuncio:

Clínica Capilar Expeliemus

Tratamientos Capilares Definitivos

Una sola sesión

Antidepilaciones

 

          «¡Que pedazo de cabrón! Se va a enterar. El año que viene ya no voy a su casa. Y el siguiente tampoco. Y el siguiente… Bueno el siguiente ya tengo dieciocho», pensó Harriet.



Para los poco estudiosos de la magia:

Expelliarmus: Hechizo para desarmar a alguien.

Expecto Patronum: Hechizo para convocar en su forma de animal a alguien que ha muerto 


domingo, 3 de diciembre de 2023

EL NUEVO LOUVRE

 

 

 

 


 

 

 Este mes LÍDIA CASTRO NAVAS nos propone un micro (100 palabras) con los siguientes ingredientes: la carta de la paciencia, la turmalina negra (piedra de protección frente a malos augurios y tentaciones, entre otras cosas) y la pirámide del Louvre. Y esto ha salido:

 

          El arte ya no interesa. El museo se ha sustituido por el Megalkea. Patience se encargará de probar el recorrido. Honrando su nombre y armada con dos turmalinas negras en ambas muñecas y otra en el cuello, franquea la pirámide a las 14.00 horas según reloj solar; momento de más afluencia.

          Pretendía con esas armas evitar el influjo comercial sostenido a lo largo del recorrido de estas tiendas. Pero ni la templanza de su nombre, ni el aplomo y protección otorgados por sus amuletos pudieron vencer al consumismo.

          Nunca más salió.



  

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