Esta semana juevera tenemos estreno de convocante. Nos reta MARIFELITA desde su blog. Nos presenta una serie de sugestivas imágenes del, entre realista y onírico pintor, LLUIS RIZZO REY . Cualquiera de las imágenes da para un relato, pero la cantidad de detalles e ideas que contiene son difíciles de compactar en un texto.Todo depende de la implicación. Yo he escogido la que hay un poco más abajo.
Podéis encontrar el resto de aportes al reto AQUI
«¡Por favor…! ¡Que cansina es esta niña! No para con el Op.9 nº2. Está enamorada de Chopin, vale, pero tiene más música. Ya no pido una favorita mía, pero un poquito de variación… que esta ya le sale muy bien. No sé si está ensayando o es que le gusta oírse, pero es que esto no hay quien lo aguante más».
La Luna llamó a su exnovio Morfeo. Lo conoció trasnochando hace muchas noches, pero tuvo que dejarlo, porque cuando algo se ponía interesante se dormía. Y aunque la luna tiene mucho tiempo, tiene poca paciencia:
―Escucha, Murphy, cariño. Tengo una niña que le ha dado por tocarme nocturnos a mi luz, y lo que me está tocando son los satélites. Tú podrías meterte en sus sueños y decirle, así subrepticiamente, no hace falta que seas muy explícito, que el nocturno Op.9 nº2 no es mi favorito. Bueno, mejor indícale que ni siquiera me gusta. ―El tono y entusiasmo iban subiendo y su corazón acelerándose―. En realidad es mejor que le sugieras que lo odio, que ya lo odiaba antes de que me lo regalara cada noche, pero es que ahora… Y si no, ¿Sabes qué? No se lo digas subrepticiamente; díselo cla-ri-to y meridiano. ¡Que cambie de pieza ya! ―Aquí empezó a calmarse―. Mira, podrías decirle que me gusta el Nocturno Op.20, en do sostenido menor. Que aunque al principio no le salga muy bien y tenga que practicarlo mucho, me da igual.
A estas alturas Murphy había perdido gran parte del interés y también la conciencia. No se sabe a ciencia cierta a qué altura de la perorata ocurrió esto segundo, pero la Luna dio el mensaje por entregado.
La noche siguiente, Morfeo intentó frenar la mano de la chica, ya que el encargo se le había olvidado, pero ya había empezado a tocar:
«¡Y dale Perico al torno!. Pues ni pa ti ni pa mi», pensó con vehemencia el astro. Y entonces, usando su propio influjo, hizo subir la marea en el rio hasta inundar el piano. La chica, desde hacía unos días, alternaba las clases de piano con las de natación, afortunadamente.