martes, 11 de junio de 2024

POLO DE MENTA, POLO DE MORA

 Este mes GINEBRA nos reta a escribir un texto con características propias del surrealismo. El surrealismo esta reduciendo radicalmente su campo, porque la normalidad se lo esta comiendo por sus bordes. Pero bueno, aun podremos sacar algo, creo.

Para ello , nuestro texto deberá inspirarse en uno de los grabados propuestos.Y he elegido este:

 

Podéis encontrar el resto de aportes AQUI 


       Seguro que hoy es mi última oportunidad. Son elecciones europeas que no son como generales pero sirve igual. Hoy, por fin, voy a votar a los naranjas. No les he votado nunca y no creo que vuelvan a presentarse. Ya he votado en otras ocasiones a todos los demás, menos a los muy nuevos, que ya tendré oportunidad, pero a los naranjas… ya no creo que tenga más oportunidades.

          La sala está vacía. Me toca la mesa 56. Doy un repaso por todas las mesas a ver si conozco a alguien, como siempre, pero nunca conozco a nadie a pesar de que deben ser vecinos míos. Solo hay una mesa central. Vaya, qué raro. No hay pila de sobres. Las papeletas ya están metidas en ellos, y además abiertos, de modo que se ve en su interior el partido de la papeleta. No lo había visto nunca. Miro a mi alrededor extrañado y todos me miran. Será porque soy el único votante ahora mismo.

          Verdes, Morados, Verdes, Morados, Morados, Verdes… ¿Y dónde están los sobres de los naranjas? Voy por el otro lado de la mesa. Lo mismo: Verdes y Morados. ¡Pero esto no puede ser! Busco un interventor de los naranjas… pero no hay ninguno. Tampoco hay de los azules ni de los rojos. Me dirijo a una mesa, pero antes de llegar cerca, me señalan al grupo de interventores que forman un corro. Son todos de los dos partidos con papeletas. Me dirijo a uno que lleva colgada una tarjeta Verde:

          ―Perdón, veo que no hay papeletas de… bueno, de los naranjas, pero tampoco…

          ―¿Es usted tibio, melifluo, suave, moderado, indeciso…? ―me interroga dando un paso al frente, pegando prácticamente su cara a la mía, como en las películas yankees.

          ―¿No es capaz de tomar una decisión? ¿Es usted de baja determinación? ¿Necesita ayuda para forjar su carácter? ―Esto me lo suelta por detrás, uno que lleva colgada del cuello una tarjeta morada y que se me ha acercado tanto que me toca el codo con su barriga. Me encuentro acorralado. Me separo de ambos, pero enseguida vienen los otros interventores y me cierran el paso en todas direcciones menos en la que lleva a un pasillo. Forzado, entro por él. Los interventores no me siguen, se dispersan por la sala de votaciones. Estoy en el pasillo de las aulas. Son acristaladas, de modo que se puede ver todo el interior. En la puerta de la primera pone “Forjadores de carácter” en letras moradas; había dos personas dentro, supongo que votantes de poco carácter. En la segunda aula pone lo mismo con letras verdes y hay seis personas. Continuo por el pasillo en busca de una salida pero no hay ninguna, así que vuelvo a la sala de votaciones. Están todos a la suya, ya no me prestan atención.

          Decido que no me iban a amilanar. Me voy a ir a otro colegio electoral, cogeré una papeleta de los naranjas, y volveré aquí, a votar en mi mesa. Pero cuando me dirijo a la única puerta que da al exterior, los dos policías que la flanqueaban, me barran el paso en cuanto me acerco. Todos vuelven a poner su atención en mí. Poco a poco se me acercan, esta vez disimuladamente, como acortando la distancia pero sin venir directamente.

          ¡Muy bien! Pues votaré en blanco. Me acerco a la mesa central y cojo un sobre; saco la papeleta y la tiro disimuladamente a la papelera. Me dirijo raudo a mi mesa, y antes de entregar mi DNI al presidente, me dice:

          ―¿Esta vacío no?

          ―Pero ¿cómo se atreve? ¿Qué se ha creido… ―Entonces el presidente señala el techo. Está lleno de cámaras cenitales; hasta sobre la cabina de votar en secreto.

          ―¿Destruyendo propiedad pública? ―me susurra alguien por detrás. Es un interventor. Todos los demás le respaldan, formando un grupo compacto.

          ―¿Yo? ―Todos empiezan a moverse con pasitos cortos obligándome a seguir al que ha hablado

          ―¿No irá a negar que ha tirado una papeleta a basura? Una papeleta sin usar. Destrucción de propiedad pública. ―La coge de la basura y la agita delante de mi cara, hasta que la cojo. Es una papeleta de los Morados y el que me está abroncando es de los Verdes.

          ―Pero no está rota.

          ―La ha disociado de su sobre. Así no tiene razón de ser. Enmiende su delito.

          Suena la campana. Todos se giran hacia el pasillo. De él salen los ocho alumnos que se dirigen diligentes a la mesa central; a ejercer su derecho a voto.

          Yo meto la papeleta en el sobre y me encamino a mi mesa. Voto. Me dirijo a la salida y los policías ahora me sonríen y saludan.

          Nadie me ha visto hacer un rayote con el boli en la papeleta. Creo que así se anula, pero no estoy muy seguro. No sé si mi voto vale o no, pero seguro que no he votado a los naranjas.

20 comentarios:

  1. Cualquier día nos pasarà eso. Un beso

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  2. Has hecho un buen texto y sabes lo que más me gusta, es el fondo de él. Un besote Gabi estás hecho un artista.

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  3. Estamos vigilados y a mi no me importa, aunque a veces siento la tentación de hacer alguna locura y que los que vigilan las cámaras se diviertan, tiene uno de los trabajos más aburridos. Yo deje un mensaje en la papeleta sabiendo que sería vovo nulo, como nulos son todos porque luego deciden lo que les parece. Abrazo

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  4. Para lo que sirven los votos, si bien es lo único que tenemos, igual la opción es poner un papel que diga Vaya panda de vividores :-)

    Un abrazo grande, amigo

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  5. Los naranjas se diluyeron como un cubito en un café con hielo, sin dejar sabor, ni alterar el color, solo enfriando un poco el líquido fuerte y contundente, con el despertar menos pronunciado.
    Sin etiquetas y buscando otra suplente, la labor de anular, no sé si en gente tan presta será tolerada o vendrás de ti por los tiempos de los tiempos, hasta la próxima convocatoria.

    Un abrazo.

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  6. Qué manían le tienen a los naranjas, no entiendo el motivo, si ya se destruyen ellos solitos :)

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  7. Eso se llama 1984 y ya está aquí.

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  8. Excelente. Me has hecho sonreir y pensar. Se agradece.
    =)

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  9. Has hecho un magnífico retrato de una actualidad que no dista mucho de lo que relatas. Además de ese maravilloso toque de humor (naranja), me estaba agobiando según leía; vamos, lo mismo que viendo el panorama que tenemos que, como bien dice el reto, es verdaderamente surrealista; ¡y lo que nos queda!

    Muy buen aporte, Gabi. Con tu ingenio característico.
    Muchísimas gracias, crack 👍

    Abrazo grande 💙

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  10. Con buenas o malas intenciones, intentan decidir por nosotros. Pues no, muy bien hecho ese rayote, que entiendan que tenemos derecho a equivocarnos. Faltaría más...

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  11. El surrealismo vuelve a plagiar la realidad, Gabiliante...
    Abrazo hasta allá.

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  12. Amigo, puede que como tantas veces antes, lo que escribo vaya a tu casilla de comentarios... Cosas de Blogger.

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  13. La verdad es que eres el campeón en esa competición, seguido por Albada, pero a cierta distancia. Tú raramente fallas. Esta vez los dos. Otras veces el segundo sale publicado
    Abrazooo

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  14. Tensión en las urnas! Nunca había pasado tantos nervios votando como en tu relato! Je, je! Cada vez más en las elecciones, la más reflexionada determinación viene acompañada de una forma u otra de la mayor de las indecisiones, sea externa o no! Podria ser totalmente un sueño previo a las elecciones por el gran dilema que se le presenta a uno! Ja, ja! Y puede parecer surrealista ahora, pero algo me dice que en un futuro no muy lejano igual no está tan separado de la triste realidad!!! Inquietante relato que te deja la cabeza dando vueltas! Je, je! Un besote amigo!

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  15. ¡Hola, Gabiliante! Precisamente, el otro día me dio por buscar cuánto nos cuestan las convocatorias electorales. Las europeas 198 M, las generales 220 M y las autonómicas 30 M. Es decir, en un año se han dilapidado 428 M, más las locales que ya ni lo miré... Y tú votando nulo, ja, ja, ja... Un relato que muestra, en realidad, lo que es la democracia 2.0. Un simple juego de ilusionismo en el que el Sistema te hace creer que tú decides algo, cuando en realidad las cartas están marcadas.
    Ningún voto cambia la hoja de ruta que las elites económicas tienen fijada.
    Así que, por lo menos, seamos creativos a la hora de meter el voto en la urna... Eso, al menos, entretiene el recuento, lo digo porque en las catalanas me tocó la lotería de estar en una mesa electoral. Un abrazo!!!

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  16. Gracias por graficar tan bien algo que estoy segura, pasa, y pasará. Para la próxima votación voy averiguar cual es la pena de no hacerlo.
    Me gusto mucho el texto Gaby,
    Un abrazote,

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  17. Habría que leer un poco más "Ensayo sobre la lucidez" de Saramago, como para entender qué hacemos cuando votamos.
    Claro que no es el único que escribió al respecto y tu relato es más entretenido.

    Por cierto, ¿comparaste mis escritos con los cuentos de Samanta Schweblin? ¿En serio? Gracias.

    Saludos,
    J.

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  18. Esto me recordó el dicho que dice: "Si votar sirviera para algo, ya estaría prohibido".
    Va un abrazo, Gabiliante.

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  19. Viendo cómo va todo ese parece un futuro muy probable.

    Saludos.

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  20. UN TEXTO probable sin duda.Saludos!!

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Aunque lo parezca, no todo es tan negro.

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