jueves, 26 de septiembre de 2024

LA CARNICERA Y EL CARTERO y pablo neruda

 Este jueves nos convoca ARTESANOS DE LA PALABRA con un reto curioso; lo pongo tal cual por si no lo he entendido bien

Así que vayamos lentamente manejando o pedaleando o caminando o volando, (cada un@ elegirá la forma que mejor quiera) y  de pronto algo o alguien se descompone o le sucede algo que requiera detener esa marcha. Justamente en donde se produce el detenimiento hay un bosque y en él una bella cabaña, vacía para que se pueda pasar la noche. 

La noche llega y en algún momento, se decide abrir la puerta y ¡Oh sorpresa!, llegan hasta allí, cual hojas de otoño una cantidad de sobres que contienen cartas.

Ahí, justo ahí, está el punto en cuestión: ¿Qué dicen las cartas?, ¿Quién o quiénes las han enviado? ¿Para quién? ¿Desde dónde?

Si tienen ganas, es un buen momento para poner en práctica una técnica que en narrativa se llama "fluir de la conciencia". Les dejamos un videíto
explicativo de la técnica, para que - tal vez - puedan innovar. Un abrazo

 
Esto ultimo es lo mas peliagudo, y que no sé si he entendido bien. Seguramente no. Hace un año intenté Ulyses y nada. No me pareció particularmente atractiva esta técnica. Casi termino un relato de no recuerdo quien que se titulaba "Felicidad", y no detecté nada diferente de lo normal. Y pienso hacerme con "Al faro" de W.W. ya veremos. No creo que lo que he escrito se parezca demasiado a ninguno.
Podéis encontrar el resto de aportes AQUI

 

          ―He conocido a otro…

          Etc, etc… ya sabemos todos como sigue, así que vamos a saltar hasta un hecho diferencial, para arriba bien y para abajo ha saltado. La carnicera, Carni en adelante, agarró el volante y tiró de él haciendo saltar el coche por la cuneta. Descendió sin control varios kilómetros por una pendiente y fue a chocar con un olivo. Mil años le daban el título de inamovible. El simca 1000 ya no serviría más para hacer el amor, ―mira tú, tres palabras perdidas por no poner follar―, ni para ninguna otra cosa.

          ―Eres un imbécil. Pensé que eras una persona civilizada.

          ―Clarooo… civilizado para tragarse los cuernos. Para ponerlos no hace falta ―contestó el cartero, Cartediem, en adelante.

          ―Bahh ¿Qué hacemos?

          ―Yo voy a andar hacia allá que parece que hay un claro en el bosque. Tú llama a tu novio, que te venga a buscar, si encuentras alguna cabina.

          El claro estaba nevado. Había un microclima. La cabaña que había en el centro, también. Hubo que apartar la nieve de la puerta para entrar. Partiendo de la premisa “cero grados, ni frio ni calor”, el claro debía rondar los -25ºC, una nueva técnica antiokupa. Dentro había una chimenea sin leña a la vista, una mesa con un abrecartas sobre él, ―sí, tengo una fijación con los abrecartas―, y una silla, que Cartediem ocupó galantemente. Ya estaba oscureciendo y por la noche refrescaba un poquito. Carni se acurrucó en un rincón sin otra perspectiva que morir de frio. De repente se levantó aunque ya un poco rígida:

          ―Me voy al coche. Al menos no moriré congelada. Dame las llaves.

          ―Las he perdido.

          ―Gilipollas.

          Al abrir la puerta infinidad de cartas cayeron al interior provenientes de la montaña de ellas que cubría la casa, haciendo imposible la huida. Carni cogió alguna de ellas:

          ―Papá Noel, Papa Noel, Santa Claus…

          ―Debe ser la cabaña de Papa Noel. ―Nos ha jodío. No va a ser la del tío tom. Al final sí que va a ser gilipollas―. Y el claro de afuera es para que aterricen Rudolf y compañía. ―Ya te digo. Gilipollas acabao. Pero ¿qué Rudolf? ¡Rodolfo! ―que hizo campana la semana pasada―, que estamos en la sucursal española.

          ―Dame el mechero que haremos fuego.

          ―Estas flipando. ¿Quieres ir a prisión? La correspondencia ajena es inviolable. No se pude leer y mucho menos destruir. ―Esooo, en vez de aliviar un poco la faena a la subcontrata española… Nooo, que es sagrada. Se cree Kevin Costner, interpretando a Miguel Strogoff, si no se lo carga ella, me lo cargo yof.

          Carpediem pretendía esperar que ella muriera de frio y después prender el fuego. Cuando ella estaba alcanzando el último sueño, ese que provoca el frio, recordó que no debía dormirse, y en un despiste de él cogió el abrecartas y lo descabelló ―que no es quitar el cabello―.

          Pasada la noche, Carni llenó la cabaña de cartas despejando un camino hasta el exterior, donde yo la estaba esperando:

          ―Niña, esto es término municipal de Laponia, por aquí no veo policías, siempre podrías alegar defensa propia y yo soy un personaje de ficción.

 

10 comentarios:

  1. Siempre terminas con sobresaliente cualquier desafío, hoy no es la excepción. ¿Quieres ir a prisión?, faltó la parte para opción "o morir congelada".
    Kevin, vi la serie y esperando la última temporada me entero que él no saldrá, me quedé flipando.

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  2. A mi es que no me gustan las series.

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  3. Hola Gabiliante, sencillamente me encantó, me gusta esa mezcla de personajes, me divertí con su lectura. El final sorprendente, divertido, sorpresivo.
    Muchas gracias por participar en nuestro reto.
    Un abrazo.
    PATRICIA F.

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  4. Gabi, no fallas, contigo entrar a tu casita es a ver que nos dejas este buen hombre hoy ajajá. Sin duda has estado genial y sabes él por qué, pues muy sencillo, eres tan sumamente espontáneo que eso hace qué tus textos tengan vida propia y es muy gratificante leerte.
    Nos haces reír , y creo que hablo en plural.
    No todo el mundo puede lograr eso.
    Un besote, y pasa una bonita noche.

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  5. Ahhh... no voy a preguntarte qué tomas para inspirarte porque tal vez te comprometa jaja.. todo un delirio armado a partir de dar rienda suelta a lo que surja, sin punto de llegada fijo ni previsible! Como plan de asesinato suena tan delirante que nadie sospechara cuando encuentren los despojos! =) un abrazo Gabiliante!

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  6. Da la sensación que lo estas contando, no escribiendo, por eso resulta una lectura amable y solo interrumpida por las carcajadas (las mías), muy buena inventiva; no se nada de la serie pensé que te referias a un anuncio, y el final magistral, felicidades y abrazos

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  7. Estabas ahí para verlo todo en vivo y en directo. ;))))
    Abrazo.

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  8. Ese cinca mil trae miles de recuerdos a mi cabeza, el motor iba atrás y calentaba los asientos... no se le ocurrió pasar para atrás.

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  9. jajaja Noooo tremendo, divertido y ese final, un placer leerte, me encanto tu relato! Besos por ahí!!!

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  10. Con tanto frío, mejor hubieran quemado esas cartas para hacer una fogata. Pero de esas bien hechas, generosas, que entibian hasta el alma. Porque esos dos, con sus actitudes, enfriaban más las cosas. Va un abrazo, Gabiliante.

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Aunque lo parezca, no todo es tan negro.

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