Relato basado en la foto para EL BIC NARANJA
El señor del palito inclinado y la cuerda colgante en su extremo espera tener suerte. Esa esperanza se traduciría en que un pez enorme ―aunque no tanto como para no caber por el contorno rectangular del lago―, picara.
El tiburón que ronda en círculos bajo él, consiguió recientemente su título de vigilante del software, y está ansioso por hacer méritos.
La esperanza del señor del palito inclinado no rivaliza ni remotamente con la ansiedad del tiburón. Muy al contrario; está muy seguro de sí mismo, tiene todo el tiempo del mundo; es sabedor que su naturaleza son ceros y unos, que su esencia es digital, y que para él no pasa el tiempo, ni siquiera en el mundo exterior. Su plácida y botánica barca se desplaza por la superficie del lago, rebotando lentamente en los lados de la táblet, como si fuera una bola de billar de movimiento continuo. Espera casi más, cada rebote suave y lánguido, que el sobresalto que supondría que un pez se tragara el anzuelo. A medida que transcurre el inexistente tiempo, empieza a desvanecerse la esperanza, incluso el deseo, de que algo pique; solo desea que las horas que transcurren entre cada rebote, se conviertan en días. Ya no le parece ni tan solo necesario, pescar. Su naturaleza digital le impediría comerse lo que capturara. Solo había elegido este deporte, porque en la táblet donde vivía hasta hacia unos días, había un video que le pareció de lo más relajante. Aunque para él no transcurre el tiempo, está empezando a comprender su naturaleza, al mismo tiempo que la esencia de la pesca, en la que lo menos importante es que algún pez pique; lo importante es la espera; pero no la ansiedad de la espera, ni que “el que espera, desespera”, sino el placer de la espera; esperar hasta que el tiempo se pare, pero no lo suficiente para, al menos, que una vez al mes, la barca rebote en alguno de los lados de la orilla.
El señor del palito inclinado había sido el primero en escapar del software desde al inicio de la era digital. No tiene demasiado claro cómo lo ha conseguido. De hecho no cree que pueda volver a hacerlo. Tampoco le importa ya demasiado. Lo único que le importa es que la barca no rebote en las orillas con demasiada frecuencia, que el inexistente tiempo, se alargue más entre cada sobresaltante rebote. Una vez al año no estaría mal. Esto hubiera sido impensable antes de la invención de la batería infinita.
El tiburón, aunque joven, es paciente. Para él tampoco transcurre el tiempo. Su software de comportamiento, lo obliga a dar vueltas bajo la barca, con la esperanza de que el señor del palito inclinado se caiga de la hoja en algún momento, y vuelva a penetrar en el mundo digital. En ese momento lo capturaría y lo llevaría ante las autoridades, a no ser que su programador hubiera introducido es sus pautas de comportamiento “algo salvaje”. En ese caso, sería improbable que consiguiera capturarlo con vida de modo que su espera habría resultado baldía, y no obtendría los galones que tanto ansía.
Fuera de este entorno, el tiempo sí que pasaba. Un día comenzó a granizar. Una de las piedras impactó sobre el botón de encendido de la táblet. El artilugio se apagó. La languidez en que se hallaba sumergido el señor del palito inclinado, se transformó en una pantalla de cristal líquido, que engulló todo lo que había en su superficie, y en cuyas aguas se halló inmerso, poco antes de ser, a su vez, engullido por el tiburón.
Muy imaginativo tu relato, pero sobre todo lleno de metáforas que hay que ir desgranando ese tiburón y a ese hombre el palito. Un abrazo y muy feliz semana.
ResponderEliminarGracias Campi. Es lo que inspira la foto. Ya había hecho otro simulando un lago en la pantalla de un móvil. Aquí han puesto hasta el pescador.
EliminarGraciasss y besosss
Me ha gustado lo que has escrito
ResponderEliminarTiene tu magia.un abrazo desde el silencio de la vida
Mi magia no es suficiente, para lo que yo querría. Tengo que estudiar mas
EliminarGracias y Besosss, mucha
Está muy bien, muy imaginativo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Imaginación al poder (que buena falta le hace)
EliminarGracias y saludossss, alfred
Al final el destino se lo tragó.
ResponderEliminarNo hay escapatoria.
Saludos.
Jajajaja,, tienes un don para el drama
EliminarGraciasss y saludosss toro
Una maravilla, de cienciaficción y casi ternura, diría. :-)
ResponderEliminarUn abrazo, amigo
Un poquito de ternura con los nenúfares y la languidezzzz... somnolienta
ResponderEliminarBesossss amiga
Menuda imaginación tienes.
ResponderEliminarSaludos.
Fue cosa del hombre este, que una vez escapo, se queda allí a pescar
EliminarGracias Macondo
Bien. Que se le va a hacer. Son cosas de estos cachivaches.
ResponderEliminarSaludos
Y estamos obligados a convivir con ellos. Habrá que acoplarse (en el buen sentido, eh?)
EliminarSaludos Erik
Al final el mundo digital será tan salvaje como el nuestro.
ResponderEliminarO tal vez se están mezclando ya.
Un final trágico.
Un placer leerte
Saludos
El señor del palito inclinado se convirtió en una subrutina del tiburón. Le enseñará a pescar.
EliminarGraciasss y saludoss
Ya he llegado :-) Y leo y sé que nada es la literalidad que atienden mis ojos.
ResponderEliminarLa imagen es muy acertada.
Un beso.
Ya casi se me olvida contestar. En. En esto del bic naranja, la imagen es el motivo del relato.
ResponderEliminarGracias Mag,
Muchosss besosss
Con aquella tormenta?,
ResponderEliminarNo sé, no sé...
Gracias y abrazosss. Julio