domingo, 11 de mayo de 2025

MAMÁ, QUE YA ES HORA DE COMER

 Este mes el microrreto de EL TINTERO DE ORO trata sobre la espera. Como sabéis, un micro de 250 palabras o menis sobre el tema propuesto. esto que he escrito no parace una espera, pero lo es.

Podéis encontrar el resto de desesperos AQUÍ

 

“Primero se separan las pencas de las hojas para cocerlas por separado”.

          Espe se arrellanó en el sofá.

          “Seguidamente hacemos el sofrito con un generoso chorro de aceite de oliva virgen extra. Añadimos las cebollitas y el ajito picaditos, y cuando ya han cogido color…”

          Espe se desarrellanó y se sentó en el borde del sofá. Habían captado su atención.

          “… Luego se añaden las patatas cortadas en daditos y se cocinan a fuego medio hasta que se doren…”

          Espe abandonó su cómodo asiento y se sentó en una de las sillas de la mesa del comedor que estaba a un metro escaso de la pantalla.

          “… Y por último… se lo cuento después de la publicidad”.

          Espe se echó hacia atrás disgustada:

          ―Mamá. ¿Tú sabes hacer acelgas a la extremeña?

          ―No, hija. ¿Sabes lo que hay para comer?

          Pero Espe no contestó, porque estaba centrada en el fin de los anuncios, pero vinieron cuatro más. Y cuando por fin reanudó:

          “Camarero, camarero…”

          ―Hostia, ¿Ahora se pone a contar chistes?

          “Una de pacharán. ♫Pacharán más de cien años, muchos más♫. ¡Venga, con alegría! Finalmente añadimos las acelgas… un par de minutos y… Emplatamos…”

          Espe se apoyó de codos sobre la mesa para ver más de cerca el resultado final.

          “… pero aún falta el ingrediente mágico: El pimentón de la Vera.”

          Espolvoreó y finalmente, acercando el plato a cámara, culminó:

          “A disfrutar…”

          Espe estiró la mano hacia la pantalla y entonces sí que se produjo la magia.


lunes, 5 de mayo de 2025

GRANDÍSIMA

Este mes, GINEBRA nos invita a escribir sobre escapadas. En sentido literal o figurado. Para ello nos ofrece unas imágenes de la ilustradora Lisa Lach-Nielsen de lo mas sugestivas. De hecho en cuanto vi la que he elegido, el relato me saltó a la cara y no pude dejar de escribirlo , aunque sea un poco feo. Lo feo tambien tiene derecho a ser protagonista

Podéis encontrar el reto de fugas AQUÍ


          ―¡Pero ¿qué has hecho, grandísima hija de puta?! ―gritó Ramsés con la mirada, aunque en egipcio antiguo. Lisa no entendía el egipcio antiguo pero sí las miradas―. Has matado a mi dueña, la que me daba de comer y… ―pensó un ratito y no encontrando otra salida concluyó― …de beber. ―Con el tema de las miradas, aunque son bastante claras, se pierden matices de la comunicación, de modo que a Lisa le pareció una reacción exagerada, aun habiendo perdido los matices―. ¿Es que porque creas, te crees con poder de vida y muerte sobre los seres vivos? ¿Crees que te codeas con Bastet?

          ―… ―contestó sin tener demasiado claro de qué se la acusaba.

          La reacción de Ramsés, lejos de haber alcanzado su zénit, seguía aumentando, y entonces pasó a la fase en que a uno se le acaban los argumentos, pero no la rabia. Dispuesto a hacer justicia, se lanzó sobre la cara de Lisa que no tuvo tiempo de reaccionar. Aprovechando todos los recursos a su alcance, rodeó con el sobrante de su pellejo la cabeza de la pintora, a fin y efecto de dejar las garras libres para producir el máximo daño posible. Y fue a por los ojos claro, inconsciente de que en una pintora, el daño que iba infligir, quizás excedía el que incluso él mismo pensaba que merecía.

          Una especie de silicona parecida a la del perro andaluz se derramo sobre su regazo mientras ella gritaba e intentaba despojarse del gato cuya piel se ceñía de tal modo a su cara que actuaba como una bolsa de plástico y estaba empezando a asfixiarla. Cuando lo consiguió, lo lanzó de vuelta al interior del cuadro. Ramsés, no contento, aun azuzó a sus compañeros:

           ―Id con la pintora a comer proteínas, que comiendo dulce aún os vais a quedar ciegos ―ordenó en egipcio antiguo.

          El pajarillo y el lagarto, que entendían perfectamente el idioma, obedecieron y fueron a dar buena cuenta de los ojos licuados.

          En aquel momento, la supuesta occisa comenzó a moverse,  a abrir la boca tanto como sus mandíbulas le permitían, y a estirar hacia arriba sus brazos hasta casi dislocarlos.

          ―Ups ―dijo Ramsés antes de saltar de la mesa y desparecer de escena.


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