ME ENCANTA QUE LOS PLANES SALGAN BIEN

 Este relato participa en la convocatoria de MIRIAM desde su blog DE AMORES Y RELACIONES para este jueves. Se trata de un policiaco corto, aunque mas largo que las acostumbradas 350. He aprovechado que ella misma en un comentario ponia que no era imperscindible ceñirse estrictamente a esa cantidad de palabras.

 

Podéis encontrar el resto de aportes AQUI

 

          La Señora esperaba completamente desnuda a que su Asistenta, completamente vestida, eligiera primero su ropa interior y después el resto. Confiaba plenamente en el gusto de su Asistenta, porque coincidía casi plenamente con el suyo. No es que no pudiera vestirse ella sola ―tenía unos cuarenta años esculpidos en el gimnasio―, es que podía permitírselo.

…

          ―¿Qué te pasa, cariño? Hace ya varios días que te encuentro triste; no ríes por nada, siempre estas cabizbaja, como ausente ―preguntó el mozo de cuadras a su esposa.

          ―Nada.

          ―¿Nada? ¿Esa es la confianza que tienes en mí? Sé que te pasa algo; no quiero forzarte, pero cuanto más tiempo pases tragándotelo tú sola, más sufrirás.

          El día siguiente la conversación se repitió en , más o menos, los mismos términos. Por fin, el tercer día su esposa y asistenta de la Señora, le contestó algo diferente:

          ―Esto que te voy a contar seguramente no lo creas, y es completamente seguro que si lo cuento a otro tampoco me creerá y me acusara de morder la mano que te da de comer. Bueno, allá va… Cuando la Señora me llama para ayudarla a vestirse, me obliga… bueno no es que me obligue… Hace ya mucho, desde el principio que empecé a trabajar para ella, me dijo que no era demasiado correcto que yo permaneciera vestida mientras ella estaba desnuda, frente a mí, así que, bueno… me “invitó” a que me desnudara para hacer esa tarea. No pongas esa cara, ya te dije que no me creerías. Bueno, olvídalo, haremos ver que no te he dicho nada.

          ―Es que me resulta un poco raro.

          ―¿Ves? Pues si eso te resulta raro, ya mejor no te digo nada más.

          ―¿Más? ¿Cómo que más?

          ―Nada. Olvídalo, ya me las arreglaré yo sola.

          ―No, no… Ahora que has empezado, tienes que contarlo todo.

          ―¿Para qué? No te lo vas a creer y te vas a poner de su parte…

          ―Que no, cuéntalo todo.

          ―Pues la Señora, en esos momentos, aprovecha para tocarme “inapropiadamente”, y bueno… aunque no me lo ha pedido nunca, tal y como parece que van a ir las cosas, no me extrañaría que me pidiera que “yaciera” con ella.

          ―¿…cómo van a ir las cosas…? ¿Eso qué significa? ¿"Yaciera"? ¿Qué quieres decir con "yaciera"? ¿Yaciera de yacer?

          ―¿Tú me quieres?

          ―¿Cómo que si te quiero? Claro que te quiero. Eres mi esposa…

          ―Pues júrame por tu amor que no harás ninguna locura. No quiero que empeoren más las cosas de lo que ya están.

          ―Pero ¿cómo podrían empeorar más?

          ―Pues la Señora, anteayer, me preguntó si yo estaría dispuesta a ser el regalo de cumpleaños del Señor. Que me pagaría…

          ―Pero, pero… ¿Qué, qué me estas contando? ―El mozo estaba empezando a tartamudear, aunque nunca había sido su costumbre― Es que, es que no sé si me estoy enterando muy bien de lo que me cuentas… Regalo, ¿para qué?

          ―Ay, hijo. Pareces tonto. ¿Para qué va a ser? Para “dormir” con él la noche de su cumpleaños.

          ―Pero ¿dormir y ya está?

          ―Aggghhh ―gritó desesperada la asistenta.

          ―No, no, no, no Eso sí que no… Esto ya ha pasado de castaño oscuro… Voy..

          ―Recuerda lo que me has prometido…

          ―Voy a contárselo al Mayordomo. Él nos tiene que proteger. El mayordomo tiene que proteger al Servicio. Es su trabajo aparte de asistir al Señor…

          ―Ni se te ocurra. En realidad, el Señor no sabe nada aun. Esto me lo ha propuesto la Señora, pero todo ha sido idea del Mayordomo.

…

          Aquella noche, cuando los Señores ya dormían, alguien enfundado en un traje de Mayordomo, protegido por la oscuridad, se coló en la alcoba de ambos, cogió uno de los almohadones y lo apretó con una fuerza irresistible contra la cara de la Señora. Ella empezó a sacudirse primero un poco, luego mucho, luego muchísimo, luego poco y luego nada. El Señor seguía como un tronco.  La persona enfundada en el traje de Mayordomo esperó alguna reacción por parte del Señor, pero no hubo ninguna. Así pues, decidió propinarle una bofetada al tiempo que le susurraba: “Cerdo”. Aquel estimulo sí que le hizo reaccionar, justo para ver salir de la estancia a alguien enfundado en el traje de Mayordomo. Seguidamente, el Señor encendió la luz de la mesita de noche, saco de ella una bolsita desde dentro de la cual dejó caer un pelo, al lado de su recién fallecida Señora. Luego apagó la luz, se dio la vuelta, pero los nervios no le dejaron dormir.

          A la mañana siguiente, la policía encontró el cadáver del Mayordomo colgando por el cuello, en su propio cuarto, completamente desnudo. Al mozo le pareció justo y necesario ―casi poético― lo de la desnudez. Alguno de los agentes se preguntó por el sentido de desnudarse antes de colgarse. La policía también encontró el cadáver de la Señora y la declaración del Señor de que recordaba vagamente lo que creyó que era un sueño en forma de mayordomo saliendo de la alcoba. La cosa estaba clara. El Mayordomo, rechazado por la Señora, toma venganza y luego se suicida. No era una teoría muy elaborada pero al mozo le pareció buena, y así la expuso en el interrogatorio "in situ". Poco rato después, llegó “la científica” y también encontró un pelo desubicado en la escena del crimen.

…

          Dos días después, la policía vino a detener al mozo.

…

          Dos meses después la Ex-asistenta y nueva Señora, le comentaba al Señor: “Me encanta que los planes salgan bien”, mientras el Señor mordía un puro que se estaba fumando, en una mueca de sonrisa.