miércoles, 28 de agosto de 2024

ENTRE EL CLAVEL Y LA ROSA

Esta semana nos convocan las amigas de ARTESANOS DE LA PALABRA con una propuesta muy interesante que nos condiciona en fondo y forma. Un relato comprensible para niños  y relacionado íntimamente con la foto de mas abajo. Vistos lo antecedentes y las circunstancias me ha recordado un relato que leí hace poco que me pareció espectacular. La autora es argentina, como las convocantes, se desarrolla en un hospital y la protagonista es una niña. Asi que , a modo de homenaje, he paralelizado las circunstancias, y he añadido algún guiño, aunque la historia no tiene nada que ver. El relato que refiero es Un hombre sin suerte de Samanta Scheweblin. Ya digo, espectacular del verbo espectacular.


AQUI podéis encontrar el resto de aportes.

 

          Hoy cumplo ocho años y mi hermana pequeña se ha bebido un vaso de lavandina esta mañana.

          Mamá tira de mi muñeca sin casi dejarme tocar el suelo con los pies. Papá ya entró hace rato en el hospital de Argerich con mi hermana en sus brazos. Hoy es mi cumple pero yo no pinto nada. De repente veo mi regalo tirado en medio de la vereda. Doy un tirón y me suelto de mamá.

          ―Deja eso. A saber la de piojos que llevará.

          ―Está abandonada… Mamá, ¿no te da vergüenza decir eso?

          ―No es una persona. Es una muñeca, por el amor de Dios, niña, no dramatices. Y corre, vamos dentro.

          Cuando llegamos, no nos dejan entrar, y nos sentamos en la sala de espera.

          ―Es cojita, mamá. ¿No te da pena?

          Entre el clavel y la rosa, su majestad escoja ―me contestó mamá en voz baja.

          ―Eso ¿qué significa?

          ―Nada, niña, nada. ―¡Qué rabia me da cuando mamá dice algo y luego no lo quiere explicar, o es para mayores, o algo así. Se debe pensar que soy tonta.

          Me acercó al mostrador donde las enfermeras y les enseño mi muñeca, así como disimulando. No digo nada porque dirán no es una persona, y eso ya lo sé. Voy al lavabo y cuando mamá me quiere acompañar le digo que ya sé ir sola al lavabo. Cuando no hay nadie me quito la bombacha y se la pongo a Rosa; tengo esa sensación como si esto ya hubiera pasado; le está un poco grande, pero la tapa. Cuando salgo mamá ya venía a buscarme.

          ―Vamos, niña, corre, que ya la han llevado a la habitación.

          La habitación tiene dos camas. Una vacía. Mientras papá y mama están por mi hermana, meto a Rosa en la cama vacía, tapándola y sujetando la sabana con sus brazos apretados a los costados.

          Volvemos a casa yo y mamá. Papá se queda.

          Ir sin bombacha es un poco raro aunque la pollera sea larga.

          ―Mamá, no llevo bombacha.

          ―¡¿Qué?! ¿Qué ha pasado en el lavabo?

          ―Se la he puesto a Rosa.

          ―¿Rosa? ¿Quién es Rosa?

          ―Clavel es más de chico; así que Rosa.

          ―¿La muñeca? Por Dios, niña, que es una muñeca…

          ―… Y no es una persona. Ya lo sé. Pero tenía frio… y vergüenza.

          Al día siguiente en el hospital, la cama de Rosa está ocupada por otra persona. Pero me doy cuenta de que Rosa está sentada en una silla; lleva mi bombacha como un chal sobre los hombros. Le han puesto una pierna nueva. Es más corta y más gorda que la sana, y esta vendada y sujetada con esparadrapo. La silla es una en la que no quiere sentarse nadie, porque se mueve mucho; tiene una pata más corta que las otras.

          Cuando salgo de la habitación con Rosa en brazos, tres enfermeras me están mirando y me sonríen. Yo también les sonrío, aunque ya no es mi cumpleaños

miércoles, 21 de agosto de 2024

MARIO DE LA A

 Esta semana convocamos EL VICI SOLITARI. Al menos esta vez solo acotan el principio, no el final.

Lugar: En la terraza de un ático

Personajes principales: Una persona de genero a elegir, de carácter serio y circunspecto, y una tórtola de genero y carácter a elegir

Inicio: La persona está mirando el paisaje apoyada en la baranda, cuando por ella se acerca caminando la tórtola y por primera vez se dirige a la persona y le pregunta: ¿hoy hay lentejas para cenar?

Extensión: Ajustarse en lo posible a las 350 palabras.
 
Debo reconocer que me he pasado de palabras, pero en mi descargo diré que como parte de texto es plagiado, creo que esas palabras no deberían contar.

AQUÍ podéis encontrar el resto de aportes

 

          Mario contemplaba la montaña que se veía a lo lejos desde la terraza de su ático. Una tórtola lo sobrevolaba, pero contrariamente a su costumbre, sin la intención de hacer puntería. Aterrizó sobre la baranda a una cierta distancia de Mario que ni siquiera la percibió. Se acercó a él lentamente. Cuando estuvo a una distancia prudencial se quedó un par de minutos mirándolo con un ojo, sin parpadear, de hito en hito.

          ―Hola. ¿Hoy hay lentejas para comerr? ―preguntó con voz de jovencita.

          Mario se asustó muchísimo ya que aún no había notado su presencia. Era un hombre serio y circunspecto, poco afecto a la fantasía, y estaba seguro de que la tórtola le había hablado. Miró a ambos lados para cerciorarse de su soledad, pero en el terrado del edificio contiguo había otro hombre, aunque no mirando hacia ellos

          ―Contestaaa… ―insistió la tórtola. Mario no le perdía ojo al vecino inoportuno, que seguía ensimismado en el paisaje. Estaba a un nivel más alto, así que tenía perfecta perspectiva de toda la terraza de Mario.

          ―¡Calla! ―contestó apartándola con el brazo. La tórtola revoloteó y el vecino ya le prestaba atención:

          ―¿Decía?

          ―No, no. Nada. Hablaba solo. ―La tórtola volvió a aterrizar en el mismo sitio.

          ―¿Haciendo amigos?

          ―No, no, qué va… Además es chica. ―«Adiós, ¿qué digo», pensó; pero reaccionó rápido― Y usted, ¿qué tal? ¿Viendo el paisaje?

          ―Pues sí, pero ya me retiro. Aquí ya empieza a dar el sol. Hasta otro día.

          ―Vale… Adiós.

           Ambos lo seguían con la vista hasta que desapareció.

          ―Ya veo que te avergüenzas de mi… ―se lamentó la tórtola, bajando la cabeza pero no los párpados.

          ―Pero ¿qué vergüenza ni vergüenza…? ―Aquí se detuvo como si estuviera jugando al escondite inglés, miró a ambos lados y esta vez sí que estaban solos― ¿No estoy hablando contigo? ¿Cuántos humanos conoces que hablen con palomas?

          ―Tórtolas.

          ―Bueno… Tórtolas…

          ―Ahora no vayas a decir que es lo mismo, que me largo…

          ―No, no te vayas ―«Pero ¿qué hago suplicando a una paloma que no se vaya?»―. Estooo, ¿tú eras una de las que vino ayer que les eché lentejas?

          ―Sí.

          ―Y ¿por qué vienes sola?

          ―Mi familia está muerta. Comieron las lentejas gordas y, a mí, como soy más joven me dejaron las pardinas. Ellas se atragantaron cuando te fuiste adentro. Intenté la maniobra de Heimlich pero sin manos no se puede. Justo salieron volando unos metros y cayeron. ¿Te sientes culpable?

          ―Pero ¿yo qué sé del diámetro de la garganta de las p… tórtolas? Yo os las di porqué…

          ―¿Me adoptas? ¿Te quedan pardinas?

          ―¿Que si te adoptó? ¿ Has dicho eso?  Y ¿cómo hablas? Y… y… Pero ¿cómo es que hablas?

          ―Por las pardinas ¿Te quedan? Solo dan para hablar un día, y hablar es divertido.

          ―Vaya tontería… ¿Dónde se ha visto semejante…

          ―Ruu, ruu, ru ―dijo la paloma como si aún continuara hablando. Cuando se percató de que no decía nada volvió a bajar la cabeza. Mario fue corriendo a la cocina, volcó la bolsa de lentejas ―que había mezclado― sobre la mesa de la terraza y empezó a separarlas. Luego le dio las pardinas. Cinco minutos después la tórtola volvía a hablar:

          ―Gracias. ¿Me adoptarás?

          ―Y ¿qué gano yo adoptándote?

          ―Por la culpabilidad… Y ¿qué pierdes?¿Cuánto vale una bolsa de lent.. pardinas? Además puedo contarte historias, hasta redactártelas… Eres escritor, ¿no?

          ―Pero ¿y tú cómo sabes eso?

          ―Desde arriba se ve todo.

          ―Y ¿qué historias me ibas a contar?

          ―Desde arriba se ve todo. Coge papel y lápiz. ―Mario sorprendido obedeció―:No sé si será la edad. Tal y como vas acumulando años va creciendo, parece ser, la sensibilidad. Y quizás también el mirar el entorno y valorar todo lo que te rodea, ya sean personas, animales, plantas, el sol, la luna y, porque no, las nubes con sus graciosas formas



Si quieres saber más sobre las desventuras de esta diva tan acontecida, puedes seguir sus andanzas cada fin de semana AQUI.

miércoles, 14 de agosto de 2024

LA DUDA RAZONABLE

 Esta semana nos convoca a este grupo de jueveros  NEOGEMNIS, con  un  tema  ciertamente  confuso: LO QUE SURJA.

Yo no sé si lo he interpretado bien, pero me ha salido esto:

 

Podéis encontrar el resto de aportes AQUI

 

          ―Prefiero no saber de qué está hecha la comida…―comentó Parker abundando en lo que Kane acababa de indicar― …porque si lo supiera no probaría bocado.

          ―Jajjaa… ―rieron todos los que estaban a la mesa menos Kane, que empezó a poner mala cara mientras se llevaba las manos a la barriga. Parker incrementó el nivel de carcajada pensando que era una dramatización de su chiste. Pero pronto se dio cuenta de que no era así:

          ―Pero ¿qué te pasa, chico? ―preguntó mientras Kane empezaba a convulsionar sobre la mesa en la que había caído al intentar levantarse. Todos pensaron en la epilepsia y se pelearon por meterle cosas en la boca.

          Pero aquello no parecía sino aumentar de intensidad. Todos dejaron de sujetarle y se apartaron cuando desde dentro de Kane empezó a salir un sonido semejante al de quebrar tablas viejas. Eran las costillas de Kane que pugnaban por salir😝. Luego el pecho empezó a abultarse superando la normalidad más allá de toda duda razonable. Lambert se aproximó a Ripley, que ya había cogido su lanzagranadas ametrallador que siempre tenía cerca, y le preguntó:

          ―¿Qué hacemos, teniente?

          ―Depende de lo que surja ―contestó Ripley.


                                                                              

 

 

Entradas populares