lunes, 15 de febrero de 2021

BUEN PROVECHO

 Microrelato escrito a destiempo para lo de la cadena SER de la 

semana pasada (de ahi lo de destiempo). Lástima,,,

La frase en negrita es la obligada de inicio del relato del texto, como siempre 




Como íbamos a imaginarnos que no sabía nadar? No lo hubieramos tirado al agua. Además, cuando soltamos al periquito, sí que sabía volar. 

De todas formas, ahora que ya se ha ahogado, deberíamos sacarle provecho. Casualmente, tengo aquí una receta de bacalao al pil pil.
¿Quien me ayuda?




jueves, 11 de febrero de 2021

PARA AGUAS

 Esta semana nos convoca Neogeminis para nuestro semanal reto juevero.

Hay que formar un titulo con la palabras de las piezas de la foto y desarrollarlo

Para ver el resto de participantes deberiaís pinchar AQUI.


 

 Aclaro que esto es un divertimento con nulo mensaje y menos intención. 

        Jacinto estaba mal. Acababa de jubilarse y no sabía si era por la inmensidad de tiempo libre que tenía, pero el caso es que la ansiedad se lo comía; y encima por la noche era incapaz de dormir. Fue al médico de cabecera, que tras hacerle algunas preguntas le derivó al sicólogo. No quería ir. «Yo no estoy loco», argumentaba con razón. Pero finalmente fue. Le recetaron ansiolíticos y consiguió dormir, pero de día nada. Un excompañero, con el que aún mantenía contacto, le dijo que su siquiatra le había recomendado hacer crucigramas o puzzles. Lo consultó con su médico y no le pareció mal. Compró varios folletines de pasatiempos, pero ni siquiera era capaz de acabar las sopas de letras.

          Un día pasó por delante de una tienda de juguetes y vio un cartel a través del escaparate. “Curso de rompecabezas para principiantes”. Entró y tras explicar su problema, el vendedor le recomendó uno, que le pareció que era el más apropiado. En la tapa de la caja estaba la foto de la solución, como de costumbre. Se veía un paraguas en un mar de hierba. Estaba abierto y al revés, posición que le permitía no hundirse, y a la vez aprovechar la punta, que quedaba sumergida en la hierba, para hacer de timón.

          El sicólogo le había dicho que era una persona cuyas más valiosas cualidades eran la tenacidad y el tesón. Quizás tenía un poco más de la segunda que de la primera, pero era una diferencia prácticamente imperceptible. Jacinto se reconocía en ambas, y alardeaba de ellas en cuanto tenía ocasión. No se rendía a la primera. Pero a la tercera… semana estuvo a punto de desfallecer. No conseguía nunca terminar el rompecabezas; siempre le fallaba una pieza, aunque no siempre la misma. Entonces se enfadaba, recordaba lo que le había dicho el sicólogo, lo desmontaba todo y volvía a empezar.

          La cuarta semana, cuando se vio estancado, se decidió a volver a la tienda para reclamar, porque aquel rompecabezas tenía que tener algún defecto:

          ―Tiene que tener algún defecto ―dijo―. Cuando me falta la última pieza, nunca encaja ―argumentó con razón―. Y yo no me rindo fácilmente, ¿eh? ―alardeó.

          ―Solo tiene dos piezas.

          ―Yaaa… No soy tonto. Si pongo primero una, la segunda no encaja. Y si lo hago al revés, es la otra la que no encaja.

          ―¿Conclusión? ―preguntó el vendedor metido a profesor.

          ―La conclusión es que no se puede acabar.

          ―Muy bien. Ha superado la primera lección del curso. Cualquier otro, en vez de aprovechar la enseñanza, hubiera venido reclamando que le devolvieran el dinero, o alguna sandez por el estilo. Ahora vamos a la segunda lección ―se lanzó el vendedor, aprovechando todo lo que había aprendido en el taller de técnicas de venta. Sacó otra caja, con el mismo motivo en la tapa―: El rompecabezas cuadrado de tres piezas ―anunció como si se tratara de una atracción de circo. Jacinto ladeó la cabeza, mirándolo de reojo. Abrió la tapa, y efectivamente, dentro había tres piezas del mismo tamaño. Como el vendedor no lo vio muy convencido, volvió a aplicar la sicología―: Son doce euros. Este es un pelín más complicado que el de la primera lección; no debe rendirse a la primera, ¿eh?

          Aquello, a Jacinto, le tocó la fibra. Pagó, cogió la caja y se dirigió a casa, sin un pelo de ansiedad, que no fuera la de completar el rompecabezas.  

         

lunes, 8 de febrero de 2021

PRÍNCX VALIENTE

Este microrelato corresponde al reto mensual de Lidía Castro Navas.

El texto debe referirse a la imagen de la carta, aparecer lo que ha salido en el dado,

y a ser posible, la palabra aerostato.


Podeis encontrar el resto de links de este reto AQUI 

 

 

El príncipe se negó a vivir de su cargo, y se hizo inventor. Era joven y solo había inventado tres cosas. el auerostato, el imán de nubes y la persona no binaria. Como buen inventor, este último se lo autoadjudicó. El rey se escandalizó porque, no siendo macho, el hilo dinástico cambiaría a su primo. Fue tanta la presión sobre el príncx para no cambiar de género, que decidió acoplar un aerostato gigante al palacio, y escapó un día que se quedó solx. Con el imán atrajo todas la nubes para ocultar el palacio. Fue siempre un reino nublado.

jueves, 4 de febrero de 2021

GISELA, LA TUNANTE

ESTA ES MI APORTACION A LA CONVOCATORIA DE MAG

PARA LOS RELATOS JUEVEROS DE ESTE JUEVES.

PODEIS LEER AQUI EL RESTO DE PARTICIPACIONES 

 

        Estaba en la sala de espera del hospital, cuando la vi. Se llamaba Gisela. Aunque no llego a decírmelo , yo ya la conocía. Trabajo en el mantenimiento de un hotel rural. También soy escritor, más o menos. El año pasado , cuando aquello de la tormenta, nos quedamos atrapados en el hotel, los que trabajamos allí y varios clientes. Hicimos una hoguera por la noche y nos contamos historias. No de miedo. Todas fueron sobre la naturaleza, su fuerza, y lo nefasto de la intervención del hombre en ella. Un montón de humanos hablando mal de nosotros mismos y ensalzando la naturaleza. Nos despedimos con el compromiso de reencontrarnos el año siguiente.

          Gisela se iba acercando a los que había sentados por la sala de espera, no sin antes escudriñarlos, y acecharlos como si fuera de caza; eso sí , disimuladamente; hablaba un ratito con alguno y luego, lo dejaba estar. Luego se fijaba en otro, sin darse cuenta de que alguien también se fijaba en ella. Tras varios intentos, decidí acercarme a ella, y colocarme en un asiento cercano de espaldas para que no me reconociera, y poder escuchar la conversación. Era una abogada de aquellas que intenta convencer a algún accidentado de que denuncie al ayuntamiento, o a algún conductor. Menuda tunante. Y decía en aquella reunión, que sacaba sus historias de escuchar a los pacientes en los hospitales. En cierto modo era verdad, pero no era solamente eso lo que les sacaba.  Tras varios intentos desistió y se fue. Y yo detrás. Yo también iba de caza. Nunca voy a por gente que conozco pero, en fin, después de andar tres minutos tras ella, fue imposible resistirse. Y cada segundo que pasaba, aquella carne temblorosa era más irresistible. Aún no había salido la luna. Faltarían cinco minutos. Fueron los cinco minutos más largos de mi vida. Había decidido no comer más carne cruda, pero aquella debía estar tan tierna y jugosa… Un minuto antes de que saliera la sustituta del sol, me puse a su altura, para convencerla de meternos en un callejón, y no empezar a despedazarla allí en medio de la calle:

          ―Hola, Gisela. No sé si te acordaras de mí, pero…

          ―¡Hostia! Sí que has tardado. ―le interrumpió. Abrió la boca desencajando la mandíbula y me lanzó un bocado, que si no fuera por mis reflejos lobunos, me habría alcanzado. En ese momento, no sé si por el sobresalto o porque ya salía la luna, empecé a transformarme. Ella se quedó tan desencajada como su mandíbula, y yo conseguí mi propósito de no comer más carne cruda, aunque aquella vez tampoco iba a poder cocinarla. No sé si los hombres lobo nos transformamos en vampiro cuando nos muerde uno; no viene en el libro de instrucciones, así que no sé lo que hubiera pasado. Me hizo prometer que no lo contaría cuando nos encontráramos en el hotel dentro de un mes que falta, así que no esperéis que ella reconozca nada de todo esto.

 


domingo, 24 de enero de 2021

LA RESISTENCIA

 

 

Este texto es para el reto de este mes de Ginebra Blonde cuyo tema es 

LA LUZ.(en el sentido menos prosaico de la palabra)

Podeis ver el resto de participaciones Aqui

 

 

            ―¡Cabrones! ―gritó Ramón, y luego continuó, en voz más baja, como rindiéndose―, cabrones… Soltarme… ¿Me habéis librado? ¿De qué? ¿De qué me habéis librado? ―Después de un par de minutos de silencio, en los que estuvo murmurando en una mezcla de catalán y castellano, sin que llegara a entenderse lo que decía, volvió a gritar―: ¡Conchitaaa!

            Las cuatro primeras horas de la noche transcurrieron entre gritos y susurros, alternándolos en orden aleatorio. Los primeros, los más numerosos, variaban, desde “¡Conchitaaa!” hasta “¡Socorrooo!, pasando por “¡Agua!, “¡Ayuda!”, “¡Tengo frio!”. Los susurros eran más largos, y entre ellos podía distinguirse algún “cabrones, os acordareis de mi”, “si fuera un poco más joven, os ibais a enterar”, “señora, suélteme por favor” y “Conchita”. “Conchita” era la única que se repetía tanto entre los gritos, como entre los susurros. 

            A las dos de la madrugada entraron sus cuidadores.

            ―¿Qué pasa Ramón? ¡Oh, por favor, mira como estas… ―exclamó la primera aludiendo a su desnudez, en un tono cansino, como si no fuera la primera vez que lo decía.

            ―Quiero ir al lavabo ―contestó Ramón más calmado que antes.

            ―¿Al lavabo, para qué? si ya te has… ¡Ostras! Mira como tiene las muñecas ―comentó al que venía detrás de ella, al ver que le sangraban―. Es que no se le puede atar así… Dile a Noemí que se traiga… bueno… que se traiga de todo. ―Luego volvió a dirigirse a Ramón―: Que no puedes ir al lavabo…

            ―Quiero que venga Malú.

            ―Malú no está hoy. ¿Anoche no cenaste? ¿Quieres un zumo?

            Estuvo hablándole para que se calmara, pero Ramón estaba como ausente, después de que le dijeron que su enfermera favorita no estaba. Entraron en tropel tres auxiliares más. La primera me saludó:

            ―Buenas noches. Lo siento, ya ve que…

            ―Ya ―contesté.

            El último auxiliar era un chico. Cuando entraba algún hombre que no fuera el medico se le llevaban los demonios. Incluso pensaba que yo era una mujer.

            ―Así ya podréis ya… ―empezó a voz en grito. Parecía don quijote delante de los molinos― Cuatro contra mí. Si me hubierais pillado de joven… ¡No cené, no! ¡No quiero vuestra cena de mierda! ¡Metérosla por el culo, cabrones! Yo estuve un mes comiendo hierba por el monte, cuando estuve escondido… Tú no me toques…―Relataba vivencias de la guerra civil, que a pesar de sus noventa años, resulta difícil de creer que fueran propias, porque él tendría ocho años en aquellas fechas. Después de acomodarlo estuvo una hora tranquilo. Luego empezó a sacudirse y a gritar:

            ―¡Conchita, ayúdame! ¡Darme agua, por favor!

            Volvió la enfermera.

            ―¡Ostras, Ramón! ―Se dirigió al intercomunicador―: Se ha arrancado el tubo de oxígeno y lo ha roto, no sé cómo. Traeros uno. Tambien se ha arrancado el drenaje del pulmón. Traeros también haloperidol intramuscular.

            Después de la inyección aguantó una hora más antes de dormirse. Cuando despertó estaba como nuevo. Parece que don quijote solo aparecía por las noches. Desayunó y comió normalmente. Poco antes de cenar entró la enfermera:

            ―Hola, Soy Mari Luz, su enfermera de tarde ―me dijo―. Después de cenar, le cambiaremos de habitación.

            ―¿Malú? ―interrumpió Ramón desde el otro lado de la cortina.

            ―Sí. Espera Ramón, ahora estoy contigo. ―Luego continuó conmigo―: Es a la de aquí enfrente. Igual le escuchará si grita, pero al menos…

            Asentí. Luego se fue con Ramón, que le preguntó nada más verla:

            ―¿Tienes eso?

            ―Sí, pero hoy vas a cenar, ¿verdad? Que me han dicho que anoche te portaste muy mal, ¿eh…? ―Ramón asintió―. Bueeeno… Ahora vengo.

            Al cabo de un par de minutos, Mari Luz volvió con una táblet. Se la pasó delante, y le dijo:

            ―Mira quien hay aquí, guapo. ―Había una mujer en la pantalla:

            ―¡Ramón! ―gritó ella como si quisiera llamar su atención.

            ―¡Conchiita! ―gritó él como si le hubieran salvado la vida.

 

jueves, 3 de diciembre de 2020

 chicos y chicas, me veo obligado a ausentarse de los blogs por una temporada. en cuanto pueda volveréis a saber de mi. lo último que escribí, que ni siquiera pude publicar aquí, esta en el blog de autores de la convocatoria mensual de ginebra blonde(solo tengo móvil y  no sé poner el enlace.

gracias


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