Este mes GINEBRA nos reta a escribir un texto con características propias del surrealismo. El surrealismo esta reduciendo radicalmente su campo, porque la normalidad se lo esta comiendo por sus bordes. Pero bueno, aun podremos sacar algo, creo.Para ello , nuestro texto deberá inspirarse en uno de los grabados propuestos.Y he elegido este:
Podéis encontrar el resto de aportes AQUI
Seguro que hoy es mi última oportunidad. Son
elecciones europeas que no son como generales pero sirve igual. Hoy, por fin,
voy a votar a los naranjas. No les he votado nunca y no creo que vuelvan a
presentarse. Ya he votado en otras ocasiones a todos los demás, menos a los muy
nuevos, que ya tendré oportunidad, pero a los naranjas… ya no creo que tenga
más oportunidades.
La sala está vacía. Me toca la mesa 56. Doy un repaso por
todas las mesas a ver si conozco a alguien, como siempre, pero nunca conozco a
nadie a pesar de que deben ser vecinos míos. Solo hay una mesa central. Vaya,
qué raro. No hay pila de sobres. Las papeletas ya están metidas en ellos, y
además abiertos, de modo que se ve en su interior el partido de la papeleta. No
lo había visto nunca. Miro a mi alrededor extrañado y todos me miran. Será
porque soy el único votante ahora mismo.
Verdes, Morados, Verdes, Morados, Morados, Verdes… ¿Y dónde
están los sobres de los naranjas? Voy por el otro lado de la mesa. Lo mismo: Verdes
y Morados. ¡Pero esto no puede ser! Busco un interventor de los naranjas… pero
no hay ninguno. Tampoco hay de los azules ni de los rojos. Me dirijo a una mesa,
pero antes de llegar cerca, me señalan al grupo de interventores que forman un
corro. Son todos de los dos partidos con papeletas. Me dirijo a uno que lleva
colgada una tarjeta Verde:
―Perdón, veo que no hay papeletas de… bueno, de los
naranjas, pero tampoco…
―¿Es usted tibio, melifluo, suave, moderado, indeciso…? ―me
interroga dando un paso al frente, pegando prácticamente su cara a la mía, como
en las películas yankees.
―¿No es capaz de tomar una decisión? ¿Es usted de baja
determinación? ¿Necesita ayuda para forjar su carácter? ―Esto me lo suelta por
detrás, uno que lleva colgada del cuello una tarjeta morada y que se me ha
acercado tanto que me toca el codo con su barriga. Me encuentro acorralado. Me
separo de ambos, pero enseguida vienen los otros interventores y me cierran el
paso en todas direcciones menos en la que lleva a un pasillo. Forzado, entro
por él. Los interventores no me siguen, se dispersan por la sala de votaciones.
Estoy en el pasillo de las aulas. Son acristaladas, de modo que se puede ver
todo el interior. En la puerta de la primera pone “Forjadores de carácter” en
letras moradas; había dos personas dentro, supongo que votantes de poco carácter.
En la segunda aula pone lo mismo con letras verdes y hay seis personas.
Continuo por el pasillo en busca de una salida pero no hay ninguna, así que
vuelvo a la sala de votaciones. Están todos a la suya, ya no me prestan
atención.
Decido que no me iban a amilanar. Me voy a ir a otro
colegio electoral, cogeré una papeleta de los naranjas, y volveré aquí, a votar
en mi mesa. Pero cuando me dirijo a la única puerta que da al exterior, los dos
policías que la flanqueaban, me barran el paso en cuanto me acerco. Todos vuelven
a poner su atención en mí. Poco a poco se me acercan, esta vez disimuladamente,
como acortando la distancia pero sin venir directamente.
¡Muy bien! Pues votaré en blanco. Me acerco a la mesa
central y cojo un sobre; saco la papeleta y la tiro disimuladamente a la papelera.
Me dirijo raudo a mi mesa, y antes de entregar mi DNI al presidente, me dice:
―¿Esta vacío no?
―Pero ¿cómo se atreve? ¿Qué se ha creido… ―Entonces el
presidente señala el techo. Está lleno de cámaras cenitales; hasta sobre la cabina
de votar en secreto.
―¿Destruyendo propiedad pública? ―me susurra alguien por
detrás. Es un interventor. Todos los demás le respaldan, formando un grupo
compacto.
―¿Yo? ―Todos empiezan a moverse con pasitos cortos obligándome
a seguir al que ha hablado
―¿No irá a negar que ha tirado una papeleta a basura? Una
papeleta sin usar. Destrucción de propiedad pública. ―La coge de la basura y la
agita delante de mi cara, hasta que la cojo. Es una papeleta de los Morados y
el que me está abroncando es de los Verdes.
―Pero no está rota.
―La ha disociado de su sobre. Así no tiene razón de ser.
Enmiende su delito.
Suena la campana. Todos se giran hacia el pasillo. De él
salen los ocho alumnos que se dirigen diligentes a la mesa central; a ejercer
su derecho a voto.
Yo meto la papeleta en el sobre y me encamino a mi mesa.
Voto. Me dirijo a la salida y los policías ahora me sonríen y saludan.
Nadie me ha visto hacer un rayote con el boli en la
papeleta. Creo que así se anula, pero no estoy muy seguro. No sé si mi voto
vale o no, pero seguro que no he votado a los naranjas.