miércoles, 14 de febrero de 2024

EL RESCATE

 Este jueves estrenamos anfitriona: NURIA DE ESPINOSA. Desde su blog BITACORA LITERARIA nos invita a escribir sobre OBJETOS; a elegir de entre una serie que nos ofrece.

Podéis encontrar el resto de aportes AQUI

Los pies de mi abuela, enfundados en sus zapatillas negras de paño, hacían girar, mediante un complicado sistema de bielas, aquella rueda de hierro. Cuando se iba frenando, la máquina que había arriba sonaba como el tren que nos había traído al pueblo. Cuando mi abuela la aceleraba sonaba mucho más rápido de lo que podría viajar nunca ningún tren. En esos momentos, la rueda giraba tan rápido que los radios desaparecían. La cuerda de cuero que la rodeaba vibraba, y era imposible ver pasar aquella grapa gruesa que unía ambas puntas. Según me contaba mi abuela, lo que había por encima del tablero, servía para coser; pero eso no me interesaba demasiado.  Lo verdaderamente fascinante era el mecanismo de giro de la rueda. Cuando mi abuela terminaba con ella, yo intentaba hacerla girar, pero no alcanzaba bien al pedal. Luego intentaba hacerlo con las manos pero estaba muy duro. Entonces le decía a mi padre que pedaleara él; y aunque no había nada que coser pedaleaba para que yo viera girar la rueda.

          Un año mi abuela murió. Fue la única vez en mi vida que fui al pueblo en invierno. Estaba todo nevado. Era un sitio diferente. Era el día de Reyes. Yo había pedido un “Electro L”, que me dejaron en casa, pero ya no fue “el día de Reyes”. Mi abuelo se vino a vivir con nosotros a Barcelona. En la casa del pueblo hicieron obras. Cuando volvimos en verano, todo era nuevo. Nada más entrar corrí hacia adentro aunque ya me temía que no iba a encontrar al macho en la cuadra; ya me lo había advertido mi padre. Ni siquiera encontré la cuadra, ni el corral, ni las gallinas, ni los conejos, pero todos estábamos muy contentos por lo bien que había quedado la obra. Con el paso de los días me di cuenta de que tampoco estaban las llaves de la luz de medio giro, ni el olor de la escalera… ni la máquina de coser.  

          En el pueblo había dos paletas: “Dios” y “Jesús”. El del segundo era su nombre real. Llamó por teléfono a Dios, que le explicó que se la había llevado Julián, el herrero. Bajamos urgentemente la calle mayor hasta llegar a la herrería. Julián, convencido de que la lógica estaba de su parte, argumentó: “Como ya no laiba a usar nadie… Ai ―en el pueblo se dice sin acento y sin hache― está; en el trastero”. Mi padre y yo la sacamos, pero pesaba muchísimo y la calle mayor es muy empinada, así que me mandó a casa Tidora, a buscar la carretilla del su padre, el tío Manuel. Era una carretilla de alto standing; era de dos ruedas, y tenía una estructura cuadrada de cerca de un metro que rodeaba un tablero de madera en el que cargamos la máquina. Mi padre estiraba del mango, pero la mayor fuerza de impulso la hacía yo empujando desde atrás.

          Cuando volvimos a Barcelona, nos trajimos la parte de arriba; la que cose. Mi padre le acopló un motorcillo y un pedal eléctrico. Él dice que sigue siendo una máquina de coser, y de hecho, aún cose con ella de vez en cuando.

          Pero la verdadera máquina de coser, la parte de abajo y el tablero, siguen en el cabalto de la casa del pueblo. Se llama “Singer”. Significa cantante. Es por la música que hace la rueda al girar.


32 comentarios:

  1. Se entiende, se entiende de niño me encantaba jugar con la maquina de mi abuela, o mejor dicho jugar con la rueda.... ahora que lo recuerdo esa maquina se PERDIO el dia que una tia la reclamo diciendo que era de ella....

    SINGER, claro.... como mas podia ser..... y la remington se la llevo otro tio.... dijo que era su herencia....

    y asi todos los objetos de los abuelos quedaron repartidos en varias casas.... pero creo ya se han perdido tambien....

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Todo lo que no tiene uso de pierde y más ahora con las viviendas tan justas de espacio. Los más nostálgicos las guardan en trasteros que luego se subastan en los realitys esos norteamericano.
      abraz

      Eliminar
  2. Mi madre tuvo una que ya nosé dónde está. Un beso

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues hsy que localizarla con urgencia. bueno , si sabes manejarla
      besosss

      Eliminar
  3. Qué descripción más certera.
    Recuerdo una en casa de mis padres, que ya la habían transformado, haciéndola escamoteable, se doblaba hacia dentro de un compartimento de madera y perdió su preciosa estructura metálica modernista. Al morir mi madre, se la dimos a una cuidadora.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si recuerdo unas que se doblaba hacia adentro, pero ya eran de exterior mueble de madera.
      Valía más la estructura modernista qie la máquina.
      Abrazooo

      Eliminar
  4. Esas máquinas de coser eran una maravilla, yo la recuerdo en casa de mi tía abuela. De hecho le toco de herencia a mi madre.
    La tuvimos en casa bastante tiempo en casa hasta que se la jubilo. Buenas, eran de verdad.
    Un besote, feliz noche.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. .
      Como wue se júbilo? Tenía 37 años cotizados? porque si no ko se puede jubilar😜
      besazzoo , Campi

      Eliminar
  5. Hola Gabilante, mi madre tenía una Singer de color negro. Parece que la estoy viendo sentada en su máquina dándole al pedal. Cuánta añoranza siento al recordarlo.
    Tu relato desde el inicio con tu abuela en la máquina de coser, si pérdida, el regreso, el cambio tras las obras, y que a pesar de todo estabas contento lo explicas de una forma clara que llega directa al alma. Esos recuerdos quedarán siempre en tu corazón y ahora, en nuestra mente.
    Gracias por participar compartiendo estos recuerdos tan entrañables.
    Un fuerte abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Que bonito lo de mi corazón y vuestra mente!
      Gracias
      beso enorme

      Eliminar
  6. Había una en casa, la madera era brillante y con incrustaciones de hojas, las patas de hierro negras y de filigrana, me la has recordado, y me ha gustado tu manera de describirla y la historia que la acompaña.Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Eran maquinas que ahora llamaríamos de profesionales para darles muchas tralla. Veopor lis comentarios, que hay más gente que las tenía de lo que yo creía. A mi abuela le daban encargos de una fábrica, creo. no sé si era modista, pero le daba mucho trabajo.
      besooo

      Eliminar
  7. Me ha encantado la descripción que haces del mecanismo y la rueda al girar! Sin duda hipnótico para un niño de esa edad! Como cambia con el tiempo, antes una máquina de coser era imprescindible en las casas, ahora casi nadie tiene una ni sabe utilizarla! Para quienes la hemos renido en nuestra infancia tiene un encanto especial! Un abrazote amigo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Que no es tan fácil como parece, eh?.
      Hay que manejar dos carretes de hilo, y enhebrar es dificilisomo.
      Pero tu tienes que saber, no?😜
      Besazooo

      Eliminar
  8. Es muy descriptivo, con mucha nostalgia en quien asocia la máquina de cosar con miles de recuerdos de la infancia.

    Un texto impecable, y muy fino en apuntar por qué la marca era Singer. Un fuerte abrazo, amigo.

    ResponderEliminar
  9. La canción que la Singer canta, el tiempo no la borra, mientras la recuerdes tú.
    Un saludo

    ResponderEliminar
  10. Nada más empezar a leer, con el detalle de los pies de tu abuela, me ha resultado super emotivo. Mi tía tenía una tricotosa y también recuerdo vivencias alrededor de ella con mucho cariño.
    Besos.

    ResponderEliminar
  11. El pueblo, los olores de la casa vieja, llaves de la luz antiguas... Una evocación que es de agradecer pues me traslada a mis propios recuerdos del pueblo.
    Rematas un relato muy atractivo y de lectura fluida con una alusión al "canto de la rueda al girar", la gran protagonista de la historia. Magnífica aportación al reto,
    Felicidades.

    ResponderEliminar
  12. Que oda tan preciosa le has hecho a la máquina Singer! Yo también me quedaba embelesada viendo girar la rueda. Precioso relato, besos.

    ResponderEliminar
  13. Has descrito con una gran cantidad de detalles, la casa en la que pasaste gran parte de tu infancia. En casa también había una máquina de coser Singer ya que mi hermana era costurera para algunas sastrerías de mi ciudad. El progreso arrasa con muchas cosas. Es el precio a pagar por una vida más cómoda, pero desde luego, menos cálida y más impersonal.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  14. Singer era también la de mi abuela, tierna historia, me da un poco de tristeza pues me recuerda a mi abuela y que la de ella se perdió ni sé donde ni cuándo, porque fue tanta la tristeza cuando mi abuela murió que yo no quise volver a pisar su casa, realmente me ha conmovido tu historia.
    Un abrazo.
    PATRICIA F.

    ResponderEliminar
  15. Preciosos recuerdos sobre el paso del tiempo y como se van nuestros mayores queridos. En casa también tuvimos una SINGER, recuerdo el sonido y los pies de mi madre en el pedal...Saludos!

    ResponderEliminar
  16. ¡Hola, Gabiliante! Pues en la casa del pueblo de mis padres todavía se encuentra una máquina de coser Singer y cuando veía a mi madre y abuela coser en ella te aseguro que me parecía algo casi mágico, me parecía tan complejo su uso y me lo sigue pareciendo. Como bien dices, con motor no es lo mismo y ya ni te digo esas nuevas que tienen programas y demás. Un abrazo!

    ResponderEliminar
  17. Mencionás una célebre marca de máquinas de coser, que debe de estar en más de un recuerdo.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  18. Es verdad que la máquina de coser era un objeto emblemática en todas las casas y además la SINGER, la mejor decían. En casa de mi madre se la veneraba y de hecho yo sigo manteniéndola , aunque no tengo ni puñetera idea como coser, pero no he tenido valor para deshacerme de ella.

    ResponderEliminar
  19. Singer! Claro cual mas podría ser, y la abuela y esa maquina que nos ha dado carrete para jugar mientras ellas eran las que las hacia cantar. Las cosas que nos quedan marcadas en nuestra historia, imborrables, de momentos únicos, Como tu relato.
    Un abrazote Gaby,

    ResponderEliminar
  20. Me ha encantado tu relato. Yo vivo en un pueblo y también había una máquina de coser Singer donde mi madre le hacía vestidos a mis hermanas con patrones de la revista Burda...La máquina aún sigue en el mismo sitio; delante de la ventana del patio para la luz. Ahora mi casa está sola.

    Un saludo de Buscador

    ResponderEliminar
  21. Una historia melancólica sobre una máquina de coser. En casa de mi abuela, que fue modista, había una Singer como la que describes. Yo sólo sé coser historias... Coser ropa es otro arte.
    Un besazo, Gabi

    ResponderEliminar
  22. Esa maquinas dejaron de tejer historias, hoy viven en anaqueles disfrazadas de arrimo en algún pasillo o hall de entrada. Asi se llega a sentir moderno uno, desafiando lo que algún día fue un trabajo.
    Si, los mall y grandes empresas reemplazan hoy la romanza de una pasado

    ResponderEliminar
  23. Jo...
    Me he visto en varias partes de esta preciosa historia.
    El pueblo, mis abuelos, las cuadras, el tiempo que lo borra todo.
    Te felicito.
    Me has despertado mil recuerdos.
    Incluso el volver después del verano a Barcelona, y al ver los taxis sentirme en casa... cerca de mis amigos otra vez....

    ResponderEliminar
  24. Ay... me ha recordado a la de mi abuela. Yo también me encandilaba observando aquel "invento".
    ¡Muy buen relato! 👏🏼

    ResponderEliminar

Aunque lo parezca, no todo es tan negro.

Entradas populares