Este jueves nos convoca Inma desde su blog MOLI del CANYER con el tema de juegos infantiles. Yo he elegido "las canicas". Este relato que, por si a alguien se lo parece, no es autobiográfico, forma parte de una serie que voy a continuar sobre la desproporción entre causa y efecto; empezó hace unas semanas con uno sobre las multas de trafico y sigue con este sobre...al final se ve. No tiene temática común ni continúan. Ha salido un poco churro porque en el post anterior me robaron la inspiración.
Podéis ver el resto de aportaciones AQUI
―Chivas, pie… ―Anto hizo entrar su pie entre las dos canicas desplazándolas lo suficiente para que cupiera― …pie bueno.
―¡Anda, tío, que no cabe! La has movido ―protestó Pinilla.
―Descalzo fijo que cabe. Y no protestes tanto, que no sabes perder. ¡Tute! Tooooma… ―El impacto de las dos canicas fue tan fuerte que la de Pinilla fue a para a unos matojos cercanos. Todos fueron a buscarla pero nadie manifestó haberla encontrado.
―¿Y mi bola? ¿Dónde está mi bola? ¿Quién la ha cogido? ―Todos rieron.
―Es tu bola. Tú tienes que vigilarla. Es lo que pasa por tener esas bolas tan pequeñas. ―Todos rieron.
―Va, tíos. Es una pichi-pichi. Es la primera tengo tan pequeña.
―La mía se la ha engullido. Mi bola es engullidora, por eso es cada vez más gorda. ―Todos volvieron a reír. Y… ¡Gua! Has perdido. ¿Con que bola me vas a pagar?
―Toma ―Pinilla le dio una canica de las normales―, pero dame la pichi-pichi.
―Que yo no la tengo. Se la ha engullido mi bola. ―Todos apoyaron la explicación―. Mi bola es muy glotona. Escucha… ―Anto sacudió su canica y casi todos escucharon como si hubiera otra dentro―. Ves, se la ha comido.
―Yo no oigo nada ¡Vete a la mierda! ―Pinilla se dio la vuelta y volvió a casa.
Una bola pichi-pichi era muy apreciada porque era muy difícil impactarla. Una canica normal tenía un centímetro de diámetro; una pichi medía entre medio y un centímetro; y una pichi-pichi menos de medio centímetro.
―Papa, ¿una canica puede engullir a otra?
―¿Ya has perdido la pichi-pichi? ¿Quién ha sido?
―Da igual. Total, me la encontré ―mintió Pinilla. Le costó tener que iniciarse en ambientes indeseables. Con el paso de muchos años y malas artes que aprendió para sobrevivir, consiguió hacer fortuna.
Cierto día, inspirado por una película que vio:
―Fermín, llama a Carlos.
―Enseguida Señor. ―Al momento se presentó el cocinero.
―Oye, ¿esto está preparado tal y como te dije que salía en aquella peli?
―Sí, señor. Carpaccio de sesada. Tal como salía en la película. Se lo he servido frio, tal como el Señor pidió. Lo que pasa es que el espécimen no es muy tierno. Si quiere que consigamos otro, no tiene más que…
―No, no. El espécimen tiene que ser este. Entero de una vez no me va a caber, pero poco a poco… ―se lamentó Pinilla refiriéndose al resto de Anto, que esperaba en el congelador.
Me has hecho sonreís, me parece verte con pantalones cortos y de tirantes, las rodillas con roces y los codos también (pero no de estudiar), y la relación de causa a efecto no es directamente proporcional. Por cierto la expresión o denominación pichi-pichi ¿de qué zona es?
ResponderEliminarque no es autobiográfico!
ResponderEliminarPantalones corto, pero cortos cortos. tirantes no lleve nunca. no estaba de moda. y la moda era la moda. El más fuerte es el ma proporcional. o el más poderoso.
aquí en Barcelona, en mi barrio al menos , las canicas, aquí se llamaban bolas, más chinorris se llamaban pichis. pichi-pichi me lo he inventado, que no es autobiográfico.
Pichipichi yo tuve una con la virgulilla blanca.
abrazooo
Parece que la venganza de sirve en plato frío (o caliente) muy buen relato, besos.
ResponderEliminarFrío frío. Expresamente frío ; sino no es venganza. Y desproporcionado, por supuesto. la desproporción es la venganza menos la justicia.
Eliminarabrazooo Inma
Jajajaja, qué bueno Gabiliante. Recuerdo que alguna vez durante la verbena de Sal Juan, jugar a las canicas los niños y niñas, y claro siempre ganaban ellos. Muy bueno. Un abrazo
ResponderEliminarganaban ellos por la práctica, y seguramente las trampas. Porque en las canicas manda la destreza, no la fuerza. Te iba a decir que practicaras, pero splicandome el cuento, mejor no. aquellas posiciones que había wue adoptar, no se si me levantaría muy recto.
Eliminarsbrszooo
🤣🤣🤣👍
EliminarAdmirable tu imaginación Gabi, nos metes de inmediato en tu relato de infancia con el dueño postergado entre esos contrincantes de juegos no tan inocentes jeje. Final inesperado el giro oscuro de antropofagia! Un abrazo
ResponderEliminarTergiversado el refran: "canicofagia con antropología se paga". es un giro un poca drástico, pero si no tenía que meter mucha paja para dar unas explicaciones wue no cuentan para el cuento.
EliminarBesoss Monica. ( tu comentsrio hBis ido sl spM
Nos has hecho reír con ese diálogo que te has encargado de llevarlo hasta las últimas consecuencias ajajá. La verdad que si me gustaban las canicas era porque veía a mis hermanos jugar con ellas y eran bonitas al menos yo las recuerdo asi .
ResponderEliminarUn besote grande , Gabi.
si. era más de chicos pero no había razón porwue no es algo de brutos. yo a las gomas no jugaba pero alguna vez a la comba sí. Que era difícil, eh, cundo spretaba la velocidad.
Eliminarbesosss Campi
Con canicas y humor la historia se ha hecho entrañable, y eso que solía perder. Un abrazo
ResponderEliminarpara entrañar ya había bastante con el tema. LOS recuerdos comunes también ayudan. Y también ayuda que aunque sea tema de la infancia ( grabado a fuego, imborrable después incluso del inicio dela pérdida de memoria, se percibe ya cierta distorsión y huecos que rellenamos a antojo.
Eliminarabrazooo
Vaya un cambio de tema! De la pichi-pichi al mundo culinario! Ja ja! Me encantaba oir esa gerja que nunca entendi! Al final Pinilla se vengo del gloton de Anton. Un besote amigo!
ResponderEliminarGlotón con glotón se paga. Es u refran nuevo.
Eliminarla jerga sólo eran 4 palabras, o sea que no te esforzarte mucho😜
porque de memoria sí que tienes seguro
besooo amiga
Si, si, las palabras las recuerdo claramente, pero nunca tuve interés en el juego! Lo confieso! Je, je!
EliminarUn final escalofriante jajaja, de la tierna infancia a esa comida ultimísima.
ResponderEliminarBesos.
Es venganza poética. De engullir a engullir, pero más. el ojo por ojo nunca es suficiente.. dicen que no importa wuien empieza, pero sí wue importa. De niños, el primer argumento siempre era " ha empezado él". justicia natural precivilizacion.
Eliminarabrazoo, noe
¡Hola, Gabiliante! Jo, chiva, pie bueno, tute y guá! ¡Qué discusiones provocaba el pie bueno y, sobre todo, el palmo con el que se lanzaba la canica. La de horas que me pasaba jugando con ellas, tanto en su juego propio, como proyectiles de guerra de playmobils o pinballs de cartón... qué recuerdos.
ResponderEliminarY con ello engarzas con ese final gastronómico, inspirado en una película o quizá en ese crimen que nos ha entretenido durante el agosto con el nieto de Curro Jiménez. Siendo cocinero, no sé cómo no se le ocurrió esta solución para deshacerse del cuerpo. Un abrazo!!
Lo del palmo era lo peor, y el giro de la mano, pero para slguien que no haya jugado es difícil de explicar. aquí la parte culinaria sale de la desproporción de engullir la canica a engullir el ofensor.
Eliminarpensé en que pinilla fuera un gordo de eso de reality yankee, pero había wue meter mucha explicación que no conducía a nada de la trama, así que la obvio
eso del crimen no me he enterado, pero siempre es una buena solución
Los de ños andes no pusieron muchos remilgos.
abrazoo, David
Me acabo de reír con tu buen relato en el que te imagino de protagonista, lo del pichi-pichi, me acabo de enterar.
ResponderEliminarUn abrazo
lo de Pichi pichi me lo invente, pero pichi a secas sí que se decís. Al menos yo lo recuerdo así. Mira como veo que luego me ha comentado después, le voy a preguntar que es de mi pueblo.
EliminarBesooss Teacy
Chiva, pie bueno, tute y gua....
ResponderEliminarJoder... qué tiempos tan buenos...
Anda que no lo pasábamos bien.
Habría wue hacer una encuesta psra averiguar cuando se dejó de jugar en la calle a las canicas.
ResponderEliminarY tracy quiere saber, y yo también, tú que tienes más memoria, las canicas pequeñas se les llamaba " pichi", o me lo estoy inventando?
abrazooo
No me suena lo de pichi...
EliminarYo tenía unas plateadas, de metal, pero jugaba poco con ellas. No sé por qué. ¿Se llamaban así a las canicas más pequeñas? Yo solo me acuerdo de las "vacas", que eran esas grandes. Unas eran blancas y otras transparentes.
ResponderEliminarLos malabares que hacíamos para que nos cupiese el pie :-9 Y ¿los palmos? ¿cómo ponías la mano?
¡Tremendo aquello! ¡Qué bien se pasaba con una cosa tan chica!
Un besazo, Gabi.
si, el palmo era muy conflictivo, y como levantabas la mano para apoyar, más sun.
EliminarAquí en Barcelona con ñas metálicas no se podi, porwue rompían a las de cristal. Las vacas no sé wue son. recuerdo unas iguales que las de jugar pero doble de grandes, pero no servían para jugar, creo. me suenan como de más adelante en el tiempo.
Besonormee, Mag
Hola, creía que había comentado tu relato, que ya lo leí, pero no me veo en los comentarios, quizá no se publicaría. Te hablaba de lo que me gustaba a mí jugar a las canicas, a las bolas, cuando era pequeña. Me acuerdo del bolsón de bolas que teníamos, mi hermano siempre se quedaba las mejores. ¡Qué recuerdos! Buen relato.
ResponderEliminarUn abrazo. :)
Por acá, las canicas son llamadas bolitas.
ResponderEliminarUn tanto extremo el método de venganza. Habiendo hecho una fortuna se podría haber olvidado de ese incidente. O buscar un método más sutil.
Saludos.
por bolas que n o quede, la verdad es que poner jugar en la calle, delante la puerta de tu casa hoy es impensable, hoy o juegas en el patio del colegio o en un parque cercano, donde no olles la voz de tu madre llamandote paar la cena Un abrazo
ResponderEliminarGrato e inolvidable recuerdo de cuando era un ganador de aquellos ojos de cristal rodantes por lo que también terminé llorando. Saludos.
ResponderEliminarHola, Gabi en casa te respondo a tu pregunta sobre la desproporción de mi tintero jajajaja bien acorde con lo de las bolas o canicas de tu relato aquí, pero tienes que moverte a casa para leer la respuesta porque hay un enlace que te aclara el panorama. (Si lo quieres aclarar, claro) jeje. Besos.
ResponderEliminarMe ha recordado cuando mi hermano jugaba a las caninas, qué tiempos aquellos, cuántos recuerdos.
ResponderEliminarBesos.
Ya lo dicen que la venganza es un plato que se come frío y Pinilla lo tenía claro.
ResponderEliminarDe canicas solo recuerdo ver a mi hermano y sus amigos jugando, había unas chiquitas y bonitas, solo eso tengo presente.
¡Hola Gabiliante! No me esperaba ese final para nada. Con ese inicio centrado en la niñez y el juego de las canicas, no me imaginaba que el desenlace contuviera esa venganza tan cruenta.
ResponderEliminarPor cierto, he comenzado a seguir tu blog hace poco. Pensaba que lo había hecho ya cuando empecé a participar en el tintero pero se ve que lo he ido dejando y dejando y al final se me olvidó. Pero ya le he puesto remedio.
Si quieres y te animas me encantaría que me siguieras también en: https://cala-rocio.blogspot.com/
Un saludo.
Muy bueno y con un final sorprendente 👏🏼👏🏼👏🏼
ResponderEliminarYo también jugaba a canicas cuando era un crío. He disfrutado recordando esas situaciones que has recreado, pero lo que más me ha gustado ha sido el sorprendente final. Enhorabuena y gracias por compartir el relato. Un abrazo.
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